Dios Odia los Malos Pensamientos
Por Tim Challies
Somos más que nuestros pensamientos y más que nuestros deseos, pero ciertamente no somos menos. Lo que llena nuestras mentes y forma nuestros sueños nos dice quiénes somos realmente, qué anhelamos realmente y a quién realmente servimos. Los malos pensamientos y malos deseos revelan una cautividad profunda al pecado y al mal. Esto debe preocuparnos, porque Dios nos asegura que tiene un profundo odio por los malos pensamientos. Tiene una profunda repugnancia por los que piensan malos pensamientos. Ya hemos visto que Dios odia la idolatría, la inmoralidad sexual, la injusticia, la hipocresía, el engaño y el orgullo. Hoy veremos el odio de Dios por los malos pensamientos.
Dios Odia los Malos Pensamientos
En los días más tempranos de la humanidad, Dios “Y el SEÑOR vio que era mucha la maldad de los hombres en la tierra, y que toda intención de los pensamientos de su corazón era sólo hacer siempre el mal.” (Génesis 6:5). El corazón es el centro neurálgico espiritual, el asiento del deseo y la razón, la fuente de la acción. Como seres humanos pecaminosos, amamos vaciar nuestros corazones de lo que es bueno y llenar nuestros corazones con lo malo. El juicio de Dios cayó sobre la humanidad porque sus corazones malos estaban llenos de malos deseos y malas intenciones que pronto se convirtieron en malas acciones. No es de extrañar, entonces, aprender que Dios odia “un corazón que maquina planes perversos” (Proverbios 6:18).
Hay una estrecha conexión entre el corazón y la mente, de manera que esperamos encontrar que “Abominación al SEÑOR son los planes perversos” (Proverbios 15: 26a). Los pensamientos de los malvados no son sólo tentaciones pasajeras que pasan rápidamente por la mente y se van Son planes y meditaciones, sueños y deseos. Dios odia los planes malignos que se traman dentro de las mentes malas.
En Zacarías aprendemos que Dios en particular odia los malos pensamientos que se desarrollan en malas acciones diseñadas para dañar a otros. “no traméis en vuestro corazón el mal uno contra otro, ni améis el juramento falso; porque todas estas cosas son las que odio"--declara el SEÑOR.” (Zacarías 8:17). De la misma manera, David nos asegura: “El SEÑOR prueba al justo y al impío, y su alma aborrece al que ama la violencia.” (Salmo 11:5). Por supuesto, el alma de Dios reacciona con furia contra quien ama la violencia, porque ha hecho a la humanidad a su imagen y debe actuar con juicio contra los que contaminan o destruyen a las personas.
Por Qué Dios Odia los Pensamientos Malvados
Dios odia los malos pensamientos porque los malos pensamientos residen dentro de las mentes malas para diseñar planes malvados. Dios creó a los seres humanos para que fueran perfectos, para tener corazones perfectos y mentes perfectas que expresaran deseos perfectos en acciones perfectas. Este fue su sueño y deseo para la humanidad.
Pero los primeros seres humanos permitieron que sus mentes se perdieran y sus deseos se torcieran. Ellos cayeron y, al caer, “se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se volvieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible por una imagen en forma de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.” (Romanos 1:21-23). Ellos rechazaron la soberanía de su Creador y pronto negaron su propia existencia. “Y como ellos no tuvieron a bien reconocer a Dios, Dios los entregó a una mente depravada, para que hicieran las cosas que no convienen” (Romanos 1:28).
Los malos pensamientos son una señal segura de los corazones malvados. Los corazones malvados son una señal segura de las personas malvadas que han dado la espalda a su buen Creador.
El Juicio de Dios Sobre los Que Piensan Malos Pensamientos
El juicio de Dios sobre los que piensan mal es rápido y seguro. Su juicio cae inmediatamente cuando los “entregó” (Romanos 1:26) a su mal comportamiento. Incluso en esta vida, Dios afloja su mano de contención en la humanidad y les permite sufrir las consecuencias de su maldad. Él les permite expresar sus malos deseos a través de sus pensamientos, palabras y hechos. El mal que desean y persiguen es su castigo infligido a sí mismos, pues mientras prometen vida, sólo producen muerte.
Pero hay un castigo futuro más terrible por venir: “Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (Romanos 2: 5). Los que pecan contra Dios deben sufrir la ira de Dios. Aquellos que niegan a Dios encontrarán, a su eterno peligro, que él existe y que él es el juez de los vivos y los muertos.
Esperanza Para los que Piensan Malos Pensamientos
Pero todavía hay esperanza. Hay esperanza incluso para aquellos cuyos corazones son malvados y rebeldes. “Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto” (Romanos 12: 2). Habiendo discernido la voluntad de Dios, podemos hacer la voluntad de Dios. Es el gozo y el deleite de Dios transformarnos de adentro hacia afuera.
Cuando nos volvemos a Cristo en arrepentimiento y fe, quita nuestros duros corazones de piedra y nos da corazones de carne (Ezequiel 36:26). Nos da un nuevo corazón con nuevos deseos. Ahora anhelamos reconocer a Dios, adorar a Dios, buscar a Dios, vivir para la gloria de Dios. Ahora, por fin, vivimos las vidas que él diseñó que viviéramos.
Versículos Clave
Si desea participar en algún estudio adicional, aquí hay versículos clave sobre el odio de Dios hacia los malos pensamientos.
- Los malos pensamientos son la condición natural de la humanidad pecaminosa (Génesis 6: 5)
- Los seres humanos pecadores se vuelven inútiles en su manera de pensar (Romanos 1:21-23)
- Dios odia los pensamientos de los impíos (Proverbios 15:26)
- Dios odia planes malvados contra los demás (Zacarías 8:17)
- Dios odia un corazón que maquina imaginaciones perversas (Proverbios 6:18)
- Dios odia a los que aman la violencia (Salmo 11: 5)
- Dios ama renovar nuestras mentes para que podamos tener buenos pensamientos (Romanos 12: 2)
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