Lento Para la Ira, Pronto para la Ira
Por Tim Challies
En la revelación de Dios de sí mismo a Moisés en el Monte Sinaí, él dice que es "lento para la ira" (Éxodo 34:6). Sin embargo, más tarde en el Antiguo Testamento, en la profecía acerca de Cristo en el Salmo 2, se nos dice que “Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira.” (2:12).
Entonces, ¿Cómo es? ¿Es Dios lento para la ira o es rápido para la ira? No puede ser ambas cosas, ¿verdad?
A mí me parece que la respuesta radica en la comprensión de que hay una distinción entre “enojarse” y el “inflamar su ira.” Enojarse se refiere a la actitud de Dios hacia su creación. Inflamar la ira se refiere a las formas en las que actúa de acuerdo a esa actitud.
En este sentido, podemos afirmar dos cosas: Dios es lento para airarse, como él le dice a Moisés en el Monte Sinaí (y se repite en el resto de las Escrituras (ver Nehemías 9:17, Salmo 86:15, etc) Sin embargo, después de que él se enfada, su ira, el medio por el cual se manifiesta ese enojo, puede ser encendida rápidamente.
Romanos 2:4-5 captura esta distinción con fuerza. Después de mencionar cómo las personas han estado presumiendo de “las riquezas de la bondad [de Dios], tolerancia y paciencia" (en referencia a la lentitud de la ira de Dios), Pablo dice que están acumulando ira para ellos mismos “en el día de la ira” que, como sabemos por las palabras de Pablo en 1 Tesalonicenses 5:2, vendrá pronto “como un ladrón en la noche.”
En última instancia, cada una de ellas es verdadera y cada una de ellos es una bendición para nosotros. El hecho de que Dios es tardo para la ira significa que hay tiempo y oportunidad para que nos arrepintamos de nuestros pecados. El hecho de que él es rápido para la ira nos protege contra la presunción sobre su misericordia y la prolongación de nuestra rebelión.
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