La Santidad de Dios y la Existencia del Infierno
Por Tim Challies
Uno de los grandes interrogantes que enfrenta la iglesia de hoy se refiere a la existencia y la naturaleza del infierno. El infierno está bajo ataque desde el exterior de la iglesia visible y desde el interior. La pregunta que cada uno de nosotros debemos responder es la siguiente: ¿Existe el infierno? ¿Es, como los cristianos han afirmado por mucho tiempo, un lugar de castigo eterno, consciente, un lugar real donde gente real irá en tiempo real y enfrentarse a la ira real de un Dios real?
Esa pregunta puede ser un poco engañosa. Preguntar si existe el infierno no es realmente una pregunta sobre un lugar, al igual que cuando se pregunta, ‘¿La ciudad de Filadelfia, existen en realidad?” O “¿Hubo realmente una ciudad llamada Jericó?” No es una cuestión de geografía mundial, sino del carácter divino. La pregunta del infierno es, ante todo, una pregunta sobre el carácter de Dios. Aquí está la cosa: Si hay un infierno, sabemos que no puede existir fuera del conocimiento y la voluntad de Dios. Si Dios es quien dice ser, si de verdad todo lo sabe y es todo poderoso, entonces la gente no puede estar fuera de su decreto. Y por lo que cualquier duda sobre la existencia del infierno es en realidad una cuestión acerca de Dios mismo.
En una breve serie de artículos, quiero explorar la relación entre la santidad de Dios al pecado humano y la siguiente pregunta: ¿Qué pasa cuando el pecado del hombre choca con la santidad de Dios? Tendré que presuponer que usted tiene una cierta comprensión de la santidad de Dios y que usted sabe que la santidad de Dios es uno de sus atributos más fundamentales. La santidad de Dios es su cualidad de ser puesto aparte, de ser completamente diferente a cualquier cosa o cualquier otra persona. Su santidad impregna todo lo que es y todo lo que hace. Hay un sentido en el que su santidad modifica sus otros atributos, de manera que su amor es un amor santo y su justicia es una justicia santa.
De alguna manera, todo pecado es una violación de la santidad de Dios. Dios nos dice: “Sed santos como yo soy santo.” Hemos sido creados a imagen del Dios santo, hemos sido creados como seres santos. Sin embargo, con cada pecado elegimos la falta de santidad en el lugar de la santidad, elegimos nuestro camino en vez del camino de Dios. Con cada pecado hacemos notar la santidad de Dios, hacemos notar el hecho de que estamos hechos a imagen de Dios y se nos dice que seamos como él. Todo pecado es una declaración hacia Dios que dice: “¡Yo elijo no ser santo, opto por no actuar en su imagen, yo elijo mi camino en lugar de su camino!”
Entonces, ¿cuál es la forma santa para que el Dios santo actúe a la luz de tal pecado? La Biblia nos muestra que Dios puede responder de dos maneras –El responde con misericordia paciente o responde con justa ira.
En esta serie quiero ir a la Biblia para demostrar que adoramos a un Dios de misericordia y de ira —un Dios que es digno de elogio por su misericordia y su ira. De hecho, el único Dios que es digno de nuestra adoración es el Dios que tiene no sólo la esperanza del cielo, sino también el horror del infierno.
Así es como voy a dividir esto. En primer lugar vamos a ver que a veces el santo Dios reacciona ante nuestro pecado con justa ira. Luego veremos que a veces el santo Dios reacciona ante nuestro pecado con misericordia paciente. Luego, para envolver las cosas, vamos a mirar hacia el lugar donde la ira y la misericordia se encuentran. Lo que vamos a ver mientras echemos una mirada profunda en el carácter de Dios, al entrar en contacto con el pecado es que hay una conexión inexorable entre la santidad de Dios y la existencia del infierno. Vamos a ver que existe el infierno, porque Dios es santo —que el infierno debe existir, porque Dios debe ser santo.
Eso va a hacer a modo de introducción. Manténgase en sintonía para la segunda parte de esta serie mañana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario