El Día de la Expiación Era Una Copia de la Expiación de Cristo
Por Sinclair Ferguson
Es común pensar en los rituales del Antiguo Testamento como modelo que proporciona el sacerdocio de Jesús posteriormente copiado y cumplido. Pero Hebreos ve las cosas de manera diferente. El ritual del Antiguo Testamento del sumo sacerdote moviéndose a través del Tabernáculo, —con sus diversas habitaciones y muebles, especialmente el Lugar Santísimo y el arca con el asiento de la misericordia —no es el modelo sino la copia (Heb. 8:5)
Cristo ha abierto un camino al cielo, esa es la realidad. Hebreos tiene mucho que decir sobre esto. Jesús “a través de un mayor y más perfecto tabernáculo, no hecho con manos, es decir, no de esta creación” (Heb. 9:11). “Por medio de su propia sangre, entró al Lugar Santísimo una vez para siempre, habiendo obtenido redención eterna.” (Heb. 9:12). De hecho, Jesús ahora ministra en el tabernáculo celestial (Heb. 8:2).
Note lo que capta la mente del autor: si la copia (el tabernáculo en el desierto) necesita purificación, entonces “fue necesario que las representaciones de las cosas en los cielos fueran purificadas de esta manera, pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que éstos.” (Heb. 9:23). Pero, ¿qué es esta purificacion de cosas celestiales?
Para que el pueblo fuese llevado simbólica y temporalmente a la presencia de Dios, cada parte del tabernáculo tenía que ser limpiado ritualmente, pues nada manchado podía ser empleado en acercamiento del hombre a un Dios santo (Hebreos 9:19-23). Por lo tanto, en el Día de la Expiación, Aarón mataba a un sacrificio, entraba en el lugar santísimo con la sangre, y la derramaba sobre el propiciatorio entre los querubines (Lev. 16:15-16).
Sólo la sangre de la divina imagen encarnada puede limpiar nuestro pecado...
Este ritual era una parábola actuada, una copia de lo que Cristo había de hacer en el gran día en que Él hizo expiación. La sangre de los animales es inapropiada e insuficiente para proporcionar la limpieza necesaria para acercarse a Dios. El sacrificio de animales no podía expiar el pecado humano. Ni puede un individuo finito expiar el pecado contra el Dios infinito. Sólo la sangre de la divina imagen encarnada puede limpiar nuestro pecado y permitirnos entrar con seguridad en la presencia de Dios, que es fuego consumidor (Hebreos 1:3, 12:29).
La obra de expiación tuvo lugar en presencia del Dios de los cielos. En efecto, se trataba de una transacción dentro de la comunión de las personas de la Trinidad eterna en su amor por nosotros: el Hijo estaba dispuesto, con la ayuda del Espíritu, para experimentar la ocultación del rostro del Padre. El derramamiento de la sangre del Hijo de Dios abrió el camino a Dios por nosotros (Hechos 20:28). Eso es a la vez el horror y la gloria del ministerio de nuestro Gran Sumo Sacerdote.
Esta es teología de naturaleza más elevada y de mente impresionante. Se empequeñece nuestro punto de vista a veces demasiado pragmático de lo que es central a la espiritualidad real. Sin embargo, lo que hace que tal teología sea tan impresionante es esto: Dios está aquí en Su más pragmático, un glorioso fin justifica los medios más terribles. Sin esos medios no puede haber perdón de los pecados. Aquí, una teología de la más profunda clase es el pragmatismo de primer orden.
Tómese un tiempo para meditar largo y tendido sobre este aspecto del sacerdocio de Cristo y de sus implicaciones. Hebreos se refiere a por lo menos cuatro conclusiones que se pueden extraer. Puesto que usted tiene una gran Sumo Sacerdote, quien por Su sangre ha abierto un camino nuevo y vivo en el Lugar Santísimo (10:19-20):
- Acercaos a Dios, en plena certidumbre (10:22).
- No retroceda de correr la carrera cristiana (10:39).
- Fije sus ojos en Jesús ya que Él es un gran Salvador (12:1-2).
- Esté preparado para ir fuera del campamento, compartiendo la humillación de Cristo (13:13-14).
Este es el camino por el que Cristo le llevará a la presencia de Dios.
.Este artículo es un extracto de In ChristAlone .de Sinclair Ferguson
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