El Oficio de Diacono - Carácter
Por Dan Dumas
A menudo se dice que uno de los aspectos más importantes del liderazgo simplemente se manifiesta. Sólo mantente ahí, y la gente va a seguir. A la gente le agrada que sus líderes sean visibles. Este testimonio de la verdad de que el liderazgo comienza y termina con el ejemplo.
Sería difícil imaginar un papel de liderazgo, donde esto es más cierto que el de un diácono. El ejemplo de un diácono es su medio de liderazgo. Puesto que a un diacono no se requiere enseñar, su servicio es la forma en que dirige. Él no dirige con la boca, sino con las manos. Y así, la calidad de vida de un diácono debe ser ejemplar. Él debe ser como un anciano en su carácter.
En 1 Timoteo 3, Pablo enumera siete cualidades que deben ser verdaderas para un diácono. Podemos llevar a cabo las primeras cuatro en este post. Pablo comienza con una característica positiva, y luego se mueve a tres negativas.
Lo primero que Pablo enumera es la dignidad del diácono. Los diáconos no pueden ser ingenuos y frívolos. Incluso en el servicio y tareas domésticas, un diácono debe conducirse con seriedad. Por supuesto, él puede reír y sonreír y divertirse, pero cuando llega el momento de servir, los diáconos debe ser serios, no simplista o superficial. El diaconado no demanda hosquedad, pero sí demanda dignidad.
Las tres características negativas siguientes nos ayudan a definir como es la dignidad. El diácono no puede ser de lengua bífida. Él debe ser digno de confianza cuando habla, no un chismoso o chismosa. Su discurso debe ser consistente, y sin duplicidad. La gente debe saber que sus diáconos son dignos de confianza, y que dicen la verdad.
Luego, el diácono no puede ser adicto a mucho vino. De hecho, los diáconos no deben ser adictos a ninguna cosa. Deben mantener el control de sus facultades, y no dar el control a cualquier sustancia.
Por último, la dignidad de un diácono significa que no puede amar el dinero. Un diácono no puede ser borracho de codicia. Esto es importante porque los diáconos a menudo manejan las finanzas de la iglesia. El dinero tiene el poder de corromper, por lo que un diácono debe tener cuidado en la tentación de la codicia.
Si la dignidad de alguien no es clara para todos en las áreas de lenguaje, el control y las finanzas, entonces él no está calificado para ser un diácono. O él constituye un ejemplo digno, o él no es diácono en absoluto.
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