¿Es Usted un Servidor Fiel de Dios?
Por Tim Challies
La Biblia usa varias metáforas para describir la relación de los cristianos con su Dios, y cada una de ellas lo examina desde una perspectiva diferente para mostrar diferentes verdades. Una de las metáforas más prolíficas es la de Dios como amo y su pueblo como siervos. Somos siervos de Dios. ¿Qué significa esto? ¿Cuáles son las implicaciones? Aquí hay siete cosas que son verdaderas para los amos y sirvientes y, por lo tanto, verdaderas de Dios y su pueblo.
Un siervo sirve a un maestro. Un sirviente abandona a todos los demás para que pueda concentrar su mejor atención en su amo. Sirve a su amo de tal manera que no queda espacio para otro. Del mismo modo, el cristiano deja el servicio del pecado y Satanás para inscribirse en el servicio de Dios. Él usa alegremente su vida para servir a ese buen maestro. “Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna” (Romanos 6:22).
Un siervo está a la entera disposición de su amo. Un siervo no es libre de hacer lo que quiere cuando quiere hacerlo, pero siempre debe hacer la voluntad de su amo. El cristiano se pone voluntariamente a disposición de Dios en lugar de la propia. Él anhela hacer la voluntad de Dios, no importa el costo. Vive su vida atenta a la voz y los deseos de Dios.
Un siervo está ligado a su amo. Un siervo está unido a su amo por pacto, contrato o escritura. No puede simplemente dejar su servicio en un capricho. Del mismo modo, el cristiano está ligado a Dios por medio de la fe y el bautismo. “He inclinado mi corazón para cumplir tus estatutos por siempre, y hasta el fin,” dice David (Salmo 119:112). Nos hemos atado a Dios por medio de la fe y la profesión pública y preferimos morir antes que romper nuestra promesa.
Un siervo hace el trabajo de su amo. Un siervo hace el trabajo de su amo. El amo se libera de muchas tareas y responsabilidades porque las ha confiado a su siervo y el siervo las realiza en su nombre. Dios nos llama a llevar a cabo su voluntad y realizar sus obras en la tierra. Pablo dijo: “Y yo muy gustosamente gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré por vuestras almas…,” que es la obra que el Señor le había llamado (2 Corintios 12:15). Dios nos llama a trabajar para él en el tiempo que nos da.
Un siervo sigue a su amo. Donde sea que su un amo se dirija, su sirviente le sigue y a donde Dios se dirija, el cristiano le sigue. Donde otros vagan tras la bestia, el cristiano sigue los pasos de Cristo (Apocalipsis 13:3). Él sigue a Cristo a través de pastos verdes y valles oscuros, a través del gozo y la aflicción. Él sigue a Cristo cuando toma su cruz (Lucas 9:23), permaneciendo obedientemente puro y santo en un mundo malvado. Vivir en un mundo perverso no puede hacer que un cristiano se vuelva impío, como tampoco nadar en agua salada puede hacer que un pez se vuelva salado.
Un siervo está satisfecho con lo que su amo paga. Un siervo está satisfecho con lo que le da su amo. Si el amo da mucho, está contento, y si el amo da poco, también está contento. El cristiano hace eco a Pablo, quien declaró: “Sé vivir en pobreza, y sé vivir en prosperidad; en todo y por todo he aprendido el secreto tanto de estar saciado como de tener hambre, de tener abundancia como de sufrir necesidad.” (Filipenses 4:12). El cristiano que se queja de sus circunstancias olvida que es siervo.
La persona que recibe hasta la menor medida de la gracia de Dios morirá en su deuda.
Un sirviente defiende el honor de su amo. Un siervo defenderá el honor de su amo. No puede tolerar oír a otros hablar mal de su amo, ya sea en su rostro o, a la espalda. El cristiano defiende el honor de Dios, haciendo eco al salmista que dijo: “Mi celo me consume” (Salmo 119:139). Es una cosa vergonzosa oír a la gente hablar en contra de Dios, pero permanecer en silencio.
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