Nadie Nace Hijo de Dios
Por Jordan Standridge
Cuando he hablado con personas de otras religiones, se me ha ocurrido que la mayoría, si no todos, enseñan que todos son hijos de Dios.
Si eres musulmán y enseñas que todos los niños nacen musulmanes, pero luego son llevados por el diablo, o si eres mormón, y enseñas que todos en la tierra existieron previamente como un hijo espiritual de Dios, la mayoría de las religiones están de acuerdo en que las personas son hijos nacidos de Dios excepto el cristianismo. Durante el último año mas o menos, he notado que muchos cristianos equivocadamente están de acuerdo con estas falsas religiones.
La Biblia es muy clara de que esto no es así. Hay muchos pasajes que enseñan que uno debe convertirse en un hijo de Dios en algún momento de su vida, y hay cuatro principales que vienen a la mente que debemos mirar para entender esto.
Juan 1:12-13
Pero a todos los que le recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios, es decir, a los que creen en su nombre, que no nacieron de sangre, ni de la voluntad de la carne, ni de la voluntad del hombre, sino de Dios.
Juan lo deja muy claro para nosotros en el primer capítulo de su evangelio. La palabra que se llegar a ser en el versículo 12 es clave. Esto implica que hubo un tiempo en que todos los que son hijos de Dios no lo eran. Aquellos que humildemente reciben a Cristo, se arrepienten de su pecado y reconocen su necesidad de hacer que Jesús sea su Señor, reciben el derecho de ser hijos de Dios. Juan inmediatamente recuerda al lector que la razón por la cual estaban dispuestos a recibir a Cristo no era por su voluntad como si fueran más inteligentes que aquellos alrededor de ellos, sino que Dios eligió por Su gracia a algunos que se convertirían en Sus hijos.
Efesios 1: 5-7
nos predestinó para adopción como hijos para sí mediante Jesucristo, conforme al beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia que gratuitamente ha impartido sobre nosotros en el Amado. En El tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia.
La doctrina de la adopción es discutible una de las doctrinas más dulces en la biblia, pero no tiene ningún sentido si la gente ya nacen hijos de Dios. En cambio, la adopción implica que estábamos separados de Él. Efesios 1:3-14 es una lista asombrosa de todas las bendiciones que heredamos como hijos de Dios, y lo que hace que sea mucho más dulce es el hecho de que esta herencia no nos fue dada por derecho de nacimiento, sino únicamente por la gracia . Pablo se regocija cuando considera a los Efesios y el hecho de que ellos llegarán a participar de todas las bendiciones enumeradas en ella. Él recuerda haber ido de casa en casa en Efeso (Hechos 20: 19-20) y les rogó, en lágrimas, que se arrepintieran de sus pecados y siguieran a Cristo, y mientras estaban en la cárcel de Roma recibían informes de que muchos habían llegado a conocer Señor y estaban siendo adoptados por Él y participarían en cada bendición celestial por la eternidad.
Efesios 2:3
entre los cuales también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Pablo continúa diciendo en Efesios 2 que antes de ser hijos de Dios éramos hijos de ira. La Biblia es muy clara sobre el hecho de que todo el mundo nace bajo la ira de Dios. Dios odia el pecado, odia el orgullo y toda criatura viviente va a ser destruida por la venidera furia de Dios. Eso es, a menos que Dios, en Su infinita gracia, nos salve de Sí Mismo. Cristo, en la cruz, llevó la ira en el lugar de todos los que más tarde se convertirían en hijos de Dios. El Hijo único de Dios, que nunca fue adoptado, pagó el precio para que usted y yo pudiéramos ser adoptados en la familia de Dios.
Juan 8:42,44
Jesús les dijo: Si Dios fuera vuestro Padre, me amaríais, porque yo salí de Dios y vine de El, pues no he venido por mi propia iniciativa, sino que El me envió… Sois de vuestro padre el diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre. El fue un homicida desde el principio, y no se ha mantenido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, habla de su propia naturaleza, porque es mentiroso y el padre de la mentira.
Jesús declara algo aún más preocupante. Va tan lejos como para decir que cualquiera que no lo ama es en realidad un hijo de Satanás. Su explicación es muy clara. Si fueras un hijo de Dios, lo aceptarías por lo que Él realmente es, tú creerías en la Trinidad, y amarías seguir Sus mandamientos. Si usted rechaza al Dios de la Biblia, entonces simplemente está siguiendo el curso de este mundo, siguiendo al príncipe del poder del aire como dice Efesios 2: 2 y sabemos que ese príncipe es el Diablo mismo. Jesús mismo declaró que los seres humanos que no lo conocen no sólo no son hijos de Dios, sino que son, de hecho, hijos del diablo.
Hay muchos versículos más que declaran esta importante verdad a través de la Escritura. La razón por la que esto es tan importante es doble. En primer lugar, debemos deleitarnos en el hecho de que ahora podemos ser llamados hijos de Dios. Que podemos declarar con gozo las palabras de Juan en 1 Juan 3:1: ¡Cuán grande es el amor que el Padre nos ha concedido, para que seamos llamados hijos de Dios! La doctrina de la adopción debe recordarnos el hecho de que vamos a disfrutar algo por la eternidad que no merecíamos. Que formamos parte de una herencia que no merecemos. Que llegamos a clamar "Abba, Padre" porque Dios, en Su infinita misericordia, nos hizo revivir junto con Cristo (Efesios 2: 4).
En segundo lugar, la doctrina de la adopción nos hará más evangelistas. Al mirar a la gente que Dios ha puesto alrededor de nosotros, veremos a personas que no sólo no son parte de la familia de Dios, sino que están bajo la ira de Dios y siguen a su verdadero padre, el Diablo mismo. Nuestra compasión por ellos crece a medida que consideramos su estado y nos entristece por su situación. De repente, mientras miramos a la gente que nos rodea a pesar de lo obvio que es su pecado o no, entenderemos que la ira de Dios permanece en ellos y su necesidad de salvación es dramática. No podemos dejar de ser más urgentes al considerar las implicaciones de la doctrina de la adopción.
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