Este Mundo No Es Nuestro Hogar
Filipenses 3:20; Hebreos 11:13
Por Jeremiah Johnson
¿Conoce a alguien que no esté preocupado por el futuro? Tal vez tienen miedo de contraer el virus Zika, o cáncer, o cualquiera de las otras enfermedades que dominan los titulares en estos días. Quizás se están preparando para otra crisis financiera global, o el próximo ataque terrorista. O tal vez sólo están atrapados en las preocupaciones sobre la elección que viene, y lo que significa para el futuro.
No importa de donde se mire, hay razones para estar preocupados por el estado del mundo hoy en día, y lo que depara el mañana.
Pero ¿Deben estas preocupaciones dominar en los corazones de los creyentes? ¿Debe el pueblo de Dios estar preocupado por los males de este mundo y cómo solucionarlos? O ¿Deben nuestros afectos y energías enfocarse en otra parte?
Me resulta alarmante lo fácil que es para los creyentes –me incluyo – ser atrapados en las preocupaciones de este mundo y seguir el patrón preocupante y temeroso de los incrédulos. Ya sea una crisis financiera, una onda impactante de violencia, o un ciclo electoral polémico, el pueblo de Dios debe ser capaz de mirar más allá de las malas noticias de hoy – así como cualquier amenaza en el horizonte – y tomar consuelo por el hecho de que nuestra esperanza no depende de las circunstancias de este mundo.
En resumen, tenemos que recordar que este mundo no es nuestro hogar. Como John MacArthur explica en su libro La Gloria del Cielo, perder de vista que esa verdad bendita es a razón de porque los cristianos son tan fácilmente y, a menudo distraídos por asuntos terrenales.
En lugar de fijar nuestros afectos en las cosas de arriba, tenemos la tendencia a apegarse a las cosas de la tierra. Es muy fácil llegar a ser absorbidos en lo temporal y descuidar lo que es eternamente importante. . . . . . .
Lamentablemente, después de haber perdido de vista el "dulce poco a poco," demasiados cristianos se ocupan con el ajetreo del aquí y el ahora, y ellos mismos son consumidos por las cosas consumibles [1] John MacArthur, The Glory of Heaven (Wheaton, IL: Crossway, 2013), 64-65.
La preocupación peligrosa de la Iglesia con el mundo y sus asuntos a menudo se manifiesta en una de dos maneras.
La Inutilidad del Activismo Político
Muchos creyentes canalizan sus temores acerca del futuro dentro del activismo político, tratando en vano de "redimir la cultura." Como John MacArthur señala, esto no es el trabajo que el Señor nos ha dado en este mundo.
Dios simplemente no nos está llamando a librar una guerra cultural que busca la transformación de nuestros países en "naciones cristianas." Dedicar todo, o incluso más, de nuestro tiempo, energía, dinero, y estrategia para poner una fachada de moralidad en el mundo o una apariencia de "justicia" por encima de nuestras instituciones gubernamentales y políticas es entender mal nuestro papel como cristianos en un mundo espiritualmente perdido [2] John MacArthur, Why Government Can't Save You (Nashville: Word, 2000), 13.
En pocas palabras, la "cultura" es irredimible. La obra del reino de Dios no se trata de la transformación de los gobiernos, la reescritura de las leyes, o la reconstrucción de la sociedad en una especie de utopía cristiana. Ninguna de estas supuestas soluciones hace algo para abordar el problema del pecado o la necesidad de un Salvador.
Los remedios políticos para los males morales de nuestra nación no son la cura para los problemas espirituales subyacentes. De todas las personas, los cristianos deben saber esto, y la preponderancia de nuestros esfuerzos debe estar centrada en la proclamación de la verdad que puede verdaderamente liberar a las personas.
Las vidas, no sólo leyes, necesitan ser transformadas antes de que el país este en condiciones de pedir y esperar la bendición de Dios. Las bendiciones de Dios no pueden ser adquiridas por ningún proceso legislativo. La ley no puede hacer a la gente justa. La Escritura es clara en esto. “Si la justicia viene a través de la ley, entonces Cristo murió en vano" (Gálatas 2:21). Nadie es justificado por las obras de la ley, sino por la fe en Jesucristo (Gálatas 2:16). Y la fe salvadora es una cuestión individual; no puede ser impuesta por fuerza legislativa.
En otras palabras, la sociedad en su conjunto no se puede entregar de la quiebra moral a menos que las vidas individuales sean redimidas y transformadas por el poder de Cristo. Si esa convicción no enmarca las prioridades del pueblo de Dios y conduce las actividades de la iglesia en la tierra, pidiendo a Dios que bendiga a Estados Unidos es una pérdida de tiempo. [3] John MacArthur, Can God Bless America? (Nashville, W Publishing Group, 2002), x-xi.
Por otra parte, hay un peligro real cuando los creyentes se confunden con la cultura – y no el pecado que la corrompe –como su enemigo. Como advierte John MacArthur, la iglesia consumida por el activismo político puede fácilmente perder de vista su campo de misión.
Cuando la iglesia tiene una postura que hace hincapié en el activismo político y la moralización social, siempre desvía la energía y los recursos del evangelismo. Tal posición antagónica hacia la cultura secular establecida conduce invariablemente a los creyentes a sentirse hostiles no sólo a los líderes del gobierno que no salvos con los que no están de acuerdo, sino también antagónica hacia los residentes no salvos de esa cultura –vecinos y conciudadanos a los que deben amar, por quienes deben orar, y con quienes deben compartir el evangelio. Para mí es impensable que nos convertimos en enemigos de la misma gente que tratamos de ganar a Cristo, nuestros potenciales hermanos y hermanas en el Señor. [4] Why Government Can't Save You , 14.
El Vacío del Materialismo
Otra forma en que las iglesias –y los creyentes individuales – manifiestan su preocupación por el mundo es a través del materialismo. A diferencia del activismo político, el materialismo no necesariamente nace de la preocupación por el futuro o del disgusto con la condición de este mundo. De hecho, a menudo es el producto de una indiferencia despreocupada de cuan malvado y corrupto es este mundo, y cómo sus placeres son fugaces en el mejor de los casos.
En ese sentido, se presenta una amenaza mucho más pasiva, cuando los cristianos quitan los ojos del cielo y se consumen en el aquí y ahora. En La Gloria del Cielo, John MacArthur describe el peligro insidioso del materialismo:
Estamos en peligro de volvernos tan cómodos en esta vida que nos olvidamos que somos nada ma que extranjeros y peregrinos en este mundo. Al igual que Abraham, se supone que debemos pensar que somos vagabundos aquí en la tierra, “en busca de una ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Hebreos 11:10). . . . . . .
Gastamos nuestras energías consumiendo y acumulando cosas que pueden prometer realización o deleite en este momento, pero se "destruyen con el uso" (Colosenses 2:22). Jesús nos recuerda que todas las cosas terrenales – junto con cualquier placer que traigan — decaerán y pasarán (Mateo 6:19; Lucas 12:20; 18:22). Es por eso que se nos manda hacer tesoros en el cielo, donde nunca puedan destruirse o desaparecer. [5] The Glory of Heaven , 64-65.
Él continua explicando que el materialismo ha tomado tal fuerza en la iglesia de hoy que se ha promovido abiertamente desde el púlpito.
Algunos ministerios, los medios de comunicación de alto perfil peores, predicando un falso evangelio de la prosperidad terrenal, dan a multitudes la impresión desastrosa que de esto es lo que se trata el cristianismo. Prometen a la gente que Jesús los quiere sanos, ricos y exitosos en esta vida. Tal enseñanza es muy popular debido a que es apto para el espíritu de la época, sobre todo el deseo de tener todo en esta vida, en este momento. Las personas influenciadas por los predicadores de prosperidad tienden a pensar en el cielo como el cumplimiento final de todo antojo material. Para los que tienen tal punto de vista, incluso el mandamiento de “buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios” (Colosenses 3:1) se convierte en una justificación para la codicia carnal [6] The Glory of Heaven , 65.
Usted no pensaría que tales charlatanes ganarían mucha tracción en un mundo tan familiarizado con el sufrimiento, la miseria, la violencia y el dolor. Y, sin embargo lo predicadores de la prosperidad se han convertido en el rostro de la iglesia en muchas partes del mundo. Por lo tanto, el pueblo de Dios debe aún más estar en guardia contra la amenaza del materialismo y el peligro de caer en el amor del mundo y sus placeres.
No importa cómo se manifiesta, una preocupación con este mundo es una amenaza importante para los creyentes. He aquí cómo John MacArthur lo describe:
Debido a que la iglesia no tiene realmente el cielo en su mente, los cristianos tienden a ser auto-indulgente, centrados en sí mismo, débiles y materialistas. Nuestras comodidades actuales consumen demasiado nuestros pensamientos, y si no tenemos cuidado, terminaremos entreteniendo fantasías erróneas sobre el cielo, o de hecho pensando muy poco del cielo. [7] The Glory of Heaven , 65.
Cultivar una perspectiva cristiana — una que evalúa correctamente tanto las preocupaciones de este mundo y sus placeres—comienza con los ojos en el cielo. Y en los próximos días, eso es lo que pretendemos hacer.
Disponible en línea en: http://www.gty.org/resources/Blog/B160912
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