Un Amable Recordatorio: el Papa es (probablemente) el Anticristo
Por Jesse Johnson
Con la selección probable de esta semana del próximo Papa, pensé que sería útil revisar lo que los teólogos del pasado han dicho sobre el papado. Nuestra época es también ecuménica, por lo que es probable que muchos ignoren el hecho de que hasta hace unos 50 años, la mayoría de los líderes protestantes veían al Papa como el Anticristo.
Antes de la teología dispensacional (a la que en gran parte sostengo), no había un enfoque entre los teólogos de identificar un anticristo en particular. Fue ampliamente, si no es que universalmente que cualquier persona que se oponían al evangelio era un anticristo. Pero basado en el, el de 1 ª Juan 2:22 y 1 Juan 4:3 (“el anticristo”), así como la profecía del “hombre de pecado” (2 Tesalonicenses 2:3), los líderes de la iglesia durante los últimos 500 años generalmente han sostenido que sea quien sea que fuera el Papa en ese momento, esa persona llenaba el rol del anticristo. No se creía que necesariamente era de una vez por todas el anticristo, como implica Apocalipsis, sino más bien la atención se centraba en el líder de aquellos que se oponían al evangelio. Y sería difícil pensar en un grupo que se haya opuesto al evangelio (salvación por la fe en Cristo solamente, a través de la gracia solamente) a la extensión de la Iglesia Católica.
La identificación del Papa como el Anticristo estaba tan arraigada en la época de la Reforma (por razones obvias) que Lutero lo afirmaba repetidamente. Por ejemplo: “Esta enseñanza [de la supremacía del Papa] muestra con fuerza que el Papa es el Anticristo mismo, que se ha exaltado a sí mismo por encima de todo, y se opone en contra de Cristo, porque no va a permitir a los cristianos ser salvos sin su poder, que sin embargo, no es nada, y no es ni ordenado ni mandada por Dios” (Smalcald Articles, II).
Esto no era una idea nueva para Lutero. Diecisiete años antes de los Smalcald Artilces (que eran esencialmente la propia declaración de fe personal de Lutero), el predicó un sermón a mitad de semana sobre el tema. La esencia de su sermón se captura en esta cita:
“Estamos aquí con la convicción de que el papado es la sede del Anticristo verdadero y real ... personalmente yo declaro que yo no le debo ninguna obediencia al Papa asi como al Anticristo” (Sermón 18 de Ago de 1520).
Después de que Lutero fue condenado por una bula papal, él escribió: “Ya me siento con mayor libertad en mi corazón, porque por fin sé que el Papa es el anticristo, y que su trono es el de Satanás."
Melanchton, que lideró el movimiento luterano durante cuatro años después de que Lutero, considero este tema.Él escribió:
“Dado que es cierto que los pontífices y los monjes han prohibido el matrimonio, es más manifiesto, y verdad sin lugar a dudas, que el Romano Pontífice, con toda su orden y reino, es el mismo Anticristo. Del mismo modo, en 2 Tes. II, Pablo dice claramente que el hombre de pecado reinará en la iglesia que se exalta a sí mismo sobre la adoración de Dios.” (Disputationes, No. 56, “On Marriage”)..
De hecho, la identificación del Papa como el Anticristo se (hasta hace poco) ha considerado como un principio central de la teología luterana. En 1860, por ejemplo, el Sínodo de Missouri de la Iglesia Luterana saltó a la fama cuando se separó del Sínodo de Iowa precisamente sobre este tema. El Sínodo de Iowa se opuso a la designación del Papa como el Anticristo, que hasta ese momento había sido dogmáticamente afirmado en declaraciones luteranas de fe. El Sínodo de Missouri, en la separación del Sínodo de Iowa, dijo que “las profecías del Anticristo se han cumplido en el papado.” Esta división culminó en 1938, cuando se lanzó esta declaración: “Nosotros aceptamos [la posición histórica] que el Papa es el Anticristo. . . . . porque entre todas las manifestaciones anticristianas en la historia del mundo y de la Iglesia que están detrás de nosotros en el pasado no hay ninguna que se ajuste a la descripción dada en 2 Tesalonicenses 2 mejor que el Papado” (Iglesia Luterana de América Sandusky Declaración, VI).
Incluso en 1957, la Conferencia Luterana Sinodal afirmo que la designación del Papa como el Anticristo fue:
“Un artículo importante y no debe ser esquivado o despreciado. Esto se revela claramente en la palabra divina, y no hay nada innecesario e inútil en la Biblia.”
La idea del Papa como Anticristo no es exclusiva de los protestantes. De hecho, durante los 40 años en los que dos papas rivales se llamaron entre sí anticristo (1378-1417), John Wycliffe con humor señaló que estaban la mitad en lo cierto. Él escribió que eran “dos mitades del Anticristo, que constituyen el perfecto Hombre de Pecado entre ellos.”
Zwinglio, que era un sacerdote católico antes de su conversión a Cristo, a menudo fue se refirió al Papa como el Anticristo. Él escribió: “Yo sé que en el trabaja la fuerza y el poder del diablo, es decir, del Anticristo” (Principle Works of Zwingli, Vol. 7, p 135..).
Calvino dedica una sección entera de Los Institutos a este tema (Libro IV, “De la Misa Papista”). En esa sección, en amplitud Calvino identifica al Papa como el Anticristo por ninguna otra razón que el dirige la misa católica “Que mis lectores entiendan que estoy aquí combatiendo esa opinión con la que el Anticristo Romano y sus profetas han impregnado todo el mundo – viz. que la misa es una obra en la que el sacerdote ofrece a Cristo, y los otros que en la oblación lo reciben, ganan méritos con Dios.”
Lo que es interesante en este apartado es que Calvino se basa en gran parte de Agustín, quien escribió (traducido al francés por Calvino, y luego en Inglés): “Sería equivalente al Anticristo cualquiera que haga de un obispo un intercesor entre Dios y el hombre.” Hay otras secciones en Los Institutos donde Calvino simplemente utiliza el término anticristo como sinónimo de papa.
Knox, que era discípulo de Calvino, comparte la ecuación de Calvino del papa con el anticristo. Él escribió que para el evangelio avanzara en Europa, la gente de allí primero tendría que aprender a identificar al Papa como “el anticristo mismo, y el hijo de perdición, de quien Pablo habla” (Cartas de Zürich, 199).
Los luteranos no estaban solos en la codificación de la identidad del anticristo como el Papa. Tanto La Confesión de Fe de Londres y La Confesión de Westminster usan un lenguaje idéntico: “el Papa de Roma ... es ese anticristo, el hombre de pecado, el hijo de perdición, que se levanta en la iglesia contra Cristo, y todo lo que se llama Dios; a quien el Señor destruirá con el resplandor de su venida” (capítulo 26 de la Confesión de The London, y el capítulo 25, VI del WC).
Esto explica por qué los puritanos estaban casi unánimes en su ecuación del Papa como el Anticristo. Cotton Mather autor de La Caída de Babilonia, donde conecta el papado al anticristo como se describe en el Apocalipsis. Él escribió que “en el Papa de Roma, todas las características del Anticristo está tan asombrosamente respondidas que si cualquiera que lea las Escrituras no las ve, hay una ceguera asombrosa sobre ellos.”
Un hecho poco conocido sobre Jonathan Edwards es que en realidad escribió un libro de historia de la iglesia. Bajo el título Una historia de la Obra de la Redención (está en el vol. 4 de la serie completa de sus obras), que en realidad identifica el surgimiento del papado, el cual pone desde 479 hasta 800, como “el surgimiento del Anticristo.” Edwards describe el período de tiempo entre 800 y la reforma como “el reino del anticristo,” y estructura la mayoría de su bosquejo en torno al tema del avance del Evangelio en relación al anticristo.
Esto no fue una doctrina sostenida sólo por los Calvinistas y Luteranos. Wesley escribió un libro titulado El Anticristo y sus Diez Reinos, y él también vio el Anticristo de Apocalipsis y de 2 Tesalonicenses como el Papa. Él escribió:
“Está en un sentido enfático, el hombre de pecado, ya que aumenta todo tipo de pecado sobremanera. Y él es, también, un estilo propiamente el Hijo de Perdición” (110).
En esa misma página escribe que el Papa “se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto .. afirmando la mayor potencia, y el más alto honor ... afirmando las prerrogativas que pertenecen sólo a Dios."
Spurgeon a menudo identifica al Papa como el Anticristo. Fue tema recurrente en “La Espada y la Cuchara” (por ejemplo, enero 1866, agosto 1868), así como en El Tesoro de David (Salmos 10, 108 y 137, por ejemplo). Pero Spurgeon (como siempre) guardan su lenguaje más colorido para sus sermones. En este ejemplo, él estaba molesto por la Iglesia Anglicana por mirar demasiado a Roma:
“El protestantismo de Inglaterra es el sueldo del maestro del Papa. Me da vergüenza que los hijos de los reformadores... deben inclinarse ante la bestia, y darles ni un solo centavo al santuario del hijo primogénito del diablo. Mirad por vosotros mismos, sois los protestantes, para que no seáis partícipes de sus plagas; no toquéis de ella, para que no sean contaminados. Dele un dracma a ella, o un grano de incienso a sus censores, y seréis partícipes de sus adulterios y partícipes de sus plagas. Cada vez que pasas por la casa del Papado deja una luz de maldición sobre su cabeza: Así ha dicho Jehová el Señor: - «¡Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, y no recibáis de sus plagas. Porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades” (Sermón 250," Guerra, Guerra, Guerra ").
Charles Hodge, en su Teología Sistemática (de todos los lugares), construye sobre la cita de Spurgeon de Apocalipsis 18:4 (arriba), y justificó la conexión de ese pasaje al Papa (cf. vol 3, p. 817). También hace referencia a las profecías de Daniel y 2 Tesalonicenses, y muestra cómo las únicas personas en la historia que han cumplido son de hecho los Papas.
Le doy esta larga lista simplemente para presentar una respuesta a la pregunta que me hicieron sobre si me importa quien será el próximo Papa. En fin, no me preocupa. Y si llamar al Papa el anticristo parece ser algo muy poco cristiano de hacer, le aseguro que no es la teología de esto lo que ha cambiado en los últimos 50 años. La renuencia de hoy a hacer esa conexión, dice mucho acerca de hasta qué punto nuestra cultura evangélica se ha desviado, y muy poco sobre el Papa.
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