Soledad y Silencio
Escrito por Gary Gilley
(Agosto / Septiembre 2012 - Volumen 18, Número 4)
En un mundo lleno de ruido, muchos de nosotros anhelamos “desconectar” y encontrar un lugar tranquilo lejos del zumbido de la tecnología, las demandas del trabajo, los gritos de los niños, la llamada ubicua de la publicidad, la propaganda de los políticos y el bombardeo de las noticias del mundo. Escapar, aunque sea por unos pocos minutos, y hallar descanso para nuestras almas es un anhelo casi universal en los tiempos modernos, sobre todo en Occidente. Cuando este descanso se acompaña de un tiempo a solas con Dios, proporciona la frescura y fuerza que necesitamos para hacer frente a las presiones de la vida cotidiana en la era del ritmo rápido. Por estas razones, cuando los líderes espirituales comienzan a hablar sobre el silencio y la soledad, nuestros oídos se animan y anhelamos adoptar las enseñanzas y técnicas que recomiendan. Durante la mayor parte de mi vida he escuchado a la gente referirse a su hábito regular de oración y estudio bíblico como un “tiempo de silencio.” Y mientras que el término “tiempo de silencio” no describe completamente esta ocasión valiosa a solas con Dios, sí representan un aspecto de la misma - un tiempo apartado para meditar en silencio sobre la Palabra y verter nuestros corazones a Dios. Todo esto para decir que atesoro el silencio y la soledad, tanto o más que la mayoría de los cristianos. Yo siempre lo recomiendo a la iglesia que pastoreo. Yo no sería capaz de funcionar espiritualmente sin un tiempo a solas con el Señor cada día, y sospecho que lo mismo es cierto para todos nosotros.
Pero cuando los líderes del Movimiento de Formación Espiritual hablan de tranquilidad y soledad se hace referencia a algo muy diferente de un “tiempo de silencio”, compuesto de lectura de la Biblia y oración. En los últimos dos artículos, hemos documentado cómo los líderes de formación espiritual redefinen la oración y el estudio de la Biblia y ellos han hecho lo mismo con el silencio y la soledad. Tenemos que tener en cuenta que la formación espiritual es el movimiento que hace de ciertas disciplinas absolutamente esenciales para el desarrollo espiritual. El problema radica en el hecho de que estas disciplinas, como se están definiendo, no se han extraído de la Escritura, sino sobre todo de los antiguos místicos católicos. Como resultado, incluso mientras que los líderes espirituales de formación utilizan algunos de los mismos términos que se encuentran en la Escritura, en realidad están pidiéndonos actividades que no están arraigadas en la Palabra. Ya hemos visto en artículos anteriores que las dos disciplinas principales recomendadas en la formación espiritual son la oración y la lectura de la Biblia, y ¿Quién estaría en desacuerdo con eso? Pero la oración bíblica se ha torcido en oración “contemplativa” que es un intento de experimentar la unión mística con Dios por medio de ciertos métodos que no se encuentran en las Escrituras. Lo mismo puede decirse de la lectura bíblica que se convierte en la lectio divina (lectura sagrada), una forma mística de acercarse a la Biblia, que es muy similar en la técnica y objetivo como la oración contemplativa y de nuevo no se encuentra en las páginas de la Biblia. Dentro de la formación espiritual, la oración contemplativa, y lectio divina son fundamentales. Todo lo demás en sus enseñanzas se basa en estas dos disciplinas. Pero fluyendo de ellas hay una serie de otras disciplinas menores que varían de un escritor a escritor. Quiero centrarme los artículos restantes de esta serie sobre las disciplinas menores que comienzan con el silencio y la soledad que encuentre apoyo en todos los autores y líderes contemplativos. Como veremos más adelante, cuando la formación espiritual habla de estas dos disciplinas, no me refiero a lo que la mayoría de nosotros espera y no se basan gran parte de lo que enseñan en la Palabra de Dios.
El Silencio y la Soledad en la Escritura
Antes de profundizar en las enseñanzas de formación espiritual sobre el silencio y la soledad, primero debemos confirmar que la Biblia en realidad enseña el valor de ambas. Vemos que Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días de pruebas (Lucas 4:1 ss) y que Él tenía la costumbre de ir solo a orar (Mateo 14:23, Marcos 1:35, Lucas 4:42 ). El Señor le enseñó a Pablo aparentemente en el desierto de Arabia por tres años antes de que lo lanzara al ministerio (Gálatas 1:17-18). Fue en la isla de Patmos que Juan recibió la Revelación (Apocalipsis 1:9-10). Prácticamente cada uno de los grandes profetas del Antiguo Testamento, justo a través del tiempo de Juan el Bautista, eran hombres de soledad. Parece que el Señor hace algo de Su mejor obra en nuestras vidas cuando estamos separados de la multitud y en un lugar donde tranquilamente podemos reflexionar sobre El. Al mismo tiempo, como Bruce Demarest enfatiza, no hay entradas bajo “tranquilidad”, “silencio”, o “soledad” en el popular Tópico Nave de la Biblia. También no existe ningún mandamiento en las Escrituras para buscar la soledad para ser transformados espiritualmente. Las personas antes mencionadas fueron tomadas ya sea en soledad por el Señor escogieron por cualquier razón buscar la soledad. Sin embargo, un patrón que discernimos en un personaje bíblico no exige una práctica de nuestra parte, a menos que las Escrituras nos digan específicamente que hagamos lo mismo. Un ejemplo puede proporcionar alguna instrucción útil e idea pero no constituye un mandato.
Los maestros de formación espiritual a menudo tratan de establecer un requisito bíblico para la soledad / silencio, acudiendo a pasajes que o bien toman fuera de contexto o mal interpretan claramente. El Salmo 46:10 que es uno de los favoritos que la RV traduce: “Estad quietos y conoced que yo soy Dios.” Sin embargo, el contexto inmediato no tiene nada que ver con la soledad o el silencio, sino que lleva a la idea de que debemos dejar de esforzarnos en nuestros intentos de superar a nuestros enemigos y reconocer la soberanía del Señor sobre todas las cosas. Esta es la razón de por qué las palabras iniciales se traducen como “quédense quietos” en la NVI y “Estad Quietos” en la LBLA. Demarest intenta probar del texto el mandato de soledad / silencio con una cita fuera de contexto de Isaías 30:15 que es una advertencia para Judá del Antiguo Testamento a no confiar en Egipto para buscar ayuda. También malinterpreta Habacuc 2:20 y Zacarías 2:13, los cuales nos llaman a confiar en Dios, pero no tienen nada que ver con las disciplinas de silencio / soledad. Y seriamente aplica erróneamente 1 Pedro 3:4 el cual pide a las esposas a ser conocidas por su espíritu afable y apacible, no estar en silencio para propósitos de formación espiritual.
Por supuesto, cada pasaje favorito del místico en este tema es el “silbo apacible y delicado” de Elías (1 Reyes 19:12-13). Por ejemplo, Ruth Haley Barton nos dice: “la voluntad de Elías para entrar en la soledad y el silencio dio lugar a Dios para servirle de una manera que no había experimentado todavía” (P. 19). Incluso una lectura superficial del relato determina que Elías no tenía ningún deseo de entrar en la soledad y silencio como Barton describe. Estaba corriendo por su vida de Jezabel, deprimido y listo para entregarse enteramente su vida como profeta. Dios en su gracia extendió la mano y restauró Su hombre, pero Elías no estaba buscando una experiencia con Dios. Además no hay ningún mandamiento en las Escrituras para tratar de duplicar el ejemplo de Elías. En pocas palabras, mientras que buscar un lugar tranquilo para estar a solas con Dios es sin duda una buena idea y se ejemplifica en la Escritura, no es ordenado y nunca es enseñado como algo esencial para el discipulado.
La Meta del Silencio / Soledad
Es importante entender que en el uso de la disciplina del silencio / soledad, los líderes de la formación espiritual está buscando algo más allá del discipulado, están buscando una palabra personal, un mensaje, una revelación, de parte del Señor. Esto es por qué la experiencia de Elías es tan prominente en todos los escritos contemplativos. La idea es, si Elías se fue solo y escuchó la “pequeña voz de Dios”, entonces si seguimos sus pasos vamos a experimentar lo mismo.
La atracción del silencio / soledad contemplativa dentro de los círculos es la creencia de que en el silencio Dios se mostrará y nos hablará independiente de las Escrituras. M. Basil Pennington lo dice así:
Dios es infinitamente paciente. Él no se introducirá a la fuerza a nuestras vidas. Él sabe que lo más grande que nos ha dado es nuestra libertad. Si queremos habitualmente, incluso de manera exclusiva, operar desde el nivel de nuestra propia razón, él respetuosamente se mantendrá en silencio. Podemos llenarnos con nuestros propios pensamientos, ideas, imágenes y sentimientos. Él no va a interferir. Pero si lo invitamos con atención, abriendo los espacios interiores, con silencio, él hablará a nuestras almas, no con palabras o conceptos, sino en la forma misteriosa de que el Amor se expresa por la presencia.
Este objetivo de escuchar la voz de Dios a través del uso de estas disciplinas se documenta a continuación. Por ahora vamos a echar un vistazo más de cerca a la soledad.
Soledad
Aunque muchos intentan distinguir entre las dos disciplinas Richard Foster, en su libro pionero Celebración de la Disciplina, no cree que esto es posible: “Sin silencio no hay soledad”, nos informa. Y aunque es sin duda correcto, voy a tratar de distinguir entre los dos para los fines de nuestro análisis. Donald Whitney, quien no defiende las disciplinas espirituales contemplativas, como lo define Foster y Willard, el define “la disciplina del silencio [como] la abstención voluntaria y temporal de hablar para que ciertas metas espirituales podrían buscarse”, mientras que “la soledad es la Disciplina Espiritual de forma voluntaria y se retira temporalmente a la vida privada, con fines espirituales.”
Dallas Willard eleva el valor de la soledad cuando dice: “La soledad nos libera, en realidad. Esto explica, sobre todo, su primacía y prioridad entre las disciplinas... Nada más que la soledad puede permitir el desarrollo de una libertad de las conductas arraigadas que dificultan nuestra integración en el orden de Dios.” En el prólogo al libro Invitación a la Soledad y el Silencio de Ruth Haley Barton, Willard agrega:
La soledad y el silencio son la más radical de las disciplinas espirituales porque atacan directamente a la mayoría de las fuentes de la miseria y la maldad humana. Estar en soledad es elegir no hacer nada. Para periodos prolongados de tiempo. Todo logro es dado por vencido. El silencio es necesario para completar la soledad, porque hasta que entramos en silencio, el mundo todavía se aferra a nosotros.
Si la soledad es una disciplina tan poderosa, ¿Cuál es el objetivo detrás de esto? Por un lado, los místicos creen que el poder de transformación se encuentra en la soledad. Henri Nouwen escribió: “La soledad es el horno de la transformación.” ¿Cómo llega la soledad a producir la transformación? Esto es mucho más complicado de lo que uno podría esperar. Tenemos que retroceder y recordar que el objetivo final de todo misticismo es un encuentro no mediado con el ser divino (por ejemplo, a Dios en el caso del cristianismo, el universo en el caso del budismo, el mundo de los espíritus en el caso del animismo, Allah en el caso del Islam). Con esto en mente, Ruth Haley Barton nos informa que “el anhelo de soledad es el anhelo por Dios. Es el anhelo de experimentar la unión con Dios sin la mediación de las formas en que normalmente tratamos de relacionarnos con Dios. Por “sin mediación” me refiero a una experiencia directa de Dios con nada en medio, un encuentro con Dios que no está mediado por palabras, por las construcciones teológicas...” La soledad, como los líderes de la formación espiritual, lo entienden, es una herramienta que ayuda a lograr la unión entre el alma y Dios. Lo que complica el proceso es que nuestras almas no son aficionadas a este tipo de encuentros. Parker Palmer nos dice:
El alma es como un animal salvaje: robusta, resistente, ingeniosa, inteligente, autosuficiente. Sabe cómo sobrevivir en lugares difíciles. Pero también es tímida. Al igual que un animal salvaje, busca la seguridad en la maleza densa. Si queremos ver un animal salvaje, sabemos que lo último que debemos hacer es ir a estrellarse en el bosque gritando para que salga. Pero si vamos a caminar tranquilamente por el bosque, sentarnos pacientemente en la base del árbol, y fundirnos en nuestro entorno, el animal salvaje que buscamos podría hacer acto de presencia.
El cómo Palmer es tan conocedor de la conducta del alma es un tanto misteriosa, ya que nada de esto está ni remotamente enseñado en las Escrituras. Sin embargo, la idea es que si queremos que nuestra alma tímida venga a jugar con cautela, necesitamos convencerlo a la soledad. Barton compara el alma con nosotros mismos y escribe: “El anhelo de soledad es también el anhelo de encontrarnos... Esta es nuestra alma, ese lugar en el centro mismo de nuestro ser que es conocido por Dios, que se funda en Dios y es uno con Dios. Pero es difícil hacer que el alma salga.” Es a través de la soledad que un encuentro con Dios se negocia porque, como Teresa de Ávila promete: "Manténgase en soledad y vendrás a Él en ti mismo.”
Una de las experiencias máximas del misticismo, y un objetivo directo de la soledad, es que te topas con la “noche oscura del alma.” La noche oscura del alma se originó con un monje de la Contrarreforma conocido como San Juan de la Cruz. Su libro, con el mismo título, es considerado uno de los textos más importantes e influyentes en los círculos contemplativos. Richard Foster promete que tomar en serio la disciplina de la soledad significa que en algún punto o puntos a lo largo de la peregrinación vamos a entrar en “la noche oscura del alma.” La noche oscura no es un período de depresión, sino que es “una cita divina, una ocasión privilegiada para acercarse al centro divino.” ¿Qué está involucrado en esta noche oscura?
Es posible que tengamos la sensación de sequedad, soledad, incluso de estar perdidos. Cualquier sobre-dependencia sobre la vida emocional es despojada... Cuando la soledad se ve seriamente buscada, por lo general hay una escalera del éxito inicial y luego una decepción inevitable –y con el deseo de abandonar la búsqueda del todo. Los sentimientos van y existe la sensación de que no estamos llegando a Dios... la oscuridad del alma... pone los apetitos sensitivos y espirituales a dormir... une la imaginación y le impide de realizar un trabajo discursivo bueno. Esto hace que el cese de memoria, el intelecto se oscurezca y es incapaz de entender nada, y por lo tanto hace que la voluntad también se vuelva árida y restringida, y todas las facultades vacías e inútiles. Y sobre todo esto se cierne una nube densa y pesada que aflige el alma y la mantiene retirada de Dios.
Este estado adormecido, sin sentido, sin emociones, de trance es supuestamente necesario para que el Señor nos transforme. San Juan de la Cruz nos dice que “caminando en la oscuridad del alma... se avanza rápidamente, porque se obtienen las virtudes.” Y sin embargo, todo esto se extrae de un monje del siglo XVI y no de la Palabra inspirada de Dios. Confío en que se necesite decir un poco más. ¿Por qué el hijo de Dios procura una experiencia que no está autorizada ni modelada en las Escrituras sino que fue inventada por un hombre que pasó gran parte de su vida tratando de ganar de nuevo a la Iglesia Católica, a los que la habían abandonado durante la Reforma?
Silencio
Incluso los autores que difieren mucho de lo que la Biblia enseña en estos asuntos - como Foster and Whitney citado anteriormente - afirman que el silencio y la soledad funcionan en conjunto. La Soledad sin el silencio es ineficaz y el silencio sin la soledad es anémico. Dallas Willard nos dice: “El silencio y la soledad si van de la mano, por lo general. Al igual que el silencio es vital para hacer real la soledad, así la soledad es necesaria para tomar la disciplina del silencio completo. Muy pocos de nosotros podemos estar en silencio en presencia de los demás.” Sin embargo, el silencio parece triunfar sobre la soledad porque Willard escribe: “El silencio va más allá de la soledad, y sin ello la soledad tiene poco efecto. Henri Nouwen observa que “el silencio es la forma de hacer que la soledad sea una realidad.”
Las dos disciplinas, sin embargo, supuestamente funcionan juntas con el mismo objetivo - encontrar a Dios y escuchar Su voz, aparte de las Escrituras. Willard dice: “Sólo el silencio nos va a permitir concentración que transforme vidas en Dios. Nos permite escuchar al tierno Dios, cuyo único Hijo “No contenderá, ni voceará, Ni nadie oirá en las calles su voz.” (Mateo 12:19) Como es habitual, Willard rasga un versículo fuera de contexto para tratar de probar su punto. Mateo 12:19 se refiere a la encarnación y al ministerio de Jesús durante su tiempo en la tierra y no tiene absolutamente nada que ver con la disciplina del silencio. Willard utiliza el versículo sin embargo para tratar de presionar a sus lectores a la necesidad de ser silencioso lo suficiente como para ser capaz de oír la voz aparentemente tranquila de Jesús. Juan de la Cruz (muerto en 1591) está de acuerdo: “El Padre pronuncia una palabra. Esa Palabra es el Hijo, y él lo pronuncia siempre en el silencio eterno. En silencio, el alma tiene que escucharlo.”
Esto puede sonar extraño, incluso incomprensible, y lo es, pero, de acuerdo con Mark Yaconelli, “El silencio es la primera lengua de Dios” y, “El silencio conduce a la oración. La oración lleva a la fe. La fe conduce al servicio. El servicio conduce a la paz.” Pero más que esto, “El silencio es la manera de aprender a escuchar y discernir la voz de Dios.” El valor, la importancia y sacar silencio en círculos contemplativos está esta promesa de que Dios nos habla en el silencio. Richard Foster escribe: “En la quietud de esas breves horas, escucha el estruendo del silencio de Dios.” No estoy seguro de lo que el “estruendo del silencio de Dios” podría ser, pero parece ser que es en esos momentos que supuestamente Dios nos habla.
La mayoría de lo que participan en algún tipo de misticismo se apresuran a restar importancia a estas revelaciones de Dios diciendo que no están a la par con las Escrituras. Sin embargo, aunque estoy de acuerdo que no todas las revelaciones que Dios ha dado, incluso en los tiempos bíblicos, fue registrada en las Escrituras, rechazo cualquier noción de que cualquier forma de revelación de Dios es inferior a otra. Cuando el Señor habla con autoridad es absoluta, es inerrante, es infalible, es para ser obedecida. Las llamadas nuevas palabras del Señor hoy en día, una comunicación que no se encuentra en la Biblia, sería todo tan inspirado como la Escritura. El Señor no tiene dos formas de comunicación - una que es totalmente su Palabra, que viene con la completa autoridad, y una que es algo menor que su Palabra y con falta de autoridad. Sin embargo Foster nos dice que “mantengamos un registro diario de lo que viene a usted.” Esto parece sospechosamente similar a la Escritura autoritativa para mí. Ahora se nos dice registremos lo que Dios nos está diciendo, al parecer para referencia futura. Así es que ¿Dios habla a las personas que practican la disciplina del silencio? Si es así, ¿es esta revelación inspirada (hay alguna otra clase de revelación de Dios)? Y si ahora estamos escribiendo estas revelaciones inspiradas y mantenerlas en un diario, ¿en qué sentido no son ellas la Escritura, al menos para nosotros? Este concepto es una pendiente resbaladiza.
Barton habla de los tiempos, cuando Dios ha hablado a ella específicamente (egp 101), pero esto plantea la pregunta, y ella se da cuenta de cómo se conoce la voz de Dios cuando la escucha (p. 118). El autor nunca realmente responde a esta pregunta, retirando primero las hipótesis: “Uno de los supuestos básicos de la vida cristiana es que Dios se comunica con nosotros a través del Espíritu Santo.” El por qué asume que el Espíritu Santo habla a los cristianos directamente no se explica, sobre todo porque la voz interior de Dios que está defendiendo nunca se encuentra una sola vez en ningún relato de las Escrituras. Sin embargo, Barton nos promete que “a través de la práctica y la experiencia nos familiarizamos con el tono de la voz de Dios [y] aprendemos a reconocer la voz de Dios.” Dado que este realmente no responde a la pregunta, ella nos asegura que el aprendizaje de la voz de Dios “conlleva experiencia y práctica.” Por lo tanto, con el fin de apoyar una idea injustificada e insostenible bíblicamente de que Dios nos habla aparte de las Escrituras, y, a menudo sin palabras en nuestro ser interior, lo mejor que puede ofrecer Barton es que al final vamos a ser capaces de distinguir la voz de Dios a la nuestra si seguimos practicando. Esto es decepcionante en el mejor de los casos. Pero para empeorar las cosas, al parecer Dios “nos está hablando todo el tiempo” y estamos obligados a obedecer lo que Él dice. Esto pone una carga insostenible para los que aceptan las ideas de Barton, ya que no sólo deben escuchar la voz interior y sin palabras de Dios, también deben obedecerla. Si no lo hacen, por supuesto, están en pecado.
Técnicas
Si una persona desea practicar la disciplina del silencio ¿cómo debe hacerlo? Demarest ofrece los siguientes ejercicios para “aquietar el alma”: escuchar música clásica, dar un paseo tranquilo por la naturaleza, y otros regímenes más disciplinados como enfocarse en la respiración. En concreto, recomienda “sentarse cómodamente, y sólo respirar con normalidad. Al inspirar, centrar la atención en el aire que entra y sale de las fosas nasales. En caso de que su mente divague y pase suavemente enfóquese de nuevo a la conciencia de su respiración. Continúe esto por varios minutos... Sus beneficios son serenidades emocionales elevadas y, sobre todo, una mayor receptividad a Dios.” Demarest también recomienda otro ejercicio similar silencioso:
Una vez más respirar normalmente. Al exhalar, imagine con la ayuda de Dios que está respirando impurezas espirituales y emocionales fuera de su vida. Estos pueden incluir preocupación (véase Lucas 12:22, 25-26), el temor (1 Juan 4:18), o la ira (ver Salmo 37:8, Colosenses 3:8). Enfoque por unos momentos en una impureza, y luego en otra. Este acto de la voluntad ayudará a una liberación consciente de los impulsos pecaminosos - un silenciamiento de los falsos egos que la Escritura describe como el “hombre viejo” (RV) o la naturaleza maligna (ver Romanos 6:6; 4:22 Efesios, Colosenses 3:9). Concéntrese en sus inhalaciones. Imagine, con la ayuda de Dios, que usted está respirando en gracias positivas dadas por la Escritura... Este acto de la voluntad a una apropiación consciente de virtudes bíblicas –una mejora del verdadero ser que la Escritura llama el “hombre nuevo” (RV) o la “nueva naturaleza” (Efesios 4:24; Colosenses 3:10). Físicamente y emocionalmente, estos ejercicios promueven la realización. Espiritualmente, facilitan el despido de la identidad pecaminosa y la mejora de la nueva naturaleza en Cristo. Estos ejercicios reconocen nuestra humanidad creada, que Dios nos hizo almas en cuerpos físicos.
Podemos deducir de esta larga cita, al igual que las anteriores del profesor Demarest, dos cosas importantes. En primer lugar, las técnicas recomendadas no se han extraído de la Escritura, en el mejor de ellos son opcionales. Si escuchar música clásica o damos un paseo en la naturaleza es reconfortante y útil para usted, no habría razón para no hacer estas cosas. Sin embargo, el Señor no menciona tales ejercicios como necesarios para preparar nuestros corazones para la formación espiritual. Los ejercicios de respiración tienen vínculos muy estrechos con el misticismo oriental que cualquier cosa encontrada en el cristianismo bíblico. En segundo lugar, y más importante aún, estos ejercicios de respiración no se prescriben en las Escrituras como un medio de despojarnos del viejo hombre o vestirnos del nuevo hombre. Estas no, “facilitan el despido de la identidad pecaminosa y la mejora de la nueva naturaleza en Cristo” como se promete. Las promesas hechas son simplemente falsas. Si le tranquilizan para concentrarse en su respiración no hay nada en las Escrituras que le prohíbe hacerlo. Sin embargo, las afirmaciones espirituales promocionadas no pueden justificarse por la Palabra. Estas ideas fueron inventadas por los místicos hace siglos y ahora están siendo transmitidas por sus discípulos. Pero ni Jesús ni los apóstoles practicaron estos métodos, y más importante, ni enseñaron a otros a hacer lo mismo.
Barton también se suma el uso de un mantra (aunque ella nunca lo llama así) en nuestro tiempo de silencio con el fin de facilitar oír la voz de Dios. Ella le dice a sus lectores a “pedir en una oración simple (de Dios”, tales como “Aquí estoy”, o “¡Ven, Señor Jesús!”. Ella escribe: “Lo mejor es que la oración sea no más de seis u ocho sílabas de manera que pueda orarse muy natural en el ritmo de su respiración... Ora esta oración varias veces como una entrada al silencio y también como una manera de lidiar con las distracciones.” Los Mantras juegan un papel importante en todas las formas de misticismo y lo hacen aquí también, pero nunca se enseñan en la Palabra de Dios.
Monasticismo
Una palabra sobre el monasticismo es apropiado en este contexto, ya que la mayoría de las disciplinas espirituales y sobre todo la soledad / silencio fueron inventadas y perfeccionados por los ermitaños y monjes en el cristianismo antiguo. Las raíces de la vida monástica se formaron cuando el cristianismo se convirtió en la religión del estado y cesó la persecución. Hasta la época de Constantino, los creyentes a menudo sufrieron persecución y martirio. En ese entorno las diferencias entre la iglesia y el mundo eran bastante claras. Pero cuando el cristianismo fue legalizado y adoptado como la religión oficial del estado en el año 311, la impureza entró en la iglesia con rapidez. Algunos deseaban separarse de esta corrupción y decidieron hacerlo al convertirse en ermitaños - muchos de los cuales más tarde fueron llamados “padres del desierto” ya que se mudaron al desierto egipcio en busca de refugio en un intento de buscar la santidad. El más conocido de estos ermitaños era Antony cuya vida fue narrada por Atanasio (m. 396). Sin embargo, vivir solo en esas circunstancias era muy peligroso y muy pronto estos ermitaños crearon comunidades en las que podían practicar en soledad con seguridad (a pesar de que es bastante irónico pensar en una comunidad de ermitaños). Estas comunidades eran encerradas por muros de protección por seguridad, pero cada ermitaño tenía su morada separada para vivir en soledad. A partir de este acuerdo, lo que conocemos como monasterios eventualmente emergieron.
En los últimos tiempos, en tanto las disciplinas espirituales y la formación espiritual se vuelven más populares, también lo hace el monasticismo. El término “nuevo monasticismo” se está convirtiendo en común en Internet y entre los escritores emergentes y orientados místicos como Richard Foster, Tony Jones y Brian McLaren. La edición de invierno de 2007 de Historia y Biografía Cristiana está dedicada a la vida monástica del monje del siglo VI San Benito y dice: “Ningún tema toca a jóvenes estudiantes evangélicos más que el monasticismo.” ¿Por qué esto es verdad? Por un lado la época fragmentada, orientada al éxito, y materialista se está quedando sin gas para muchos. Se necesita algo más, algo con profundidad, algo más allá de la tradición cristiana superficial orientada al entretenimiento a la que muchos se han acostumbrado. Entre la combinación de inquietud / desilusión y la promesa de mejores cosas en la soledad, el ascetismo y una vida de disciplina espiritual, la vida monástica tiene un proyecto determinado. Sin duda, este es un “nuevo monasticismo” con un toque del siglo 21. El origen de la vida monástica cristiana primitiva se produjo en el siglo IV después de la legalización del cristianismo. Hasta entonces el martirio fue la última prueba de la devoción, [pero en ese momento] ... el asceta cristiano heredó el manto del mártir ... [volviéndose una especie de mártir viviente] ... Los monjes buscaron vivir una vida angélica en la tierra, sin casarse ni tener hijos. Al negarse a participar en el proceso continuo de repoblar la tierra físicamente, reconocieron que la venida de Cristo había iniciado una nueva era y creía que su vida podría ayudar a marcar el comienzo de su reino.
El joven contemporáneo atraído por el monasticismo no es probable que abandone la vida convencional y viva como ermitaños en cuevas o monasterios, incluso. Más frecuente es que seguirán manteniendo sus puestos de trabajo, viven en viviendas estándar, con la familia o amigos y llevan a cabo las actividades normales de la sociedad moderna. Pero ellos, como lo hacen muchos de nosotros, tienen el anhelo de un sentido de serenidad, tiempos más tranquilos y más simples, y ahí radica la fuerza de las prácticas monásticas y antiguas. El deseo puede ser un amo duro, siempre que no se centre en actividades verdaderamente bíblicas.
A medida que más evangélicos se familiaricen con las disciplinas que se extraen de los monjes y monjas que originaron estos ejercicios, se ha producido un creciente interés entre personas para tener una experiencia similar. Algunos, como Larry Crabb y Leighton Ford, van a los monasterios durante una semana o más para pasar un tiempo en silencio y soledad. Otros, como Bruce Demarest, han participado en retiros espirituales en monasterios dirigidos por monjes católicos, para aprender más acerca de esta forma de vida. Es a partir de la exposición a estas influencias, no de los nuevos conocimientos en las Escrituras, que han llevados estos evangélicos protestantes dentro del Movimiento de Formación Espiritual. Brian McLaren está en lo correcto (no digo que a menudo) cuando reconoce: “Muchos líderes cristianos comenzaron a buscar un nuevo enfoque bajo el lema de ‘formación espiritual.’ Esta nueva búsqueda ha llevado a muchos de ellos de vuelta a las prácticas contemplativas católicas y disciplinas monásticas medievales.” Esta declaración constituye una buena advertencia para aquellos que creen que pueden beber en las disciplinas espirituales y contemplativas y no dejarse engañar por la teología detrás de ellas.
Bruce Demarest, Satisfying Your Soul, Restoring the Heart of Christian Spirituality, (Colorado Springs: NavPress, 1999), p. 128.
Ruth Haley Barton, Invitation to Solitude and Silence , (Downer Grove: InterVarsity Press, 2010), p. 19.
Quoted in Ruth Haley Barton, Invitation to Solitude and Silence , p. 35.
Richard Foster, Celebration of Discipline, the Path to Spiritual Growth, (New York: HarperCollins, 1998), p. 98.
Donald Whitney , Spiritual Disciplines for the Christian Life (Colorado Springs, NavPress, 1991), p. 184. En correspondencia privada a mí el Dr. Whitney aclaró su posición. Él escribió: “En cuanto al silencio y la soledad, que es un capítulo que va a recibir una gran cantidad de revisión cuando el libro se revise. Por favor, no piense que yo todavía expreso las cosas tal como están escrita en el año 1991 ... Básicamente yo sólo quiero argumentar que necesitamos momentos para estar a solas con el Señor, porque la Escritura enseña esto con ejemplo en todo. Por otra parte, algunas disciplinas, como la meditación sobre las Escrituras y la oración personal, parecen implicarlo. Y con el silencio, esencialmente estoy argumentando que es un corolario a veces de estar a solas con el Señor, y que hay momentos en los que debemos “estar en silencio delante de Él”, como dicen los profetas. Ante el Señor, yo creo que hay un tiempo para callar y un tiempo para hablar. Lo escucho hablar a través de su Palabra (momento en el que mi boca por lo general tiene que ser cerrada) y me dirijo a Él a través de la oración y la alabanza. Cualesquiera que sean esas exhortaciones a “estar en silencio delante de El,” es lo que quiero decir y enseñar. En lugar de “volverse hacia adentro,” Quiero cerrar mi boca a veces en un silencio Centrado en Dios.”
Dallas Willard, The Spirit of the Disciplines , (San Francisco: Harper, 1991), p. 160.
Citado en Ruth Haley Barton, Invitation to Solitude and Silence , p. 12.
Citado en Mark Yaconelli, Downtime, Helping Teenagers Pray , (Grand Rapids: Zondervan, 2008), p. 134.
Ruth Haley Barton, Sacred Rhythms, (Dowers Grove: InterVarsity Press, 2006), p. 32.
Citado por Richard Foster, Celebration of Discipline, the Path to Spiritual Growth, p. 96.
Richard Foster, Celebration of Discipline, the Path to Spiritual Growth, p. 102.
Citado por Bruce Demarest, p. 128.
Mark Yaconelli, Downtime, Helping Teenagers Pray , p. Marcos Yaconelli, tiempo de inactividad, Ayudando a los Adolescentes Ore, p. 56. 56.
Richard Foster, Celebration of Discipline, the Path to Spiritual Growth, pp. 107-108.
Ruth Haley Barton, Invitation to Solitude and Silence , p. 118.
Ibid., p. 123.
Ruth Haley Barton, Invitation to Solitude and Silence , pp. 39-41.
Jennifer Tafton, “Rediscovering Benedict,” Christians History and Biography , Issue #93, p.6.
Brian McLaren, A Generous Orthodoxy , (Grand Rapids: Zondervan, 2004), p. 220.
No hay comentarios:
Publicar un comentario