lunes, enero 18, 2016

Cómo Vivir en una Cultura Pagana


Cómo Vivir en una Cultura Pagana

Mateo 5: 13-16
Por Jeremiah Johnson
Como creyentes, sabemos que estamos llamados a ser sal y luz del mundo (Mateo 5:13-16). Pero, ¿alguna vez se ha desanimado o decepcionado por la poca diferencia que su vida parece hacer? ¿Le preocupa que su influencia como sal y luz podría no llegar muy lejos o ir muy profundo?
En una sociedad obsesionada con el impacto global y el cambio político, puede parecer que la vida de un creyente no hace mucha mella. Pero nuestro éxito no se mide en esta vida. Por otra parte, en primer lugar no se trata des nuestro éxito, sino el de Dios, mientras Él obra a través de nosotros para llegar a Su pueblo de acuerdo a Su tiempo soberano.

No hemos sido llamados a liderar cambios políticos radicales y reformas morales masivas, o convertir el mundo en una teocracia. Eso no es simplemente la forma en que el Señor pretende que hagamos una diferencia en este mundo de pecado. En su libro Por qué el Gobierno no Puede Salvarte, John MacArthur nos recuerda que la influencia de la iglesia no es ampliamente política, sino personal.
La iglesia realmente cambia la sociedad para mejor sólo cuando los creyentes hacen de su principal preocupación su propia madurez espiritual, lo que significa vivir en una manera que honre a los mandamientos de Dios y glorifique Su nombre. Tal preocupación incluye inherentemente una sólida comprensión de la Escritura y la comprensión de que su mandato principal para nosotros es conocer a Cristo y proclamar Su evangelio. Una actitud piadosa junto con una vida piadosa hace creíble el mensaje salvador del Evangelio para los no salvos. Si afirmamos ser salvos, pero todavía comunicamos actitudes orgullosas y faltas de amor hacia los perdidos, nuestra predicación y enseñanza – sin importar cuán doctrinalmente ortodoxo o políticamente inteligente y persuasivo – será ignorado o rechazado. [1] John MacArthur, Why Government Can’t Save You (Nashville: Word, 2000) 130.
Esas palabras se hacen eco de las instrucciones de Pablo para vivir piadosamente en su carta a Tito (Tito 3:1-8). El capítulo final de Why Government Can’t Save You se dedica a ese pasaje, y los recordatorios vitales de Pablo para vivir como sal y luz en el mundo.
Recuerde Sus Deberes Cristianos
Pablo comienza recordándonos nuestro lugar en el mundo que no estamos llamados a ser revolucionarios rebeldes, sino que debemos ser humildes, mansos y sumisos a la autoridad que Dios ha puesto sobre nosotros, y que tenemos que reflejar el carácter de Cristo al mundo que observa. Él escribe: “Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra. Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.” (Tito 3:1-2).
Como explica John MacArthur, tal comportamiento se destaca al mundo y adorna el evangelio:
Mostrar constantemente obediencia voluntaria a la autoridad humana demuestra a los incrédulos que, a pesar de que las cosas de esta vida no son nuestro objetivo principal, todavía tenemos respeto por el gobierno y una preocupación amorosa por los demás ciudadanos. Como cristianos, nuestra verdadera ciudadanía está en los cielos (Filipenses 3:20), y nuestro enfoque principal debe estar en la vida santa y llegar a los perdidos, porque nuestro Señor mismo vino "a buscar y a salvar lo que se había perdido" (Lucas 19:10). Cuando vivimos como Dios quiere en una cultura incrédula, esto en sí mismo puede hacer de la actitud de los perdidos más receptivos a Dios (1 Pedro 2:12) [2] Why Government Can’t Save You , 131-132
Como ya hemos comentado en esta serie, el Señor no nos ha salvado con el fin de un cambio político temporal. La primera clave para una vivir vidas santas en una cultura pagana es centrarse en la obra del reino de Dios, y no tratar de construir el nuestro.
Recuerde Su Condición de Incrédulo
Hay una segunda forma de pensar que los creyentes necesitan cultivar si van a ser sal y luz en el mundo. En lugar de ceder al elitismo espiritual y mirar hacia abajo a los pecadores perdidos y depravados, tenemos que recordar que no éramos mejores que ellos – y aún no podría ser mejor – sin la intervención y la transformación de la obra de Cristo.
Pablo describe nuestra condición espiritual antes en marcado detalle: "Porque nosotros también éramos en otro tiempo insensatos, rebeldes, extraviados, esclavos de concupiscencias y deleites diversos, viviendo en malicia y envidia, aborrecibles, y aborreciéndonos unos a otros." (Tito 3:3) .
Como explica John MacArthur, nuestro pasado pecaminoso debería hacernos simpatizar con las necesidades espirituales que nos rodean, y pacientes con la depravación de los pecadores que no conocen nada mejor:
Los pecados anteriores, junto con otras iniquidades, han hecho a los incrédulos espiritualmente insensibles a lo que Dios exige de ellos y lo que Él desea en una sociedad justa. Por lo tanto, los no cristianos han producido el tipo de cultura que tenemos hoy. Y aunque detestamos los aspectos pecaminosos y no bíblicas de la sociedad, hay que recordar que las mismas características impías alguna vez definían nuestras vidas. Esta conciencia nos mantendrá humildes y nos impide despreciar a los pecadores simplemente porque nos causan conflicto por sus valores y estilos de vida. Nuestros vecinos no creyentes no necesitan simplemente corregirse acerca de sus opciones políticas y morales; necesitan la salvación de la transformación del alma, por medio de Jesucristo, al igual que usted y yo una vez lo necesitamos. [3] Why Government Can’t Save You , 138-139.
Recordar de donde ha sido salvado le ayuda a protegerse del orgullo espiritual, y le motiva a llegar a los demás con la única y verdadera fuente de esperanza y de salvación duradera. Le inyectara del evangelismo con una tan necesaria humildad.
Recuerde Su Salvación
En ese mismo sentido, Pablo también nos quiere recordar la obra salvadora y transformadora que el Señor ya ha cumplido en nosotros.
Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna. (Tito 3:4-7)
Mientras que reflexionar sobre nuestra pecaminosidad pasada nos hace solidarios a un mundo perdido en necesidad de salvación, reflexionar en nuestro nuevo estado en Cristo y su obra transformadora en nosotros nos recuerda que debemos vivir como ciudadanos del cielo, y no flojear en la miseria que nos rodea. Como explica John MacArthur,
Ser salvo es la realidad más preciada e importante que los cristianos pueden conocer y apreciar. La salvación nos ha librado de la difícil situación de ser espiritualmente muertos, esclavizados a la pena del pecado, viviendo bajo la ira de Dios, y en nuestro camino al infierno (ver Juan 3:16-17, junto con el versículo 36). Como resultado de ello, también nos ha concedido el privilegio de darnos "vida juntamente con Cristo" (Efesios 2:5), de ser "trasladado. . . . . al reino de su amado Hijo” (Colosenses 1:13), de llegar al “el pleno conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4), y de alcanzar “la esperanza de la vida eterna” (Tito 1:2) [4] Why Government Can’t Save You , 141.
Pero esas gloriosas verdades no son sólo para nuestra propia edificación, deberían impulsarnos a alcanzar a otros con la misma verdad que nos ha transformado. Como dice John: “Nuestra posición como personas que son salvos por la gracia soberana de Dios nos proporciona una gran esperanza para el futuro que debe motivarnos y mantenernos diariamente enfocados en nuestras verdaderas prioridades.” [5] Why Government Can’t Save You , 144.
En pocas palabras, no podemos ser sal y luz del mundo si no recordamos cómo el Señor nos ha librado de la retribución debida de nuestro pecado. No podemos esperar a declarar con precisión a la obra de Dios en nosotros si perpetuamente la ignoramos.
Recuerde su Misión
Finalmente, Pablo quiere que recordemos nuestro principal medio de preservar e influir en el mundo. Él escribe: “y en cuanto a estas cosas quiero que hables con firmeza, para que los que han creído en Dios procuren ocuparse en buenas obras. Estas cosas son buenas y útiles para los hombres.” (Tito 3:8).
La realidad es que la predicación de fuego y azufre podría captar la atención de algunas personas, pero se apagará al igual que muchos, si no es que más, a las gloriosas buenas nuevas del evangelio. Tenemos que predicar fielmente la verdad, pero también tenemos que vivir una vida que haga nuestro mensaje creíble y atractivo. Como explica John MacArthur, que comienza con una vida de buenas obras;
¿Cómo podemos vivir en una sociedad pagana de una manera que honre a Dios, de tal manera que no nos alejemos de las mismas personas que Dios quiere que alcancemos con el evangelio? Hay que recordar estar dedicados a las buenas obras, lo cual la Escritura dice será el resultado de nuestra salvación. [6] Why Government Can’t Save You , 144.
Viviendo como sal y luz en el mundo no se trata sólo de hacer frente a la mortandad y oscuridad de la sociedad. Se trata de vivir vidas que adornan el evangelio, que den testimonio de la obra transformadora del Dios vivo, y ejemplifican la integridad, la humildad y la abnegación. No sólo tenemos que predicar a Cristo, tenemos que reflejar Su carácter al mundo.
Esto, como escribe John MacArthur, es como usted y yo hacemos un impacto en este mundo en ruinas:
Si todo esto es verdad en usted, usted reconocerá que no es su primer llamado a cambiar su cultura, reformar el comportamiento moral externo y profesar convicciones políticas a los que le rodean, o rehacer la sociedad superficialmente, de acuerdo con algún tipo de “proyecto cristiano evangélico.” En cambio, usted constantemente recordará que el Señor le ha llamado a ser su testigo ante el mundo perdido y condenado en el que ahora vive. [7] Why Government Can’t Save You , 145.

Disponible en línea en: http://www.gty.org/resources/Blog/B160115
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