Manual del Predicador: ¿Debería Siempre Llamar al Arrepentimiento y a la Fe?
Steven J. Lawson
La predicación expositiva se dirige a toda la persona: la mente, los afectos y la voluntad. Lamentablemente, muchos piensan en la predicación expositiva sólo como instrucción mental. Aunque la predicación debe instruir a la mente, debe ir más allá de la mera instrucción mental. Un sermón expositivo también debe levantar los afectos.
Jonathan Edwards, por ejemplo, habló de este deseo de levantar las emociones de sus oyentes para que estuvieran encendidos por el Señor y emocionalmente receptivos a su verdad. Pero un sermón no sólo debe instruir a la mente y elevar los afectos; también debe desafiar la voluntad. En otras palabras, un sermón expositivo siempre incluirá un llamado a responder a la Palabra de Dios. Por su naturaleza, predicación desafía y hace demandas a la voluntad.
La Proclamación Exige un Veredicto
Un sermón evangelístico demuestra la importancia de llamar a una decisión. En la predicación evangelística, el sermón invita a los incrédulos a arrepentirse de sus pecados y confiar en el Señor. El ministerio de Cristo ilustra repetidamente este compromiso de demandar una decisión. Cristo dice: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16:24). En otra parte dice: "Si alguno tiene sed, que venga a mí y beba. … "De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva." (Juan 7: 37-38).
Jesús invita continuamente a los incrédulos a responderle con fe arrepentida:
Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y HALLAREIS DESCANSO PARA VUESTRAS ALMAS. Porque mi yugo es fácil y mi carga ligera. (Mateo 11: 28-30)
Jesús desafió la voluntad del incrédulo, y nuestros sermones expositivos no pueden menos que demandar una decisión e invitar a la voluntad a responder.
Dos Peligros a Evitar
Al pedir una decisión, los predicadores deben evitar dos peligros. La primera es manipular la voluntad . El predicador nunca debe coaccionar o persuadir de manera falsa; los creyentes no deben ser manipulados en una supuesta "decisión" para Cristo. Los pastores no son llamados a este método de torcer los brazos. El segundo peligro (y igualmente perjudicial) es nunca desafiar la voluntad. Los predicadores fieles de la exposición nunca manipulan, pero siempre llaman a la gente a responder con sus vidas.
Cuando estaba saliendo con la mujer que sería mi esposa, llegó un punto en el que tuve que ir más allá de "Te amo. Creo que eres genial. No puedo ver vivir sin ti. "Eventualmente, me di cuenta que tenía que hacer la pregunta," ¿Quieres casarte conmigo? "Ella necesitaba oírme hacer esa pregunta importante, y esa pregunta la llevó a responder: “¡Sí!”
Elemento Esencial
Los predicadores tienen que hacer más que estudios de palabras sobre la redención y la propiciación -y sólo enmarcar el evangelio teológicamente- en sus sermones. Todo predicador también debe llegar al punto en el que llame a una decisión y ruegue a la gente que venga a Cristo. Para ser claros, llamar a una respuesta no requiere un llamado a que la gente salga de sus asientos y camine hacia adelante; sin embargo, que puede tener lugar en su iglesia. Más bien, los predicadores piden a la congregación que responda donde están sentados y dentro de sus propios corazones, pero la petición no es menos un llamado a dar un paso de fe y entregar sus vidas a Jesucristo.
Llamar a una decisión es una parte esencial y necesaria de la predicación del evangelio. Cristo demostró esta práctica en su enseñanza, y también estuvo presente en el sermón de Pedro en el día de Pentecostés. La multitud interrumpió: "Hermanos, ¿qué haremos?" (Hechos 2:37). La respuesta de Pedro fue directa: "Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo" (Hechos 2:38).
Y Pedro no es el único ejemplo. A lo largo del libro de Hechos los apóstoles eran directos mientras demandaban una decisión de sus oyentes. Aún así, hoy, como predicadores de la Palabra de Dios, debemos llevar a nuestros oyentes a un punto de decisión. No basta con que conozcan algunas cosas; no es suficiente para ellos sentir algunas cosas; ellos deben hacer algunas cosas. Debemos llamar a los creyentes y, a los incrédulos al arrepentimiento ya la fe.
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