El Sistema de Alerta de Dios
Por John MacArthur
Estoy agradecido por los sistemas de alerta. Las luces del tablero en mi coche, detectores de humo en mi casa, incluso los pequeños golpes en el camino que me permiten saber cuando estoy cruzando a otro carril. Si hay algún dispositivo u objeto que es capaz de avisarme de peligro o catástrofe inminente, yo lo quiero trabajando para mí.
En el diseño perfecto del Señor, cada uno de nosotros tiene dos sistemas integrados de alerta que trabajan para mantenernos en peligro y el daño. El primero es el dolor. La mayoría de nosotros piensa en el dolor como algo malo, pero en realidad es un don de Dios. Usted sabe que una cosa está mal físicamente cuando su cuerpo le duele. Pero más que eso, el dolor es el método de Dios que le protege de la destrucción de sí mismo.
La mejor ilustración de cómo el dolor nos protege es la enfermedad de Hansen, o lo que se denomina la lepra. Hace mucho tiempo la gente creía que la lepra carcomía las extremidades de una persona, comía con los dedos, la nariz y las orejas, la barbilla, sus dedos de los pies, los pies y las piernas. No fue sino hasta los 1800, que los biólogos descubrieron que la lepra no consume el cuerpo en absoluto.
Al contrario, destruye los nervios y el sentido del tacto. Y sin la habilidad de sentir la presión o el dolor, literalmente, desaparece la nariz, las orejas, la barbilla y la frente. Te rascas la cabeza y se hacen boquetes grandes en ella sin sentir el daño que está haciendo. Usted es totalmente ajeno al dolor, se corta un dedo y no se da cuenta, y viene una infección y eso lo empieza a carcomer. Sin la capacidad básica de sentir dolor, usted es capaz de hacerse un daño increíble a su cuerpo, y está abierto a todo tipo de otros peligros físicos. Sin que el sistema integrado de advertencia, poco a poco te destruyes a ti mismo. El dolor te protege.
Desde una perspectiva espiritual, su otro sistema incorporado de advertencia —su conciencia—, hace lo mismo. Así como el dolor punzante le advierte de un peligro físico a su cuerpo, su conciencia le grita a usted acerca de una violación de la ley moral.
Pero su conciencia por sí sola no puede salvarlo. Es sólo un mecanismo, un dispositivo de advertencia. Y si no ha sido guardada y entrenada, no será capaz de alertar de un peligro espiritual. Una conciencia desnutrida, confusa y retorcida no será capaz de protegerlo –en realidad, realmente lo podría llevar al pecado y la corrupción.
Su conciencia no funcionará correctamente a menos que haya sido informada por la realidad y la formación como un músculo. Necesita ser desarrollada y protegida y afilada.
Si usted va a vivir la vida pura y santa que el Señor ha mandado a vivir, se necesita una conciencia atenta a su norma perfecta. Y entonces usted necesita escuchar con cuidado y prestar atención a sus advertencias.
En los próximos días, vamos a ver la importancia vital de proveer y dar formación a su conciencia, cómo mantenerla suave, fuerte y clara, y de los peligros de engañar o hacer caso omiso del sistema de advertencia de Dios.
Disponible en línea en: http://www.gty.org/resources/Blog/B120706
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