Apocalipsis 7 y Dos Grandes Profecías no Cumplidas
Por Jesse Johnson
Hay dos grandes profecías acerca del avance del evangelio que siguen sin cumplirse en este mismo momento: que Israel abrazará al Mesías, y que la buena noticia de Jesús alcanzaría toda raza y grupo étnico en el mundo.
Estos no son sólo profecías aisladas. En cambio, se repiten a menudo, y desempeñan un papel significativo en la forma en que los creyentes han de pensar en el futuro.
En primer lugar, la Biblia profetiza un tiempo futuro cuando Israel incrédulo verá un renacimiento cuando los corazones se convierten a la fe en el Mesías. En el Salmo 14:7 dice David: “¡Oh, si de Sion saliera la salvación de Israel! Cuando el SEÑOR restaure a su pueblo cautivo , se regocijará Jacob y se alegrará Israel.” Esto no sólo es una profecía de la venida del Salvador, sino que David ve más allá a una conversión real de Israel a causa del Salvador. (Y que se repite en el Salmo 53:6).
Por otra parte, los profetas describen el futuro día del Señor como un tiempo de juicio cuando la ira se derrame sobre Israel. Y las naciones rodearán a Israel para la batalla con el objetivo de aniquilarlos. Pero entonces, en medio de la batalla, Dios “derramará un espíritu de gracia y de oración en la casa de David ... y mirarán a mí a quien traspasaron” Y derramaré sobre la casa de David …, y me mirarán a mí, a quien han traspasado.” (Zacarías 12:10). La profecía continúa describiendo un duelo nacional que comienza con las mujeres de Israel, y se extiende a las familias, y, finalmente, a través de las tribus de David y Levi a las tribus restantes de Israel (Zacarías 12-14).
Zacarías hace esta profecía a una nación desobediente. De hecho, su salvación se ve en el contexto en que ellos destruyen sus ídolos, y Jehová golpeando a los malos pastores que habían dispersado las ovejas. Lo mismo puede decirse de las profecías de la salvación de Israel de Jeremías. No son profecías dadas a los que estaban por la fe esperando el Mesías, sino que van a un pueblo que es en un futuro, "disperso", y bajo la opresión de los pastores malvados.
Es a ese grupo que Jeremías declara que el Señor un día les dará un buen pastor, y después de eso el buen pastor reinará. Cuando lo haga: “será salvo Judá, e Israel habitará confiado” (Jeremías 23: 6; también 33:16).
Isaías introduce su profecía con la descripción de un estado triste en Israel –el pueblo es rebelde y las tribus están en adulterio. Sin embargo Yahweh "rescata" a Israel por la justicia (1:27), y él los "restaurará" eliminando su pecado y quitando sus impurezas (1: 25-26). En muchos sentidos, el resto de Isaías fluye de esta promesa que Dios va a castigar a Israel par un día salvarla.
Por supuesto, Dios salvará a Israel a través del nuevo pacto. Esto es lo que se trata expresamente el pacto: Yahweh "rociará con agua limpia" sobre Israel, y los limpiará de todo su pecado (Ezequiel 36:25; 29). Aquellas personas recordarán sus malos caminos, y luego odiará sus pecados anteriores, mientras se aferran a Dios para salvación (Ezequiel 36:31).
Este tipo de profecías en las que Pablo confió en el Nuevo Testamento, cuando él también esperó con interés la futura conversión de las 12 tribus. Pablo haría referencia a Isaías 59: 20-21 y Jeremías 31:31-34 en su propia profecía: "De esta manera, todo Israel será salvo" (Romanos 11:26).
Pero Dios nunca se ha preocupado solo por la salvación de Israel. Incluso en su separación de Israel, Dios les explicó que los estaba aislando para que Israel un día sería capaz de atraer a las naciones al Mesías (Deuteronomio 4: 6). Esto es exactamente lo que Salomón tiene en mente cuando ora en la dedicación del templo, y le pide que Dios que use el templo para que: “para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre para que te teman, como te teme tu pueblo Israel” (1 Reyes 8:43, 54, 60).
Ciertamente Salomón no estaba diciendo que cada individuo, sino más bien tenía como su esperanza de que la buena noticia del Evangelio iría desde el templo a las naciones –a todas las naciones. Así es como Isaías predice que: “Poca cosa es que tú seas mi siervo, para levantar las tribus de Jacob y para restaurar a los que quedaron de Israel; también te haré luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra.” (Isa 49:6). En otras palabras, no es lo suficientemente bueno que Dios simplemente salve a las 12 tribus. El en cambio va a traer Su salvación incluso a las partes más remotas de la tierra.
Esta es la esperanza en el Salmo 117, que ve a "todas las naciones" adorando a Jehová. O el Salmo 22:27, que predice que todas las tribus de la tierra harán lo mismo. Una vez más, no es suficiente ser simplemente de las 12 tribus de Israel, sino que esto va a ser replicado en todo el mundo.
Cuando Jesús da la gran comisión, el confirma esta comprensión global del avance del Evangelio: "Id y haced discípulos de todas las naciones" (Mateo 28:19). Incluso El pone Su segunda venida en ello, cuando dice: “El Evangelio será predicado en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
Para recapitular: ambas promesas permanecen sin cumplir en este momento en el tiempo. Pero no van a permanecer sin cumplirse siempre. De hecho, esto es lo que es tan notable acerca de Apocalipsis 7. Allí, Juan registra una visión del cumplimiento de ambos conjuntos de profecías. Él ve a los 12,000 de las 12 tribus viniendo a la fe –y él extiende el punto pasando a través de los números de la tribu por tribu – y luego se vuelve y ve al cielo “una gran multitud de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas” cumpliendo Salmo 117 adorando el cordero que está sentado en el trono (Apocalipsis 7:9-10).
El libro de Apocalipsis no es solo una profecía de los acontecimientos futuros, sino que en el capítulo 7 nos muestra la profecía cumplida pasada. De este modo, la Apocalipsis nos da la confianza de que el Evangelio va avanzar desde Jerusalén hasta los lugares más remotos de la tierra, y salvará a la gente donde quiera que va.
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