El Propósito Divino de la Ley
Si la ley no puede salvarnos ni ayudar en nuestra salvación, ¿por qué entonces, nos interesa? ¿Para qué fue dada la ley? Pablo, el apóstol, quien escribió más que ningún otro en cuanto a la ley, reconoció que es legítimo preguntar: ¿"para qué sirve la ley"? (Gá. 3:19). Una traducción literal sería ¿"por qué, entonces, la ley"? Pablo contesta en forma muy amplia su propia pregunta.
1. La ley "fue añadida a causa de las transgresiones" (Gá. 3:19). El verbo "añadida" indica que la ley no fue el medio principal en la mente de Dios para tratar con los pecadores. El pacto y las promesas fueron primero. La ley fue añadida. Y la razón divina se encuentra en las "transgresiones" del ser humano. Esto se amplificará en otras declaraciones más específicas. Pero, el corazón del asunto es que la ley está relacionada con el pecado del hombre. Hay un elemento de tiempo en el asunto - la ley fue dada "a causa de la transgresión hasta que viniese la semilla a quien fue hecha la promesa". Así, la ley no fue ni lo primero ni el final en el plan de Dios para salvar a los pecadores ni para tratar con el problema del pecado. Fue "añadida" y provisional. Esto indica un aspecto dispensacional.
2. La ley fue establecida para los transgresores y los impíos (1Ti 1:9-10). La idea en este pasaje parece ser principalmente de refrenar. Desde el punto de vista social, este propósito es muy alto y benéfico. Todas las leyes de todas las naciones son un reflejo imperfecto de la ley divina y son dadas con la intención de reprimir la maldad y de proteger a la sociedad. Y en la administración de la ley y del castigo, el oficial del gobierno es "servidor de Dios" (Ro 13:4).
3. Otro propósito de la ley es dar al hombre "el conocimiento del pecado" (Ro 3:20). El término griego es epignosis, dando la idea de no sólo un mero conocimiento, sino un conocimiento total del pecado. Es verdad que el que está sin un código positivo de la ley, tiene, sin embargo, algún grado de conciencia a la realidad de que es pecador. La ley fue dada para aumentar y elevar este conocimiento. Así, él llega a tener más conciencia en cuanto a su pecado y de la necesidad de ayuda, la cual está fuera y más allá de la ley. Solamente en este sentido se puede decir que la ley prepara a los incrédulos para el evangelio, haciéndolos más conscientes de su necesidad. Pero, ningún predicador debería predicar la ley para producir la convicción del pecado sin a la vez, predicar las buenas noticias de salvación en Cristo "sin la ley". Es bueno enseñar a los hombres la necesidad del Pan de Vida, pero tengamos cuidado en no despedirles con hambre. La ley por sí misma no provee el pan; solamente da una receta para hacerlo. Pero hacerlo está completamente fuera de la capacidad de los pecadores.
4. Otro propósito de la ley es mostrar la naturaleza terrible del pecado (Ro 7:8-13). En este pasaje sobresaliente, el Espíritu Santo nos demuestra, que aunque la ley fue sumamente buena, el pecado del hombre es de carácter tan fuerte que trabaja a través de la ley, de tal manera que el sano mandamiento no solo fracasa en eliminar el pecado, sino que desgraciadamente lo estimula. Citando el mandamiento "no codiciarás", el apóstol Pablo afirma que el efecto de esta prohibición en realidad, sirvió para revivir el pecado en vez de matarlo - "pero venido el mandamiento, el pecado revivió" (Ro 7:9).
Aquí está el punto condenable del pecado humano ya que puede tomar el mandamiento santo de Dios y obrar cosa maligna por medio de éste. "Mas el pecado, tomando ocasión por el mandamiento, produjo en mí toda codicia", escribió Pablo (Ro 7:8). Entre los ya salvos, los iluminados por el Espíritu de Dios, ¿quién no ha hallado en su propia experiencia la verdad de esto? En la actualidad, en vez de poner fin al pecado, los mandamientos de la ley lo estimulan. Por eso, Pablo habla de la ley como "el poder del pecado" (1Co 15:56).
(Note: tal vez aparezcan contradictorios los párrafos 2 y 4. ¿Cómo puede la ley refrenar el pecado y, a la vez, estimularlo? La respuesta está en que la ley contiene dos elementos y tiene dos efectos. Los dos elementos son el mandamiento y el castigo, y los dos efectos son el interno y el externo. En lo interno, el mandamiento estimula una actitud de rebelión en el hombre por causa de su naturaleza pecaminosa. Por el otro lado, el castigo externo refrena el hecho visible de rebelión).
5. Ahora, desde un punto de vista un tanto diferente, encontramos que la ley fue dada para revelar el grandísimo número de nuestros pecados. "Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase" (Ro 5:20). La palabra "pecado" en este versículo se refiere no al pecado en general, sino a cada acto individual que ha sido cometido bajo la ley. Así, la ley por multiplicar los requisitos de Dios revela al hombre la multitud de sus transgresiones. En este sentido, la ley no hace al hombre peor de lo que es, sino, demuestra más claramente la dimensión de su maldad. Cuando Pablo escribió "la ley se introdujo", él ocupó un verbo griego que "se aplica a un actor que no tiene el papel principal en el drama, sino uno que aparece durante la presentación llevando un papel inferior".14 ¡Qué verdad! En el trato con el pecado, es la gracia de Dios en Cristo que lleva el papel principal en el drama divino de las edades.
6. La ley fue dada para cerrar toda boca y establecer la culpa a todo el mundo. Esta es una función importante de la ley - "para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios" (Ro 3:19). En inglés, la palabra "culpable" ha sido debilitada por su uso común. Decir que uno es culpable de algún delito específico, implica nada más que uno cometió el delito. Pero, en la Biblia, y también en la terminología de la corte, decir que uno "queda bajo el juicio" significa que uno ha quebrantado la ley y está obligado a sufrir el castigo por lo que ha hecho. La palabra griega es upodikas, la cual se traduce "bajo sentencia judicial". La función de la ley divina, en cualquier forma que se revela, es llevar a todo el mundo bajo el juicio de Dios. Y en esta sentencia judicial no hay lugar para la apelación - toda boca está cerrada. No es difícil que el hombre diga que ha pecado. Pero sí le cuesta reconocer que merece el castigo por sus hechos. Esto es el sentido de "ser culpables" y mientras no reconozcamos nuestra culpa, Dios no podrá hacer nada por nosotros.
7. La ley fue dada para refrenar al hombre hasta que el encuentre la verdadera libertad que hay en Cristo por medio de la fe (Gá. 3:23-24). "Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada" (Gá. 3:23). Los dos verbos llevan la idea de limitar; estábamos "confinados" y "encerrados" como en una prisión o bajo guardia militar.
El versículo 24 ha sido malinterpretado en muchas versiones. El apóstol ciertamente no quiso escribir, "la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo". Las palabras, "para llevarnos" no aparecen en el texto original. Toda esta idea de que la ley ha servido como un ayo llevándonos a Cristo debe ser "abandonada", dice Lightfoot. El paidagogos (ayo) de tiempos antiguos era un esclavo que gobernaba al niño hasta que éste fuera reconocido como hijo. De manera que la ley era un "paidagogos" hasta que vino Cristo y nos hizo hijos por la fe en él.
La ley no lleva al hombre a Cristo, sino impone un freno sobre él hasta que él ha hallado la verdadera libertad moral en Cristo por medio de la fe. Esto no significa que la ley no es útil en llevar al ser humano a Cristo, sino que le revela su pecado y su condenación, y en este sentido hace al pecador consciente de su necesidad. Pero, ésta no es la idea de Gálatas 3:24.
8. La ley fue dada para testificar, tanto profética como simbólicamente, de la salvación en Cristo por gracia (Ro 3:21). Después de mostrar que todo el mundo es pecaminoso y está bajo el juicio de Dios, y que por medio de las obras de la ley nadie podrá justificarse, el apóstol escribe en Romanos 3 el verdadero camino para la salvación. "Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas" (Ro 3:21).
Debemos reconocer que la justicia de Dios que salva al pecador es "aparte de la ley". La preposición griega es choris, es decir, "absolutamente aparte de". Se usa en Hebreos 4:15, cuando habla de que el Señor Jesús fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero "sin pecado". Por consiguiente, la salvación del creyente está completamente fuera de la ley como el carácter del Hijo de Dios está fuera del pecado. Así como el pecado no tuvo nada que ver en Cristo, así la ley no tiene nada que ver con la justicia que recibimos por él.
Sin embargo, aunque la ley no hizo absolutamente ninguna contribución a nuestra salvación en Cristo, esta misma ley fue testigo de esa justicia - "testificada por la ley y por los profetas" (Ro 3:21). ¿Cómo "testificó" la ley? Primero, la ley fue testigo proféticamente. La primera gran profecía de la salvación por medio del Redentor que venía se encuentra en el libro de la ley: "Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar" (Gn 3:15).
En segundo lugar, la ley testificó de nuestra gran salvación por medio de los tipos (ilustraciones dadas por Dios). En su totalidad, el sistema sacrificial de la ley mosaica señalaba al futuro, al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Así que la ley habló clara e inequívocamente, de la justicia divina otorgada por la gracia de Dios a los que sencillamente creen, aunque no pudo hacer ni una contribución a esa justicia. La fórmula correcta, entonces, es la justicia divina aparte de la ley, pero testificada por la ley. La ley solamente tuvo "la sombra de los bienes venideros", pero "no la imagen misma" de estas cosas (He 10:1). Debemos reconocer el valor de la sombra, pero sin sustituir la sombra por la mera sustancia.
NOTAS
14. Godet, op. cit., p. 227.
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