El Fariseo y el Publicano
Por Tim Challies
He estado leyendo Jerry Bridges 'La Disciplinas de la Gracia, un libro maravilloso que tiene un profunda mirada al papel de Dios y el papel del cristiano en la búsqueda de la santidad. El capítulo dos, “El Fariseo y el Publicano”, es todo acerca de la necesidad de una comprensión humilde de nuestro propio pecado y la necesidad de una aceptación agradecida de la gracia de Dios. Bridges dice estas son dos necesidades importantes de los cristianos comprometidos. Sin embargo, los cristianos tienden hacia una de dos actitudes opuestas.
El primero es un sentido implacable de culpa debido a las expectativas no satisfechas en la vida cristiana. Las personas que se caracterizan por este modo de pensar con frecuencia viven en sus pecados asediándoos o en su fracaso para dar testimonio a sus vecinos o vivir de acuerdo con numerosos otros desafíos de la vida cristiana que tan a menudo se vienen sobre ellos.
La otra actitud es una de los distintos grados de auto-satisfacción con la vida cristiana.
Podemos caer en esa actitud porque estamos convencidos de que creemos las doctrinas correctas, leemos los libros cristianos correctos, practicamos las disciplinas correctas de una vida cristiana comprometida, o estamos activamente involucrados en algún aspecto del ministerio cristiano y no son sólo “bancas niñeras” en la iglesia.
Conozco personas que viven en cada uno de esos campos y, de hecho, se han botado yendo y volviendo entre ellos muchas veces.
Bridges se vuelve a Lucas 18:9-14 y la conocida historia del fariseo y el recaudador de impuestos, una historia que compara y contrasta la hipocresía religiosa y la verdadera humildad. El fariseo era religioso externamente, haciendo y diciendo las cosas correctas, pero el recaudador de impuestos se quebrantó verdaderamente por su pecado. Fue el recaudador de impuestos quien se fue a su casa justificado.
Bridges da un breve momento de “Ay” en el que dice: “Por lo general, nos acercamos a esta historia con la sensación de satisfacción que proviene de la lectura acerca de otras personas en vez de a nosotros mismos.” Él quiere que nosotros veamos que esta historia no sólo se aplica a los no-creyentes, sino también a los creyentes. Después de todo, Jesús contó la historia a los que estaban confiados en su propia justicia y eso es algo de lo que no somos inmunes. “El pecado del fariseo puede llegar a ser el pecado del más ortodoxo y cristiano comprometido.”
¿Cómo puede un cristiano ser este tipo de hipócrita religioso? Al definir el pecado hacia abajo, por así decirlo. Si bien no puede sucumbir a los grandes y públicos pecados de la embriaguez o el robo o el asesinato, somos propensos a los “pecados refinados” (lo que en un libro más tarde se referiría como “pecados respetables”) cosas por el estilo y el discurso crítico sentenciosa y el orgullo. “Vemos la omnipresencia creciente de estos pecados más flagrantes, y nos vemos a nosotros mismos en buen estado a su lado.” Y sin embargo, nos permitimos entregarnos a esos pecados feos y respetables.
Bridges a continuación enseña acerca de la gravedad del pecado, que muestra el horror de esos pecados incluso refinados, demostrando que ellos también desafían a Dios y se rebelan contra él. El autor muestra que los cristianos son santos en vez y de pecadores. “Realmente somos nuevas criaturas en Cristo. Un cambio real y fundamental se ha producido en las profundidades de nuestro ser. El Espíritu Santo ha venido a morar dentro de nosotros, y hemos sido liberados del dominio del pecado. Pero a pesar de ello seguimos pecando cada momento del día, muchas veces al día. Y en ese sentido somos pecadores. Siempre debemos vernos a nosotros mismos, tanto en términos de lo que somos en Cristo, es decir, santos, y lo que somos en nosotros mismos, a saber, pecadores.”
¿Y qué necesitan los pecadores? Ellos necesitan el evangelio. Después de haber establecido este tipo de bases, Bridges ya está listo para mostrar cómo el evangelio se aplica a la vida cristiana. Ese será el tema de la lectura de la próxima semana.
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