Una Iglesia que Malentiende la Adoración:
¿Cómo debemos Predicar?
por Gary Gilley
Muchos ven a esta forma de entretenimiento de la adoración que hemos estado tratando como una moda pasajera que pasará a través de nuestra tierra y finalmente se desvanecerá en el horizonte. Si es así, dejará detrás una tierra ardida llena de creyentes desalentados y perplejos, o casi creyentes, quienes no conocerán donde dar la vuelta. Sin embargo, parecería que algunos ya están cruzando el gallinero. Donald G. Bloesch reportó esto en un artículo de Christianity Today describiendo las señales tempranas de una contrarreacción de los servicios del buscador sensible tan populares hoy:
El protestantismo evangélico esta en un problema hoy cuando un creciente numero de negocios y de personas profesionales están buscando una nueva iglesia. La queja que escucho mas a menudo es que las personas no pueden sentir lo sagrado ni aun el sermón o la liturgia. La adoración ha venido a ser una actuación más que una adoración… Los coros de alabanza que se han adelantado a los grandes himnos de la iglesia no esconden el hecho de que nuestra adoración es esencialmente un espectáculo que apela a los sentidos más que al acto de reverenciar al gran Dios quien es a la vez santo y amor. La adoración contemporánea es más egocéntrica que teocéntrica. El objetivo es menos que dar la gloria a Dios que satisfacer los anhelos del corazón humano. Aun cuando cantemos alabanzas a Dios el enfoque es en cumplir y satisfacer el deseo humano para la integridad y serenidad.[i]
La Naturaleza de la Adoración
Mucha de la confusión en todos estos asuntos viene debido a que no hemos entendido la naturaleza de la adoración. Juan 4:23 nos dice que estamos para adorar a Dios en espíritu y en verdad. Estoy de acuerdo con John Macarthur quien escribe en relación a este verso: “La verdadera adoración implica el intelecto tanto como la emociones. Subraya la verdad de que la adoración debe estar enfocada en Dios y no en el adorador”[ii]. Nuestra adoración debe estar centrada en Dios cuando le adoramos, a través de la palabra, el canto y la oración, y cuando edificamos a los santos a través de la enseñanza de las Escrituras para poder capacitarlos para vivir vidas que le honren. Para adorar y honrar a Dios, todo lo que debemos hacer es sacar la verdad.
La iglesia moderna no manifiesta desacuerdo en adorar a Dios en espíritu –si algo de este componente ha sido elevado a expensas de su alma gemela: la verdad. En nuestra sociedad cada vez más posmodernista la verdad esta fuera y el relativismo esta adentro. Harry sin iglesia viene a la iglesia con este modo de pensar, habiendo sido saturado de esto durante toda la semana, y no es de extrañar que muchos crean que el camino al corazón de Harry no es a través de la proclamación de la verdad. Porque, como hemos visto, Harry es un pragmatista. Su pregunta es: “¿Funciona en verdad el cristianismo?” no “¿Es verdadero?” si hemos de alcanzar a esta generación debemos reconocer la cosmovisión de Harry y presentársela con un mensaje relevante de pragmatismo. Si no lo hacemos, Harry simplemente rechazará las cosas de Dios y seguirá otras cosas que son más expertas en cubrir sus necesidades.
Pero ¿es así como Jesús y los apóstoles se acercaron a su mundo? ¿Se comprometieron con la cosmovisión prevaleciente de su tiempo o lo desafiaron? Sin un libro de texto de prueba creo que las respuestas a estas preguntas son obvias. Pablo advirtió a los colosenses: “Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo” (Col. 2:8). Desde el comienzo del cristianismo se ha llamado al pueblo de Dios a exponer la oscuridad de pensamiento pecaminoso y a revelar la verdad de la luz maravillosa de Dios. ¿Por qué esta generación debe ser diferente? “No hay una sola cosa”, nos recuerda Macarthur, “en las Escrituras en la que se indique que la iglesia deba atraer la gente a Cristo presentando el cristianismo como una opción atractiva”[iii]
Realmente, la verdad es la columna vertebral de la fe cristiana. El cristianismo no es solamente otra opción en la fuente del pragmatismo. No es solo otro “ismo” que funciona para algunas personas. Si ese fuera el caso no tendríamos nada que decir a aquellos que dicen que otra religión u otros esfuerzos les funcionan. En el campo de los deportes del pragmatismo estamos en competición con todos desde el hinduismo hasta las drogas, hasta la filosofía mujeriega. Donde tenemos una clara y distinta ventaja es en el ámbito de la verdad. Estamos ofreciendo la verdad en la forma de Jesucristo y su Palabra. Conforme nuestra sociedad se mueve mas hacia la esquina oscura del postmodernismo y el relativismo, nuestro mensaje destaca cada vez más. ¿Por qué los expertos del buscador sensible quieren abandonar esta clara ventaja? Porque ellos creen que si no lo hacemos estaremos desesperadamente fuera del paso de nuestros tiempos.
¿A que melodía esta danzando la humanidad secular en estos días? Mientras que muchos están aun bailando vals a la melodía de la modernidad, a esa fe optimista en la razón y recursos humanos, el acorde menor de la posmodernidad esta siendo más común. Esta mas allá del alcance de este libro analizar las raíces y efectos del posmodernismo en nuestra cultura, pero Guinness lo resume muy bien:
El posmodernismo es un movimiento y una forma tanto como un juego claro de ideas, por eso a menudo se siente en todos lados y en ningún lugar. Indudablemente, esto significa que es culpado demasiado así como también demasiado poco. Existen, claro, huellas digitales delatoras que el posmodernismo deja en todo cuanto toca –el rechazo de la verdad y los estándares objetivos de lo correcto o erróneo, la nivelación de autoridades la elevación de la identidad autónoma como el único arbitro de la vida y de la realidad, la igualdad de las culturas, la promoción de la imagen sobre el carácter, la gloria del poder, el recurso del juego de víctima y la política de identidad, la concesión del derecho a la víctima de mentir, etc.[iv]
Cuando la iglesia se ve así misma rodeada de Harry y Marías sin iglesia quienes ya no creen en la verdad, en valores absolutos o morales, esta obligada a escoger una estrategia para alcanzarlos. Los líderes de la iglesia evangélica en el pasado escogieron desafiar al incrédulo con la pura verdad que rechazaban. Después de todo, los incrédulos han despreciado siempre la verdad de Dios; ellos odian la luz, la cual es la causa por la que están perdidos en sus pecados y permanecerán así hasta que acepten el evangelio. Aquellos que respondan a la verdad en generaciones previas estarán entrenados en teología bíblica que los ayudará a la madurez en Cristo. Pero los líderes de la iglesia moderna nos dicen que este pájaro no volará jamás. Si Harry insiste en rechazar la verdad le harán una oferta que no podrán rechazar –todos los deseos de su corazón en el paquete de Jesús. Desafortunadamente, en el proceso, el evangelio y la verdad contenida, es diluida. Un líder, que esta involucrado en el movimiento del iglecrecimiento, sin embargo, advierte:
El evangelio es confrontacional en su naturaleza. Cualquier presentación del evangelio que no presente un reto al incrédulo a un cambio de manera radical a sus pensamientos y actitudes hacia Dios y a Su obra salvadora en Cristo, ¡no es el mismo evangelio predicado en las páginas del Nuevo testamento! Hoy, las personas pueden ser felices, miembros sanos de iglesias evangélicas sin tener que mirar hacia Dios quien no es nada más que un “amigo”, un Salvador que no es nada mas que un ejemplo. Y un Espíritu Santo que no es nada más que una fuente de poder. Y esto puede suceder sin la fe, el arrepentimiento, de hecho, sin la conversión[v].
La Suficiencia de la Escritura
Quizás ningún asunto es de mayor importancia, cuando estamos considerando la comunicación de la verdad que el origen de la verdad. La iglesia evangélica ha sostenido que la fuente final de toda verdad concerniente a la vida y a la santidad es la Biblia. Las iglesias más conservadoras, ya sean las que son guiadas por el mercado o las que no lo sean, continúan teniendo declaraciones similares en sus constituciones y prometen lealtad a la autoridad de la Escritura. Pero en la práctica la Palabra de Dios esta cada vez más en el asiento trasero del directivo o del terapéutico. Esto es indudablemente el caso porque los líderes cristianos ya no tienen la confianza en la suficiencia de la Escritura.
La Palabra de Dios hoy esta bajo ataque, no solo por sus enemigos, sino también por aquellos quienes dicen ser sus amigos. Claro, esto no es nada nuevo; podemos rastrear tales ataques a través de las épocas. Lo que es nuevo en los círculos evangélicos es la apariencia externa. Miremos la historia reciente de la iglesia. En los 1920 y los 30 las diferencias entre las iglesias conservadoras y liberales llegaron a un punto crítico en América. Fuera de esa controversia vinieron nuevas denominaciones, compañerismos, escuelas, misiones, etc., que se distinguían de aquellas que ya no creían en el cristianismo bíblico. Estas organizaciones fueron fundadas por creyentes quienes deseaban sostener y “contender ardientemente por la fe” (Judas 3). Uno de los grandes problemas de aquel tiempo (así como de hoy), fue desarrollar un consenso en relación a los elementos esenciales de la fe. Esto es, ¿Qué verdades doctrinales están mas allá del dialogo? ¿Qué deben creer todos los cristianos que afirman ser ortodoxo, y a la inversa que pueden dejar como convicciones individuales? En otras palabras, ¿cuáles son los no negociables de la fe? Una serie de volúmenes publicados originalmente en 1909, y conocidas como Los Fundamentos para Hoy fueron un intento de responder a estas cuestiones. Escritas por algunos de los estudiosos conservadores y líderes de la iglesia del día, Los Fundamentos señalan las doctrinas de la Cristología y soteriología, pero casi un tercio de los ensayos sobre la confiabilidad de la Escritura. De aquí surgió lo que se llegó a conocer como el movimiento fundamentalista. Un fundamentalista es uno que se adhiere a los fundamentos de la fe, principalmente descritos en Los Fundamentos. Uno de aquellos fundamentos es la creencia de na Biblia infalible e inerrante. Con el tiempo aquellos que se llamaban evangélicos se separaron del fundamentalismo. Los evangélicos aun perseveran en los fundamentos de la fe, pero creen que hay más lugar al compromiso y al trabajo con aquellos quienes niegan algunos de los elementos esenciales. Claro, hoy existen muchos sub-grupos bajo estos títulos, ese no es nuestro objetivo. Nuestro punto es que por definición, todos los fundamentalistas y evangélicos supuestamente se adhieren a la creencia de que la Biblia es la Palabra de Dios, sin error en el original y correcta en todo lo que ella afirma.
Los términos inerrante e infalible originalmente afirman por implicación la autoridad y suficiencia de la Escritura. Este no es el caso. Hoy tenemos a muchos quienes fuertemente proclaman la creencia tanto de la inerrancia y la infalibilidad pero niegan su suficiencia. Por suficiencia de la Escritura queremos decir que la Biblia es suficiente para guiarnos a la verdad perteneciente a la vida ya la santidad. Basado en pasajes tales como 2 Pedro 1:3, 2, 2 Timoteo 3:15-4:2, y el Salmo 19, suficiente significa que solo las Escrituras (a través del poder del Espíritu Santo) son capaces de enseñarnos como vivir la vida, como madurar en la santidad, como manejar los problemas en una manera que glorifique a Dios y como conocer la verdad. La no necesita ayuda de la sabiduría y experiencias del hombre. Para estar seguros, Dios ha creado su universo y a nosotros, en tal manera que la humanidad es capaz de descubrir y aprender mucho de lo que realza la vida. La Biblia no señala cada tema que podamos considerar importante. Por ejemplo, ¿es errónea la investigación de la célula madre? Debemos tomar vitaminas, trabajar en fabricas, manejar vehículos que contaminan la atmósfera, etc.? Pero la Palabra es la única fuente que contiene las palabras de vida. Solo la Biblia nos dice como es Dios, como tener una correcta relación con El y como agradarle. Pero, la vas mayoría tanto de evangélicos y fundamentalistas creen que la Escritura ni es insuficiente ni incompleta en comunicar lo que el cristiano necesita saber cuando navega por los asuntos importantes de la vida. Pero creen que algo adicional a la Biblia es necesario.
La suficiencia de la Escritura ha sido siempre difícil de aceptar para algunos cristianos. Colosenses 2 describe una iglesia durante la época del Nuevo Testamento que sentía que era necesario agregar algunas cosas a las Escrituras con el fin de avanzar a la madurez. La iglesia en Colosas aparentemente había estado bajo la influencia de las etapas tempranas del gnosticismo la cual enseñaba que ciertos cristianos podían estar al tanto de una fuente mística de conocimiento más allá de las Escrituras. Si uno quería avanzar, según los gnósticos, ellos podían sacar de un conocimiento extra-bíblico a través de sus métodos esotéricos. Los colosenses, bajo esta influencia, estaban dejando atrás su instrucción inicial en relación a la vida cristiana (2:1-7) y eran engañados al agregar al menos cinco cosas a la Palabra de Dios: filosofía secular, legalismo, ascetismo, pragmatismo y misticismo. Usando este pasaje como trampolín podemos concluir que cuando algo externo a la Escritura es defendido como un medio para conocer la verdad de Dios, la suficiencia bíblica ha sido negada. Por medio de esta definición encontramos el panorama conservador cristiano literalmente pantanoso con aquellos que afirman creer en la autoridad de la Biblia, pero en la práctica la niegan por fuentes extra-bíblicas en obtener la verdad y la guianza.
Antes de avanzar más, quizás podíamos hacer una pregunta: ¿Es bíblica la suficiencia bíblica? ¿Afirma la Biblia ser suficiente? En respuesta, recordemos 2 Pedro 1:3: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia”. ¿Cómo se obtiene la vida y la piedad? A través del verdadero conocimiento de Cristo, encontrado únicamente en la Palabra. 2 Timoteo 3:16-17 nos recuerda que la “la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia,” ¿Para qué? “a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra.” Tenemos que preguntarnos, que si las Escrituras son útiles para equiparnos para toda buena obra, y si son capaces de guiarnos a toda lo perteneciente a la vida y a la piedad, ¿Qué más necesitamos? ¿Por qué buscar más allá de las Escrituras por cosas que Dios dice que solamente las Escrituras pueden proveer?
En nuestro apoyo a la doctrina de la suficiencia bíblica podemos hacer más que un texto de prueba. Toda la idea clave de la Escritura implica que la sola Palabra es suficiente para enseñarnos a como vivir la vida y encontrar la guía en una manera que honre a Dios. En realidad, el peso de la prueba de que algo más allá de las Escrituras (visiones, sabiduría humana, tradición, etc.) es necesario, recaen con aquellos que cuidan de la suficiencia. Note la perspectiva de la Palabra de Dios como es encontrada en el Salmo 19. Se nos dice que “es perfecta, que convierte el alma. El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón, El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre, Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; Y dulces más que miel, y que la que destila del panal”. No hay aquí ninguna pista de que la Palabra sea insuficiente para equiparnos para cualquier lado adonde nos lleve la vida. Al alabar el salmista las Escrituras, el implica que no hay necesidad de ayuda de cualquier fuente externa que nos ayude a conocer y agradar a Dios con nuestras vidas. Este es la imagen que obtenemos a través de toda la Biblia.
Predicando la Palabra
Si los pastores han perdido la confianza en el poder, la autoridad y la suficiencia de la Escritura no es de extrañar que hayan abandonado en multitud la predicación expositiva y sistemática de la Palabra. Rara vez visito una iglesia o asisto a conferencias bíblicas en algún lugar en el cual las Escrituras verdaderamente se expongan. Sermones con historias, lecturas con psicología popular, un estilo de consejería de “querida Abby”, dramas, producciones musicales y danza interpretativa están reemplazando la verdadera predicación. John Macarthur lo dice muy bien: “si la predicación ha de jugar el papel que Dios le asignó en la iglesia, debe construirse sobre la Palabra de Dios… mucha de la predicación de hoy hace énfasis en la psicología, el comentario social y la retórica política. La exposición bíblica ocupa un segundo puesto en un anhelo desacertado por lo que se consideran temas relevantes… Lamentablemente, hay una discernible tendencia en el evangelicalismo contemporáneo a apartarse de la predicación bíblica ya dirigirse hacia un trato del púlpito centrado en la experiencia, en el pragmatismo y en los tópicos”.[vi]
Recuerdo cuando estaba siendo entrenado, escuchando a Warren W. Wiersbe amonestándonos como a “muchachos predicadores” de que como pastores no debemos enfocarnos en “entretener a las cabras, debemos alimentar a las ovejas”. Creo en hoy en día en la mayoría de las iglesias las ovejas se están muriendo de hambre y no saben porque están siendo alimentadas con alimento de cabra espiritual.
Así que, ¿cual ha de ser el enfoque de los predicadores cuando se para delante de las ovejas de Dios? Si el entretenerlas no es la marca d e la marea alta del mensaje, ¿Qué es entonces? John Piper, en su excelente pequeño libro, La Supremacía de Dios en la Predicación, ofrece sabias palabras que haríamos bien en considerar. El escribe:
Las personas están hambrientas de la grandeza de Dios. Pero la mayoría de ellas, en medio de una vida llena de problemas, no quieren reconocerlo…La grandeza y la gloria de Dios son relevantes. No importa si las encuestas salen con una lista de necesidades perceptibles que no incluyan la suprema grandeza de la soberanía de Dios de la Gracia. Esa es la necesidad más profunda y nuestro pueblo está hambriento de Dios. Necesitan oír que alguien, por lo menos una vez a la semana, alce su voz y magnifique la supremacía de Dios… Una de las implicaciones que esto tiene para la predicación es que los predicadores quienes toman su ejemplo de la Biblia y no del mundo siempre lucharán con las realidades espirituales que muchos de sus oyentes ni siquiera saben que existen o creen que son esenciales… Si Dios no es supremo en nuestra predicación, ¿en que parte del mundo escucharan las personas acerca de la supremacía de Dios? Si no extendemos un banquete de la belleza de Dios los domingos por la mañana, ¿acaso nuestra gente no buscará en vano satisfacer su inconsolable anhelo con los deleites del algodón de azúcar de pasatiempos y narcóticos religiosos? Si la fuente de agua viva no fluye de la montaña de la gracia soberana de Dios el domingo por la mañana, ¿acaso la gente no hará por sí mismas cisternas los lunes, cisternas rotas que no pueden contener agua? (Jer. 2:13?[vii]
Esta es la clase de predicación que la iglesia de Dios necesita hoy. No debemos atrevernos a minimizar el hambre en los corazones de su pueblo ofreciéndoles substitutos que no pueden verdaderamente satisfacer. “Las estaciones vienen y se van, las tendencias llegan y se marchan, el carácter popular cambia, pero la tarea del predicador sigue siendo la misma: proclamar la Palabra de Dios fielmente.”[viii]
[i] Bloesch. “Whatever Happened to God?” (¿Que le ha pasado a Dios?) p.54.
[ii] John Macarthur Jr., “How Shall We Then Worship?” En The Coming Evangelical Crisis, ed. John H. Armstrong (Chicago: Moody Press, 1996), p. 176
[iii] Macarthur, Avergonzados del Evangelio, p.79.
[iv] Guinness, Time for Truth, p.52.
[v] Bill Hull, Power Religion – The Selling Out of the Evangelical Church (Chicago: Moody Bible Institute, 1992)
[vi] John F. Macarthur, Jr. Pastoral Ministry, (Dallas: Word, 1995), p.253
[vii] John Piper, The Supremacy of God in Preaching (Grand Rapids: Baker Books, 1990), pp. 9-11, 30, 109
[viii] Macarthur, Pastoral Ministry, p. 260.
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