Hacer Discípulos no Decisiones
Por Mike Gendron
Durante los últimos 100 años, muchos métodos no bíblicos de evangelismo se han introducido en la iglesia y han producido muchos falsos conversos. Los testigos de Cristo serían sabios en evaluar su doctrina y métodos para que Jesús sea glorificado y plenamente representado con precisión al compartir las Buenas Nuevas con los incrédulos. Nuestros esfuerzos evangelísticos deben ser motivados, guiados y controlados por las Escrituras, y no mediante el uso de “astucia, ni adulterando la palabra de Dios” (2 Cor. 4:2). Sólo entonces podremos ver el número de falsas conversiones reducidas. Los falsos conversos, no sólo viven con una falsa esperanza, sino también traen vergüenza y deshonra al nombre de Jesús.
Cuando Jesús comenzó su ministerio terrenal Su primera orden fue: “Arrepentíos y creed en el evangelio” (Marcos 1:15). Por lo tanto, si descuidamos llamar a pecadores al arrepentimiento, nos arriesgamos a añadirlos al grupo de “cristianos profesantes” que se reunirán ante Jesús en el Gran Trono Blanco en el día del juicio. Ellos se aterrorizaran cuando escuchen lo que les declara: "Nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo 7:23). Esta es una tragedia irreversible para las víctimas de métodos no bíblicos de evangelización.
El Evangelismo es llamar a la gente a arrepentirse y confiar en el Señor Jesús, no sólo para ser salvados del castigo del pecado, sino del pecado mismo (Salmo 39:8). Los que no tienen ningún deseo de ser liberados de la esclavitud del pecado no son candidatos para la conversión. Cualquier persona que ama la oscuridad oculta sus pecados rechazará la gloriosa luz del Evangelio. Debemos orar para que Dios les conceda el arrepentimiento que conduce al conocimiento de la verdad, para que puedan llegar a sus sentidos y escapar de la trampa del diablo, quien los mantiene cautivos (2 Tim. 2:25-26). Cuando Dios concede arrepentimiento (griego: metanoia), efectúa un cambio de la mente del error a la verdad. Este cambio de mentalidad se evidencia por un cambio de comportamiento, un giro de obras religiosas muertas y del pecado a la fe en Cristo para el perdón y liberación (1 Tes. 1:9). Por consiguiente, Jesús dijo: “el arrepentimiento y el perdón de los pecados se predicase en su nombre” (Lucas 24:47). Puesto que Dios es el que otorga el arrepentimiento que lleva a la vida, el arrepentimiento es la evidencia de que el pecador ha recibido el poder divino para dejar el pecado (Hechos 11:18).
La conversión es únicamente la obra de nuestro Dios trino. A menos que el Padre atraiga y el Espíritu proporcione la iluminación y la convicción no habrá conversiones, no importa cuán claro sea ha presentado el Evangelio (Juan 6:44; 16:8-11; 1 Cor 2:12-15). Nuestra responsabilidad, como embajadores de Jesucristo, es vivir la vida digna de su vocación y entregar su mensaje fiel, exacto, completo y claro. Es sólo el poder soberano y la gracia de Dios lo que puede traer nueva vida mientras la semilla incorruptible se siembra en los corazones de la gente. Sólo Dios puede producir el crecimiento mientras sembramos la semilla de Su Palabra (1 Cor. 3:7).
Debemos hacer discípulos, no decisiones y evitar el uso de medias verdades y reducir el Evangelio a nada más que una escalera de incendios. La manipulación de las personas a tomar una decisión entre la alegría del cielo sobre la agonía del infierno es fácil. Sin embargo, el objetivo de la evangelización no es tomar decisiones sino hacer discípulos fieles de Jesucristo, ser conformados a su imagen y dar fruto (Rom. 8:29, Juan 15:8). Como embajadores de Cristo, debemos rogar a los pecadores a reconciliarse con su Dios y Creador Santo (2 Cor. 5:20). Hacemos esto enseñándoles a guardar todo lo que Jesús ordeno (Mateo 28:19-20). Jesús llama a los pecadores a traer nada más que sus pecados a la cruz y, luego a seguirle en novedad de vida (1 Ped. 2:21).
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