Sobre la Identidad
Por Jeremiah Johnson
Esta semana estamos poniendo en práctica algunos de los principios que cubrimos el mes pasado en la serie sobre Siendo una Bereano comparando la Vida con Propósito y Esclavo, dos libros que hablan de aspectos clave en la vida cristiana . Estamos empezando con una de las cuestiones fundamentales de la vida: su identidad.
“La forma de ver la vida da forma a su vida.” [1] Rick Warren, The Purpose-Driven Life , (Grand Rapids: Zondervan, 2002) 41.
La cuestión de la identidad ocupa un lugar preponderante en las páginas de La Vida Con Propósito. Para su crédito, Rick Warren entiende su audiencia, y trata de responder a muchas de las preguntas que afectan a las vidas de los hombres y las mujeres del siglo XXI. Y sin duda, uno de los aspectos fundamentales de la comprensión de su propósito en la vida es saber quién eres.
A lo largo de su libro, Warren intenta ayudar a sus lectores a ver su identidad desde una perspectiva celestial.
Dios pensó en ti antes de crear el mundo. En efecto, ¡por eso mismo lo hizo! Dios creó el medio ambiente de este planeta para que pudiéramos vivir en él. Somos el centro de su amor y lo más valioso de todo lo creado. La Biblia dice: «Por su propia voluntad nos hizo nacer mediante la palabra de verdad, para que fuéramos como los primeros y mejores frutos de su creación». ¡Así es como Dios te ama y te aprecia! [2] The Purpose-Driven Life , 24..
Warren coloca al hombre como el pináculo de la obra creadora de Dios, y como una fuente de gran deleite para El. Pero él toma esas verdades demasiado lejos, dejando a los lectores con la impresión de que Dios se gloría en ellos, en lugar de inculcar en ellos la necesidad gloriarse en el Señor.
En el momento que llegaste al mundo, Dios estaba allí como un testigo oculto, sonriendo porque naciste. Quería que vivieras, y tu llegada a este mundo lo llenó de gozo. Dios no necesitaba crearte pero decidió hacerlo para su propio deleite. Existes para el beneficio, gloria, propósito y deleite de Dios.
El primer propósito en la vida debiera ser agradar a Dios con tu vida, vivir para complacerlo. Cuando logres entender completamente esta verdad, sentirte insignificante nunca más será un problema para ti. Es la prueba de cuánto vales. Si eres así de importante para Dios, y él te considera lo suficientemente valioso para que lo acompañes por la eternidad, ¿qué significado mayor podrías tener? Eres hijo de Dios, y ninguna otra cosa que él ha creado le produce tanto deleite. [3] The Purpose-Driven Life , 63.
Escuche a Warren decir, que somos interminablemente cautivadores para el Señor: los objetos de su gran amor sacrificial. “Si quieres saber cuán importante eres para Dios, mira a Cristo con sus brazos extendidos en la cruz, diciéndote: «Mi amor es así de grande! Prefiero morir a vivir sin ti».” [4] The Purpose-Driven Life , 79.
Eso es algo extraño sobre la experiencia de Cristo en la cruz, pero así es como Warren mide la dignidad y el valor humano. En la economía de su teología, cada persona es un tesoro del que Cristo hizo todo lo posible para salvar. Y como tesoros de Dios, cada uno de nosotros es especial y único a su manera, de hecho, es nuestra singularidad la que Dios valora sobre todo..
No darás gloria o placer a Dios al ocultar tus habilidades o tratar de ser otra persona. Tu sólo traes deleite por ser como eres. Cada vez que rechazas cualquier parte de ti mismo, estás rechazando la sabiduría y la soberanía de Dios al crearte a tí [5] The Purpose-Driven Life , 75.. [5].
Esa última declaración deja la puerta abierta de par en par para que todo el mundo cuya identidad se funda en su pecado (la LGBT + movimiento es sólo un ejemplo) afirme que Dios ya les ama tal como son, que, de hecho, les hizo de la forma en que son . Tal lenguaje descuidado e impreciso socava la necesidad de la santidad y la santificación.
Se agrava el problema más adelante, cuando escribe:
“Dios quiere que seas tú mismo. El Padre está «buscando personas que, cuando lo adoren, sean sencilla y sinceramente ellas mismas cuando se presenten ante él».. [6] The Purpose-Driven Life , 103..
Si esa cita no suena familiar, usted no está solo. El verso al que Warren se refiere es Juan 4:23, en realidad dice: “Pero la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque ciertamente a los tales el Padre busca que le adoren..” La cita de Warren viene de la paráfrasis de la Biblia, El Mensaje (en todo, Warren hace referencia a quince versiones diferentes de la Biblia, muchos de ellas traducciones oscuras y paráfrasis –el erróneamente ve esto como una fortaleza ). Al citar El Mensaje, tuerce un versículo acerca de adorar con integridad de todo corazón en una afirmación de que Dios sólo quiere que seamos nosotros mismos.
Como veremos a lo largo de esta serie, La Vida Con Propósito actúa rápido y libre con la Escritura. No hay mucho contenido expositivo. La mayoría de las veces, las Escrituras se utiliza para apoyar o ilustrar los puntos de Warren. Y aun así, el contenido bíblico se despliega en la forma menos útil posible. En realidad citar el capítulo y versículo de referencia para un pasaje dado es raro por parte de Warren. La mayoría del tiempo simplemente afirma “la Biblia dice. . . .” En otros lugares, al lector se le da sólo señales visuales (citas en cursiva) que lo que él o ella está leyendo es en realidad la Palabra de Dios, y sólo una nota al final enterrado en la parte posterior del libro para apuntar a la referencia del versículo.
No estoy seguro de lo que era la intención original de esa decisión de diseño, pero disuade efectivamente al lector de estudiar más los versículos citados por Warren, o tratar de entenderlos en su contexto original. En ese sentido, La Vida Con Propósito es muy fácil de leer, pero muy difícil de estudiar.
Por el contrario, el libro Esclavo de John MacArthur se empapa en la mentalidad Berea, ya que trabaja para ayudar a sus lectores a entender lo que la Palabra de Dios dice acerca de nuestra identidad en Cristo, y lo que se quiere decir con lo que dice. La premisa del libro está construida en torno a un concepto que la iglesia moderna ha eludido en gran medida, y del que la sociedad del siglo XXI no tiene estómago: la esclavitud. Su punto es que al suavizar las frases que utilizamos acerca de nuestra relación con Cristo ha suavizado nuestra comprensión de lo que significa seguirle.
Describiendo cómo los creyentes del primer siglo se referían a sí mismos como "esclavos de Cristo," John explica:
Su identidad propia se había redefinido radicalmente por el evangelio. Ya fueran libres o esclavos en esta vida, a todos ellos se les había liberado del pecado; por tanto, al ser comprados por precio, todos habían llegado a ser esclavos de Cristo. Eso es lo que significa ser un cristiano.
El Nuevo Testamento refleja esta perspectiva, ordenando a los creyentes a someterse a Cristo completamente y no solo como siervos contratados o empleados espirituales, sino como quienes pertenecen por entero a Él. Se nos pide obedecerlo sin preguntas y seguirlo sin reclamos. Jesucristo es nuestro Amo, un hecho que reconocemos cada vez que lo llamamos «Señor». Somos sus esclavos, llamados para obedecerlo y honrarlo humilde e incondicionalmente.
Hoy en las iglesias no escuchamos mucho acerca de este concepto. En el cristianismo contemporáneo se habla de cualquiera cosa menos de la terminología esclavo. Se habla del éxito, de la salud, de la riqueza de la prosperidad y de la búsqueda de la felicidad. Con frecuencia escuchamos que Dios ama a las personas incondicionalmente y quiere que sean todo lo que ellos quieren ser, que quiere que cumplan cada deseo, esperanza o sueño. La ambición personal, la realización personal, la gratificación personal, todo esto ha llegado a ser parte del lenguaje del cristianismo evangélico, y parte de lo que significa tener una «relación personal con Jesucristo». En lugar de enseñar el evangelio del Nuevo Testamento, donde se llama a los pecadores a someterse a Cristo, el mensaje contemporáneo es exactamente lo opuesto: Jesús está aquí para cumplir todos tus deseos. Equiparándolo a un ayudante personal o a un entrenador particular, muchos asistentes a las iglesias hablan de un Salvador personal que está deseoso de cumplir sus peticiones y ayudarlos en sus esfuerzos de autosatisfacción o logros personales.
La comprensión del Nuevo Testamento acerca de la relación del creyente con Cristo no podría ser más opuesta. Él es el Amo y Dueño. Nosotros somos su posesión. Él es el Rey, el Señor y el Hijo de Dios. Nosotros somos sus objetos y sus subordinados.
En una palabra, nosotros somos sus esclavos. [7] John MacArthur, Slave , (Nashville: Thomas Nelson, 2010) 13-15..
Según John, nuestra identidad no es una función de nuestra singularidad – no son preciosos copos de nieve que provocan la sonrisa de Dios a través de nuestra mera existencia. En cambio, nuestra identidad está ligada a nuestra relación con Cristo, y cómo Él nos ha comprado y nos transforma por medio de Su sacrificio. La muerte de Cristo no reveló nuestro valor –sin Él, no tenemos nada. En cambio, nuestro valor es puramente una función de nuestra relación con Él, ya que Él nos redimió de nuestro estado sin valor para Su uso en esta vida y para glorificarle por la eternidad.
Es una diferencia sutil pero importante entre las dos perspectivas. Y como veremos la próxima vez, da forma a cómo ambos autores explican el proceso de salvación.
Disponible en línea en: http://www.gty.org/resources/Blog/B150901
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