Cómo la Encarnación me Humilla
Por Tim Challies
La Navidad se acerca rápidamente y, como tan a menudo en esta época del año, siento la tensión entre la Navidad como un día para conmemorar el nacimiento de Jesús y la Navidad como un día para intercambiar regalos y pasar tiempo con la familia. Yo no creo que haya ninguna razón para sentir esta tensión, como si estas cosas no puedan coexistir, y sin embargo están allí año tras año.
Al acercarse la Navidad, mi iglesia está pasando cuatro domingos viendo Canciones para el Salvador, los cuatro cánticos de Lucas registrados en los primeros capítulos de su relato de la vida de Jesús. El domingo pasado vimos el cántico de María y lo vimos como una oportunidad para responder a la noticia de la encarnación de Cristo como lo hizo María: con la confianza en los buenos propósitos de Dios y con regocijo en el carácter de Dios tal como se revela en el milagro de Dios haciéndose hombre.
Lo que se destacó para mí acerca de la respuesta de María a la noticia de que ella daría a luz a este niño es su humildad a pesar de todo. Se podría pensar que de ser elegida para ser la madre del Mesías, generaría orgullo, pero esto no es lo que vemos en María. Aunque ella comprendió de inmediato que la gente para siempre la consideraría como especialmente bendecida, ella sabía que no era en absoluto merecedora de este honor. No era nada que ella había ganado.
… Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre,.
Esta no es la María del catolicismo romano que estaba sin pecado y, de ese modo, la madre más adecuada en toda la historia humana. No, ella es una muchacha pecadora que estaba en desesperada necesidad del Salvador que ella estaba llevando. Ella es humilde en un honor que es de ella porque ella tiene una evaluación realista de lo que ella es.
Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos..
¿Puede ver lo que ella hace aquí? Ella misma se compara con la gente que tiene grandes dotes intelectuales, que tienen un gran poder y autoridad, y que tienen grandes riquezas, y se da cuenta de que ella es sólo una niña de un pueblo pequeño y sin importancia en una provincia fuera de la vía. Un autor ha dicho, ella es una don nadie de un pueblo donde no hay nada en el medio de la nada.
De todo lo que amo de Dios —¡y hay muchas cosas que podría hacer una lista!— Esto es muy cerca de la cima, que elige a tales personas de tan pocas probabilidades para beneficiarse de sus dones y de su gracia. Él exalta a los que saben que son indignos y derriba a los que se consideran más dignos. El pasa por encima de muchos de los brillantes, ricos y poderosos, y en su lugar otorga su gracia sobre los perdidos y los que son menos.
En cuanto al canto de María, y teniendo en cuenta sus expresiones de asombro humilde, creo que hay por lo menos dos formas en que la encarnación debería humilla.
La encarnación debe humillarme porque me dice que tengo una desesperada necesidad de un Salvador. Necesito que este Dios-hombre nazca en el mundo para que me salve de la condenación que ha caído sobre mí mismo.¡No puedo salvarme a mí mismo! Estando a al deriva me siento tan perdido y sin esperanza que sin una ayuda que viene de fuera de mí mismo, me enfrento a una eternidad separado de toda la gracia de Dios. La encarnación me humilla, poniendo de relieve la realidad de mi condición natural.
La encarnación tiene la intención de humillarme al reflexionar sobre la realidad que yo –yo de toda la gente– soy un beneficiario de toda la gracia que entró en el mundo con y, a través de Jesucristo. Gracias a él he recibido lo que más necesitaba, pero merecía menos. Como todo cristiano, puedo dar fe de la maravilla de ver toda la gracia y el amor y el perdón que es mío y maravillándose de que esto se me ha dado a mí. ¡A mí!. Es humillante saber de lo que he sido salvado, y es humillante saber para lo que he sido salvado.
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