Cesacionismo, Revelación y Profecía
Por Gary E. Gilley
A pesar de que la mayoría de los cristianos evangélicos conservadores desde la Reforma han sostenido una posición cesacionista con respecto a la revelación divina, los verdaderos cesacionistas están desapareciendo rápidamente. En los artículos y libros que he escrito nada ha evocado tantas críticas y rabia como mi posición de que Dios está hablando a Su pueblo hoy exclusivamente a través de la Escritura. Debido a la influencia de una multitud de autores populares, teólogos y conferencistas, el cesacionismo apenas pisa el agua, incluso dentro de las iglesias y organizaciones bíblicamente más sólidas.
De hecho, entre los que se dicen ser evangélicos hay cinco puntos de vista identificables prevalentes hoy en el asunto de la revelación:
Pentecostal / Carismático / Tercera Ola: Hoy existen todos los dones milagrosos, incluyendo el don de profecía. Dios habla por medio de profetas y de su pueblo por medios audibles (a través de sueños, visiones y palabras de conocimiento), e internamente (inaudible en la mente o el corazón). Los representantes de esta posición son Jack Deere, John Wimber, Profetas de Kansas City, Asambleas de Dios y movimiento de Palabra de Fe. El autor carismático autor Tommy Tenney, en su popular libro La Búsqueda de Dios, escribe, “los buscadores de Dios ... no están interesados en acampar en alguna polvorienta verdad conocida por todos. Estan en pos de la presencia fresca del Todopoderoso ... Un verdadero buscador de Dios no está contento con la verdad pasada; él debe tener la verdad presente. Los buscadores de Dios no quieren simplemente estudiar las páginas mohosas de lo que Dios ha hecho; están ansiosos por ver lo que Dios está haciendo.”[1]
El Misticismo / Formación Espiritual Clásico: A través del uso de diversas disciplinas y ejercicios espirituales, Dios nos hablará por medios audibles e inaudibles. Dallas Willard y Richard Foster son dos ejemplos de ello. Willard, un líder dentro del Movimiento de la Formación Espiritual, actualizó recientemente un libro anterior llamándole Escuchando a Dios, Desarrollando una Relación de Diálogo con Dios. La idea central de su libro es que podemos vivir "la clase de vida donde escuchar a Dios no es un suceso raro, porque escuchar a Dios no es sino una de las dimensiones de una relación ricamente interactiva y obtener orientación no es más que una faceta de escuchar a Dios.” [2] En otras palabras, el cristiano maduro debe esperar a escuchar la voz de Dios regularmente, independiente de la Escritura, y esa voz revelará al individuo la voluntad de Dios específica para su vida. Tal comunicación personal del Señor, se nos dice, es absolutamente esencial, porque sin ella no puede haber una relación íntima con Dios. 3 Y son aquellos que están escuchando a Dios hoy en día, de esta manera, los que redefinirán “la espiritualidad cristiana para nuestro tiempo.” [4]
Misticismo Evangélico: Dios está hablando a los cristianos con regularidad, sobre todo a través voces internas inaudibles, corazonadas, impulsos, sentimientos y circunstancias (ejemplos: Henry Blackaby y Beth Moore). Los ministros bautistas de Southern Henry y Richard Blackaby escribieron Escuchando la Voz de Dios para “enseñar al pueblo de Dios no sólo a reconocer su voz, sino también de inmediato a obedecer su voz cuando la escuchen.” [5] Prometen que “a medida que pasen tiempo con Jesús, poco a poco llegarán a reconocer su voz más fácilmente de lo que lo hacían en un primer momento ... no será engañado por otras voces porque conoce la voz de su Señor tan bien.” [6] Y, una vez que haya descubierto cuando Dios le está hablando, “escríbala en un diario para que pueda referirse a ella mientras usted le sigue.”[7]
En esta categoría se podrían colocar los nuevos calvinistas o carismáticos calvinistas como John Piper, Wayne Grudem, Mark Driscoll y CJ Mahaney. Sus seguidores son llamados a veces los jóvenes, inquietos, y Reformados. Mark Driscoll, quien a menudo afirma tener revelación extra-bíblica, sueños y visiones del Señor, el documenta cuatro de estos eventos en su reciente libro El Matrimonio Real. Él escribe: "... cuando Dios me habló, nunca había experimentado nada como ese momento. Dios me dijo que dedicara mi vida a cuatro cosas. Me dijo que me casara con la Grace, predicara la Biblia, entrenara hombres, y plantara iglesias. Desde ese día en 1990, eso es lo que he estado buscando por la gracia de Dios.”[8]
Cesacionista: Todos los dones milagrosos, entre ellos la profecía, han cesado (ejemplos: la FIAC International, John MacArthur y Charles Ryrie). La Confesión de Westminster afirma bien la posición cesacionista histórica,
“El consejo completo de Dios tocante a todas las cosas necesarias para su propia gloria y para la salvación, fe y vida del hombre, está expresamente expuesto en las Escrituras, o se puede deducir de ellas por buena y necesaria consecuencia, y, a esta revelación de su voluntad, nada ha de añadirse, ni por nuevas relaciones del Espíritu, ni por las tradiciones de los hombres.” [9]
Cautelosos, pero Abiertos: Los defensores de esta posición son escépticos de las afirmaciones proféticas y la mayoría de las experiencias inaudibles. Pero ellos no quieren “poner a Dios en una caja” y por lo tanto son cautelosamente abiertos a la posibilidad de la revelación adicional del Señor en la actualidad, a pesar de que no están seguros de cómo funciona o cómo identificar la voz de Dios. Sin embargo, tienen miedo de limitar el poder de Dios y temen poder estarse perdiendo de una estrecha relación personal con el Señor si no permiten la posibilidad de hablar de Dios hoy en día, aparte de la Escritura (ejemplos: la mayoría de los cristianos).
Las Revelaciones Modernas
Los Continuistas, los que creen que los dones de señales milagrosas, incluyendo la profecía, aún están disponibles para los creyentes de hoy, definen sus supuestas revelaciones de diferentes maneras. Hay dos categorías amplias que podrían ser reconocidas, la primera de las cuales afirman mensajes proféticos del Señor. Estos mensajes serían claros, palabras directas de Dios o los ángeles, tal vez en sueños o visiones o por medio de voces audibles. Tales afirmaciones han sido durante mucho tiempo comunes en los círculos pentecostales y carismáticos y están aumentando entre los evangélicos no carismáticos. La extremadamente popular conferenciante y autor Beth Moore es bien conocida por sus afirmaciones de escuchar a Dios. En un DVD, afirma: “Wow, este es el corazón de nuestro estudio. Este es el corazón de nuestro estudio. Escucha cuidadosamente. Lo que Dios comenzó a decirme hace unos cinco años, y yo te estoy diciendo que recibí en ese caminar con El, y que mi cabeza todavía está dando vueltas en ello. Él comenzó a decirme: ‘Voy a decirte algo en este momento, Beth, y anota esto y lo dirás tan a menudo como lo escuches.’” [10] Tales declaraciones procedentes de evangélicos son demasiado comunes para necesitar mucha documentación. Moore está afirmando una palabra directa del Señor que establece el programa futuro de su ministerio. La fuente de la autoridad es su propia experiencia
A partir de una base doctrinal más nos volvemos al teólogo Wayne Grudem, que ha tenido un enorme impacto en el mundo evangélico en relación con las profecías modernas. Grudem ha escrito el libro definitivo sobre el tema, El Don de Profecía en el Nuevo Testamento y Hoy, en el que afirma que la profecía de la era de la iglesia es diferente de la profecía del Antiguo Testamento. Mientras que el profeta del Antiguo Testamento se limitó con el estándar de la infalibilidad cuando hablaba una palabra del Señor (Deut. 18:20-24), las profecías que comienzan con Pentecostés son falibles e imperfectas. Él escribe, “la Profecía en las iglesias ordinarias del Nuevo Testamento no eran iguales a la Escritura en autoridad, sino simplemente un informe muy humano, y en ocasiones parcialmente equivocadas – de algo que el Espíritu Santo trajo a la mente de alguien.” [11] La profecía moderna entonces, es impuro e imperfecto. A modo de ejemplo y documentación Grudem cita a los líderes carismáticos anglicanos Dennis y Rita Bennet que afirman que “no se espera que aceptemos cada palabra hablada a través de los dones de expresión ... sino que debemos sólo aceptar lo que nos impuelse el Espíritu Santo y está de acuerdo con la Biblia ... una manifestación puede ser 75% de Dios, pero 25% de los propios pensamientos 25% de la persona. Hay que distinguir entre los dos.”[12]
Uno de los aspectos más desconcertantes de la posición de Grudem es su incertidumbre en cuanto a cómo podemos distinguir entre nuestros propios pensamientos y los supuestamente de Dios. Esta es una característica tan importante e inquietante del sistema del continuista conservador que voy a citar a Grudem en longitud.
"Pero, ¿cómo una persona podría saber si lo que vino a la mente fue una ‘revelación’ del Espíritu Santo? Pablo no escribió instrucciones específicas; sin embargo, podemos suponer que en la práctica tal decisión podría incluir tanto un elemento objetivo como uno subjetivo. Objetivamente, ¿se ajusta la revelación con lo que el profeta sabía de las Escrituras del Antiguo Testamento y con la enseñanza apostólica?” 13
Con esta cita los cesacionistas están parcialmente de acuerdo. El Espíritu Santo no puede contradecirse a Sí mismo y todo lo supuestamente dicho por el Espíritu Santo que está en desacuerdo con la Escritura es naturalmente espurio. Los continuistas, sin embargo, rara vez afirman nuevas doctrinas que suplementen la Escritura; ellos afirman palabras específicas y personales que los guían en la toma de decisiones o el conocimiento del futuro. Cabe mencionar, de paso, que al contrario de lo que se dice a menudo por los continuistas, muchos defiendan las profecías modernas, de hecho, añaden numerosas doctrinas que no se encuentran ni se enseñan en la Biblia, tales como las técnicas específicas demoníacas de guerra espiritual, puntos de vista sobre el cielo o el infierno, autoridad de “palabra de fe” que libera el poder de Dios, la teología del dominio, nuevos puntos de vista sobre la expiación, la inspiración y la eclesiología. Mientras que más continuistas conservadores como Grudem, Piper, y Mahaney no serían culpables de tales adiciones teológicas, muchos otros lo son.
Volviendo a Grudem leemos acerca de su elemento subjetivo de la profecía,
“Pero también sin duda había un elemento subjetivo de juicio personal: la revelación 'parecía' algo del Espíritu Santo; qué parecía ser similar a otras experiencias del Espíritu Santo que él había conocido previamente en la adoración ... Más allá de esto, es difícil especificar mucho más allá, excepto para decir que con el tiempo una congregación probablemente sería más experta en hacer evaluaciones de las profecías, y los profetas individualmente también se beneficiarían de esas evaluaciones y se volverían más expertos en reconocer una revelación genuina del Espíritu Santo y distinguirla de sus propios pensamientos.”[14]
Cuando contrastamos la perspectiva de Grudem de la profecía con la Escritura no encontramos nada remotamente parecido a lo que enseña Grudem. En ninguna parte de la Biblia uno recibió un mensaje de Dios preguntándose si Dios le estaba hablando a él (con la excepción temporal del niño Samuel). Nadie tenía que preguntar si lo que estaban escuchando "parecía" del Espíritu Santo o coincidía con experiencias subjetivas anteriores que también "parecían" del Espíritu Santo. Ellos sabían que sin lugar a dudas, cuando Dios les estaba hablando. Esta es esencialmente la misma enseñanza que Dallas Willard ejerce en Escuchando a Dios: "¿Cómo puedes estar seguro de que Dios te está hablando? La respuesta es que se aprende por la experiencia.” [15] Por lo tanto la experiencia subjetiva se convierte en la prueba de la autoridad en relación con la revelación de Dios. Esto está muy lejos de lo que encontramos en la Escritura.
La segunda mitad de la cita de Grudem se mueve en el ámbito de lo increíble. Después de dos mil años de historia de la iglesia, lo mejor que este teólogo de clase mundial puede ofrecer es que “con el tiempo una congregación probablemente será más hábil en hacer evaluaciones de las profecías...” Esta es una declaración de especulación y esperanza de que en algún momento la iglesia comenzará a averiguar cuando una palabra de revelación en realidad proviene del Espíritu Santo y cuando es de la imaginación del que habla.
Vamos a poner la hipótesis de Grudem a una prueba. La hermana de Sally se pone de pie en la iglesia y dice que el Espíritu Santo le ha revelado a ella que un terremoto destruirá gran parte de la ciudad en algún momento dentro de las próximas ocho semanas. La congregación tiene que añadir un seguro de terremoto a sus propiedades, empacar todas sus pertenencias, dejar sus puestos de trabajo y dirigirse al campo. ¿Qué se debe hacer? Teniendo en cuenta la teoría de Grudem, la congregación sabe que a lo mucho esta profecía es impura y lo más probable es que contenga elementos que no son de Dios. Las personas quedan a expensas de evaluar la validez de la revelación que acaban de recibir en base a su propia experiencia o de otros medios puramente subjetivos. En la Biblia, si un verdadero profeta de Dios advertía de un inminente terremoto no habría ninguna duda en cuanto a qué hacer, pero el profeta del Nuevo Testamento de Grudem es poco fiable. Tengo que preguntar, ¿qué valor tiene tal profecía? No tiene ninguna autoridad o certeza, y de hecho puede dar lugar a malas decisiones e incluso desastrosas. Estas profecías modernas no tienen el sonido de “así dice el Señor.”
Cuando los diferentes puntos de vista sobre la revelación moderna y las profecías colisionan, los continuistas intentan apaciguar a los cesacionistas asegurándoles que sus mensajes del Señor no están a la par con la Escritura. Grudem cita a George Mallone diciendo:
“La profecía hoy en día, aunque puede ser útil y en ocasiones abrumadoramente específica, no está en la categoría de revelación dada a nosotros en la Sagrada Escritura ... Una persona puede escuchar la voz del Señor y ser obligado a hablar, pero no hay seguridad de que es libre de contaminantes. Habrá una mezcla de carne y espíritu.” [16]
Dado que casi nadie dentro de la cristiandad (excepto las sectas) están afirmando una revelación que es equivalente a la Biblia, nos quedamos con un dilema. ¿Es posible que Dios hable de una manera no autoritativa? ¿Es posible que El hable algo menos que Su palabra inspirada? Los continuistas parecen haber inventado un nuevo tipo de revelación divina, que contradice la Escritura y desafía la razón. En la Biblia, y lógicamente, o Dios está hablando o no lo está. No hay tal cosa como una revelación inspirada parcialmente o palabras verdaderas del Señor contaminadas por el malentendido o la imaginación del profeta. Esto no quiere decir que todas las palabras divinas de Dios se encuentran en las Escrituras. Juan tiene cuidado en informarnos que Jesús hizo muchas cosas, y ciertamente dijo muchas cosas, que no se registran en su Evangelio (Juan 20:30), o en los otros libros del Nuevo Testamento para el caso. Sin embargo, todo lo que Jesús dijo eran las palabras de Dios. El nunca expresó un pensamiento impuro o falso. El hablaba con autoridad. Sin lugar a dudas, también el Espíritu habló a través de varios hombres y mujeres en los tiempos bíblicos cuyas palabras no fueron registradas en la Biblia. El punto, sin embargo, es que, mientras que el Espíritu Santo no ha incluido todas las profecías que Él habló a través de los seres humanos en la Escritura, todo lo que Él inspiró para que fuese dicho lleva consigo la autoridad infalible de la Palabra de Dios. Nada de lo que dijo a través de personas es menor que la palabra de Dios. Nunca se ha pronunciado una revelación contaminada o parcial del Espíritu Santo.
Esto significa que las profecías modernas, las palabras de conocimiento, y otras afirmaciones de escuchar la voz del Señor, si son verdaderamente del Espíritu Santo, deben ser iguales a las Escrituras, tanto en inspiración como en autoridad. Dios no puede hablar ninguna cosa sin pureza e infalibilidad. Las afirmaciones modernas del Señor hablando con una "mezcla de carne y espíritu" simplemente no son posibles y nunca se ponen de manifiesto en la Escritura. Los que afirman una revelación divina hoy deben luchar con el hecho de que lo que están supuestamente escuchando debe llevar la misma autoridad de los autores divinamente inspirados de la Escritura.
Un Argumento para el Cesacionismo
Con todo esto como telón de fondo, la cuestión se reduce a esto: ¿Está Dios dando revelación autoritativa a la par con lo que Él ha dado en el pasado, gran parte del cual ha sido escrito, o no lo está? Si lo está, entonces la iglesia de Cristo tiene que tomar nota y entrar en conformidad con el movimiento de la profecía moderna, siguiendo sus revelaciones como lo harían con la Escritura. Pero si el Señor no está revelando Su palabra inspirada hoy, entonces tenemos que rechazar las pretensiones de los profetas modernos y exponer estas supuestas revelaciones como lo que son. Esto significa que la posición adoptada por la mayoría sobre la profecía - cautelosa pero abierta - es insostenible. La multitud prudente, pero abierta se muestra escéptica de las afirmaciones que vienen del movimiento profético y que son sospechosas de las muchas "palabras de Dios" que tantos evangélicos están afirmando. Aún no se atreven a abrazar el cesacionismo. Ellos están preocupados por limitar a Dios o, como se mencionó anteriormente, “poner a Dios en una caja.” A esto quiero dejar dos respuestas:
- Está bien poner a Dios en una caja, si Dios, de hecho, es el que se pone a Sí mismo en esa caja. En otras palabras, Dios puede hacer todo lo que quiere hacer, pero nosotros esperamos que Dios haga lo que dice que va a hacer. Si Dios mismo se ha colocado en el cuadro cesacionista podemos abrazar y proclamarlo.
- Tomar la perspectiva abierta pero cautelosa realmente no se sostiene. O Dios está hablando hoy en día, aparte de su palabra o no está hablando. Si Él está hablando, ¿cómo podemos determinar cuál de la multitud de mensajes que las personas afirman provienen de El, y cuales son falsos? Si, con Grudem, hemos eliminado las pruebas de Deuteronomio 13 y 18, ¿cómo vamos a evaluar todas estas revelaciones? ¿Cómo sabemos a quién debemos escuchar ya quien debemos pasar por alto?
En un área tan importante como la revelación divina es insostenible creer que el pueblo de Dios no puede saber con certeza si tal cosa está teniendo lugar. Sin duda, debemos esperar que las mismas Escrituras trazaran las instrucciones a nosotros para determinar si una revelación divina, autoritativa, e inspirada se está dando en la actualidad. Creo que lo hace y que podemos estar seguros, por el testimonio de la Escritura misma, que Dios ha dejado de hablar a la humanidad durante esta época, aparte de la Biblia. Vamos a echar un vistazo rápido a lo que la Palabra tiene que decir.
Una perspectiva cesacionista comienza con una mirada cuidadosa a lo que Dios hizo realidad en la Escritura. Encontramos, cuando buscamos con cuidado, que Dios no estaba hablando a todos todo el tiempo. Su revelación, incluso en los tiempos bíblicos, era rara y cuando lo hizo fue hablar sobrenaturalmente siempre con una voz audible, nunca a través de voces internas o impresiones. La idea que sostenida por muchos de que Dios habló a la mayoría de sus hijos en los tiempos bíblicos simplemente no es verdad. El creyente promedio en cualquiera Testamento nunca recibió una palabra personal de Dios e incluso la mayoría de los personajes claves nunca escucharon la voz de Dios personalmente. Cuando Dios habló en la Escritura casi siempre se refirió al panorama general de lo que estaba haciendo en la ejecución de Sus programas de redención o la vida de Su pueblo en general. Usted buscará en vano para encontrar a Dios dando instrucciones a alguien para tomar un trabajo, comprar una cantidad de burros, o comprar una casa - excepto en lo relacionado con el tema más importante de la relación de Dios con Su pueblo. Más allá de unos pocos individuos, encontrar una persona que no es profeta en la Escritura quien escuchó directamente de Dios se convierte en una tarea difícil. La afirmación de que Dios habló a casi todo el mundo todo el tiempo, guiándole y orientándoles simplemente no resiste la prueba del examen cuidadoso de las Escrituras. Incluso aquellos a quienes Dios habló en el Antiguo Testamento, solamente Noé, Abraham, Moisés (considerado como un profeta), Jacob, Aarón, Josué, David y Salomón, él habló más de dos veces en su vida.
Pero ¿qué pasa con el Nuevo Testamento? Nos encontramos con que la mayoría de los registros de Dios hablando a personas después de Pentecostés se encuentran en el libro de Hechos. Pero incluso en este caso nos encontramos con sólo trece veces distintas en las que Dios habló directamente a individuos (dos de ellas por medio de ángeles), (8:26-29; 9: 4, 10; 10: 3, 11-16; 12: 7-8 ; 13: 2-4; 16: 6,9-10; 18: 9; 21: 4, 11; 22: 17-21; 23:11). Ocho de estas ocasiones fueron a Pablo o Pedro, dejando un total de otros cinco individuos o grupos a los que Dios habló directamente en los primeros 30 años de historia de la iglesia.
La Evidencia Positiva
Hasta ahora, hemos examinado lo que podría llamarse evidencia negativa. Es decir, si estamos buscando un patrón de cómo Dios habló a las personas en tiempos de las Escrituras, ese patrón revela una escasez de revelaciones individuales. El Señor eligió hablar principalmente a través de Sus profetas y los apóstoles. Siguiendo ese patrón debemos esperar lo mismo hoy. Ahora vamos a pasar a la evidencia más positiva que el Señor ha dejado de hablar hoy aparte de la Escritura.
Comenzando con Efesios 2:20, nos encontramos con que la iglesia está edificada "sobre el fundamento de los apóstoles y profetas." Puesto que Cristo es la piedra angular de la iglesia, este versículo tiene que estar hablando del testimonio con respecto a Cristo que los apóstoles y profetas proporcionaron a la iglesia. Solo se podría esperar que este testimonio pasara a lo largo de las futuras generaciones de creyentes a través del instrumento de las Escrituras que aquellos hombres fueron guiados a escribir. Como Efesios 3:5 nos dice, el “misterio de Cristo” que “se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora ha sido revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu” en el siguiente capítulo, Pablo enseña que el Señor ha provisto hombres dotados a la iglesia para su perfección o madurez. El papel de los ‘apóstoles y profetas’ en ese proceso fue colocar los cimientos de la iglesia, como hemos visto (Ef 2:20; 3: 5). How? ¿Cómo? A través de la enseñanza de la verdad del Nuevo Testamento, la doctrina de los apóstoles. La iglesia primitiva se reunió para dedicarse a “la doctrina de los apóstoles” (Hechos 2:42), porque eran los apóstoles quienes proporcionarían la revelación del Nuevo Testamento.
El libro de Hebreos nos permite entender mejor al detallar dos períodos en la historia humana en la que el Señor ha hablado a la humanidad. Hebreos 1: 1 proclama que el primer período fue “hace mucho tiempo a los padres y los profetas en muchas ocasiones y de muchas maneras.” Esto es una obvia referencia a las revelaciones dadas durante los tiempos del Antiguo Testamento. En el versículo dos el autor de Hebreos cita el segundo período de la revelación divina, simplemente diciendo que “en estos últimos días [Dios] ha hablado por medio de Su Hijo.” Pero, como sabemos el mismo Jesús no escribió nada de lo que Él dijo. Esto fue dado a Sus seguidores y así, el autor de Hebreos añade: “después que fue anunciada[c] primeramente por medio del Señor, nos fue confirmada por los que oyeron” (Hebreos 2:3), es decir, los apóstoles. Sin embargo, esto plantea un problema práctico. ¿Cómo sabían las personas que la comunicación que recibían de los apóstoles era verdad? Después de todo, muchas personas presumieron ser un apóstol en el primer siglo. El Señor autentidicaría a sus verdaderos apóstoles, dándoles la capacidad de realizar “señales como por prodigios, y por diversos milagros y por dones del Espíritu Santo según su propia voluntad.” (Hebreos 2:4). Cuando los corintios desafiaron el apostolado y la autoridad de Pablo, él les señaló las “señales de un verdadero apóstol ... [que eran] señales, prodigios y milagros" (2 Co. 12:12), al igual que el autor de Hebreos confirmó. El libro de Hechos verifica en varias ocasiones que los dones milagrosos eran hechos por los apóstoles por esta misma razón (Hechos 2:43; 5:12, 13; 9: 38-41; 14: 3, 8-9; 15:12; 19 : 11; 20:10; 28: 8, 9). Las únicas excepciones fueron Esteban (6: 8), Felipe (8:6-7) y, posiblemente, Bernabé (15:12), todos muy estrechamente asociados con los apóstoles. No encontramos ejemplos de la mayoría de los cristianos en el Nuevo Testamento, ya sea haciendo milagros o recibiendo revelación autoritativa. Los milagros eran con el fin de autenticar el oficio de hombres que sentarían las bases de la iglesia. Una vez que el fundamento de la iglesia estaba en su lugar, ya no era necesario el papel de los apóstoles. Con la muerte de Juan, el último de los apóstoles, los dones para autenticar a los apóstoles ya no eran necesarios y cesaron.
¿Pero eso quiere decir necesariamente que la revelación cesó? Creo que la evidencia de la Escritura indicaría que así fue. Comenzamos con 1 Corintios 13: 8-10, que nos dice claramente que llegaría el día en que la profecía y el conocimiento sobrenatural serán eliminados, y las lenguas cesarán. Específicamente Pablo escribe que “cuando venga lo perfecto, lo incompleto se acabará.” Todos los creyentes en la Biblia son en última instancia cesacionistas, porque este pasaje es claro que el conocimiento de revelación cesará en algún momento (ese punto será cuando venga lo perfecto). Muchos creen que lo "perfecto" se refiere a la venida de Cristo o el reino eterno. Esa es una interpretación posible, pero el contexto está contrastando el conocimiento parcial y los dones de revelación con lo que es perfecto. La mejor explicación en este contexto sería que lo perfecto (o completo) sería la finalización de la Escritura. En otras palabras, cuando la revelación de esta dispensación como está registrada en el Nuevo Testamento se complete la necesidad de palabras parciales de conocimiento y profecías cesarían. Es decir, debido a que la revelación final y plena del Señor para esta dispensación ha llegado, no hay necesidad de mensajes adicionales de Dios. Esto parece razonable, ¿pero ha sucedido?
Esta comprensión de lo perfecto en 1 Corintios 13 se refuerza más adelante en el Nuevo Testamento por Pedro, Judas, Pablo y Juan. Cuando el apóstol Pedro escribe la epístola inspirada que llamamos Segunda de Pedro, el está deseoso de recordarles muchas cosas, sobre todo que " recordéis las palabras dichas de antemano por los santos profetas, y el mandamiento del Señor y Salvador declarado por vuestros apóstoles” ( 3:2). Pedro no apuntaba a sus lectores a la revelación nueva o fresca, sino a las palabras pronunciadas previamente por los profetas y apóstoles. Judas ofrece una comprensión similar cuando en el versículo tres insta a sus lectores a "contender ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos." Un mensaje que había sido dado, un fundamento puesto una vez por todo lo que tenía que ser defendido. ¿Cómo sabían cuál era el mensaje? En el versículo 17 Judas responde: “Pero vosotros, amados, acordaos de las palabras que antes fueron dichas por los apóstoles de nuestro Señor Jesucristo.” La fe en el versículo tres que se les dio, la fe que debía ser defendida y proclamada, se había dado a ellos por nada menos que los apóstoles.
Cuando el apóstol Pablo escribe prácticamente sus últimas palabras inspiradas a su amigo Timoteo le apunta a la Escritura que es capaz de hacer del pueblo de Dios “perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 16-17). A la luz de esta demanda elevada de las Escrituras inspiradas por Dios, Pablo da a Timoteo un encargo final de “predicar la palabra ...” (4:1-5). No hay ningún indicio a cargo de Pablo que Timoteo buscara revelación adicional, escuchar profecías o palabras de conocimiento de hermanos en la fe o predicar sus propios sueños o visiones. Él debía predicar la Palabra dada a los santos a través de los apóstoles. A medida que el canon del Nuevo Testamento se acerca a su fin los autores de inspiración divina se unen en señalar a sus lectores a los apóstoles como la fuente humana de inspiración de la verdad del Nuevo Testamento.
El apóstol Juan se une al coro mientras se cierra el Nuevo Testamento con una solemne advertencia en contra de añadir o sustraer de esta revelación final de Dios. Él escribe: “Yo testifico a todos los que oyen las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añade a ellas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro; y si alguno quita de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del árbol de la vida y de la ciudad santa descritos en este libro.” (Ap 22:18-19). Dado que este es el último capítulo en el último libro de la última Testamento sólo es razonable deducir que de ese punto en adelante cualquier adición de cualquier profecía estaría añadiendo a la escritura. Con la muerte de Juan poco después, el último de los apóstoles había desaparecido de la escena y con él la última palabra de revelación de esta época. Además de que no hay ninguna indicación de que ya sea los doce apóstoles o los profetas del Nuevo Testamento alguna vez fueran reemplazados (Ap 21,14).
Conclusión
El testimonio que emerge de las mismas Escrituras es que Dios ha elegido para comunicarse con la humanidad a lo largo de la historia de maneras específicas y únicas. Él ha elegido ciertos hombres en determinados momentos para ser profetas y apóstoles para hablar y registrar la revelación divina (Heb 1, 1-2; 2:3-4). Cuando la revelación de Dios fue completa para esta época, el ministerio de los profetas y apóstoles se terminó y no deberíamos esperar contar con ninguna otra comunicación en este momento. Esta expectativa se verifica a través de las declaraciones que se encuentran en la Biblia misma. Lo que estamos viendo hoy en día no es nueva revelación de Dios, pero experiencias subjetivas y, a veces, engaño.
Vamos a aferrarnos tenazmente a "la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Judas 3) en lugar de buscar la imaginación inferior e inadecuada de los que afirman una nueva palabra del Señor hoy.
NOTAS:
1. Tommy Tenney, The God Chasers (Shippensburg, Pa: Destiny Image, 2000), unnumbered pages in introduction (emphasis his).
2. Dallas Willard, Hearing God, Developing a Conversational Relationship With God, (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 2012), pp. 12, 13.
3. Ibid., pp. 26, 31, 67.
4. Ibid., p. 15.
5. Henry and Richard Blackaby, Hearing God’s Voice (Nashville: Broadman & Holman Publishers), 2002, p. 234.
6. Ibid., p. 235.
7. Ibid., p. 236.
8. Mark and Grace Driscoll, Real Marriage, the Truth about Sex, Friendship and Life Together (Nashville: Thomas Nelson, 2012), p. 8. Fara mas de las afirmaciones de Mark Driscoll’s de revelaciones extrabiblicas vease su libro Confessions of a Reformission Rev, Hard Lesson from an Emerging Missional Church (Grand Rapids: Zondervan, 2006), pp. 39, 74-75, 97, 99, 128, 130.
9. The Westminster Confession, chapter 1, section 6.
10. Quoted from Beth Moore’s DVD “Believing God.”
11. Wayne Grudem, The Gift of Prophecy in the New Testament and Today, (Wheaton: Crossway, 1988), p. 14.
12. Ibid., p. 110.
13. Ibid., p. 120.
14. Ibid., pp. 120, 121 (énfasis mío).
15. Dallas Willard, p. 9 (énfasis mio).
16. Wayne Grudem., p. 111.
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