El Impacto de una Actitud Gozosa
Por John MacArthur
La poetisa Annie Johnson Flint escribió una vez esta pieza sobre las pruebas en la vida cristiana:
Presionado fuera de medida, y presionado hasta el final;
Presionado tan intensamente que parece más allá de la fuerza;
Presionado en el cuerpo y presionado en el alma
Presionado en la mente hasta que las oscuras olas ruedan:
Presión de los enemigos, y presión de los amigos;
Presión sobre presión hasta que la vida casi termina:
Presionado para no conocer otro ayudante que Dios;
Presionado a amar la vara y el callado:
Presionado a la libertad donde nada se aferra;
Presionado para tener fe en las cosas imposibles:
Presionado a vivir una vida en el Señor;
Presionado a vivir una vida de Cristo derramada.
Al principio, el poema se detiene en todas las luchas que nos ponen a prueba: físicas, emocionales, relacionales y espirituales. Pero después de llegar casi al punto de la desesperación, da un giro, mirando a todas las bendiciones que se producen a través de las pruebas. El poema pinta un hermoso cuadro de lo que el Señor logra con nuestro sufrimiento.
Poemas como éste nos recuerdan por qué Santiago puede decirnos que “lo consideremos todo por sumo gozo” cuando nos encontramos con dificultades (1:2). Aunque al principio pueda parecer paradójico o directamente imposible, en Cristo tenemos el poder de pensar así. Y de hecho, tener una actitud gozosa en las pruebas nos ayuda a soportarlas.
Por supuesto, no surge de forma natural; requiere un compromiso consciente para evaluar el sufrimiento de una forma que aporte gozo. Cuando Pablo dijo a los filipenses: “He aprendido a contentarme en cualquier sea mi situación” (4:11), expresó que el contentamiento gozosa en el sufrimiento era algo que tenía que aprender y cultivar. No es algo que ocurra por accidente.
Como reconoce Hebreos 12:11, “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo.” Pero luego continúa: “pero después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados.”
Los comentaristas han interpretado esta frase “todo gozo” de múltiples maneras: "gozo sin mezcla", "gozo completo", "gozo total", "gozo puro,” etc. Pero todas estas opciones dicen más o menos lo mismo. Se trata de un gozo sincero de alguien que considera un privilegio que su fe sea puesta a prueba, porque sabe que la prueba le acercará a su Salvador. Como anhela tan profundamente esa intimidad, incluso las pruebas son amigos bienvenidos.
¿Ha notado que las pruebas le hacen mucho más sensible a la presencia de Dios? ¿Ha notado que cuando pasa por momentos difíciles, su vida de oración se expande? ¿Ha notado que le hacen escudriñar más las Escrituras en busca de respuestas a sus problemas, y que pide más a la gente que ore por usted? Todas estas cosas le acercan al Señor, la fuente misma de su gozo.
Además del efecto endulzante que el sufrimiento tiene en nuestra intimidad con Dios, las pruebas también son gozosas porque son un privilegio. Es un privilegio sufrir en nombre de Cristo. Cuando los apóstoles fueron acosados y azotados por las autoridades religiosas de Jerusalén, salieron “gozosos de haber sido tenidos por dignos de padecer afrenta por causa del Nombre.” (Hechos 5:41). El encarcelamiento y la flagelación son pruebas significativas, pero como los apóstoles disfrutaban del privilegio de ser como Cristo en sus sufrimientos, se regocijaron ante la oportunidad.
Pero no sólo la persecución externa debe considerarse un privilegio. La debilidad interna también es un privilegio que hay que soportar, según 2 Corintios 12, donde Pablo habla de su “aguijón en la carne.” En respuesta a las oraciones de Pablo pidiendo alivio, Dios dijo: “Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad” (versículo 9).
Este aguijón, sea lo que sea, le causó a Pablo una gran angustia. Pero en respuesta a la declaración de Dios, Pablo añade: "De buena gana, pues, me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo habite en mí". El sufrimiento de Pablo a causa del aguijón fue un conducto para que el poder de Cristo habitara en él. Y por eso se alegró por ese privilegio.
Lo que usted necesita más desesperadamente no es la eliminación de su prueba, sino la gracia para soportarla y regocijarse en todos los beneficios que traen las pruebas. Te acercan al Señor. Te permiten el privilegio de identificarte con Sus sufrimientos. Y te permiten el privilegio de resaltar Su gracia al depender totalmente de Él.
Finalmente, podemos tener gozo en las pruebas recordando que el sufrimiento terminará algún día. Como dice Romanos 8:17: "Porque considero que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que nos ha de ser revelada." Los sufrimientos de hoy significan que nos sentiremos muy bien cuando "ya no habrá muerte; ya no habrá llanto, ni clamor, ni dolor" (Apocalipsis 21:4).
Por eso, cuando nos llegan las pruebas, nuestro primer paso práctico para soportarlas es gozarnos. ¡Qué cosa tan rica y maravillosa es ver tu fe probada y fortalecida, ver el pecado expulsado de tu vida, fortalecer tu corazón con la esperanza de ese día mejor en el que no tendrás pruebas, ser atraído más profundamente a la comunión, e identificarte con Cristo! Estas cosas son un amplio combustible para la alegría.
Estaba leyendo a Warren Wiersbe, un querido amigo, y tenía un pequeño párrafo excelente sobre las pruebas:
Nuestros valores determinan nuestras evaluaciones. Si valoramos la comodidad más que el carácter, entonces las pruebas nos perturbarán. Si valoramos lo material y lo físico más que lo espiritual, no podremos "contarlo todo con sumo gozo". Si vivimos sólo para el presente y olvidamos el futuro, entonces las pruebas nos amargarán, no nos harán mejores. (Be Mature: Growing Up in Christ, page 33)
Si no puedes regocijarte en tus pruebas, tus valores están equivocados. Pero si te encuentras capaz de regocijarte incluso en medio del sufrimiento severo, puedes saber que es porque Dios está transformando tus valores para que sean como los de Él.
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