El Auto-Examen y las Características de una Nueva Naturaleza
Por John Fast
En esta serie sobre la necesidad de auto-examen , en mi último post hemos considerado la segunda razón de que esto es una disciplina necesaria , es decir, para asegurarnos de no estar caminando en alguna forma de pecado. Una tercera razón de la necesidad de auto-examen es para ver si de verdad estamos manifestando las características de una nueva naturaleza y creciendo en santidad. Si la decisión del Tribunal Supremo de la semana pasada no nos despierta a la necesidad de examinarnos a nosotros mismos, nada lo hará. Como nación hemos hecho lo que ninguna otra civilización en la historia del mundo ha hecho. No llegamos aquí por accidente.
Una cultura corrupta es el resultado de un cristianismo corrupto. Cuando la sal pierde su sabor ya no tiene ningún efecto conservante en la sociedad y se hace buena para nada (Mt 5:13; Rom 2:24; 2 Rey 2:19-21). La función principal de la sal es preservar y evitar putrefacción, y cada cristiano hace esto por su vida y carácter individual, por ser cristiano en todos los ámbitos en el que él / ella funciona. Su mera presencia debería modificar la forma de hablar y actuar (1 P 2:12; 4: 4, 5). La gente pone mucho más atención a lo que hacemos que a lo que decimos (Tito 2:16), y son más propensos a seguir nuestro ejemplo de nuestra profesión. Cristianos, sólo por ser cristiano, influencian la sociedad de forma casi automática. Y aquí radica el problema. Aquí está cómo llegamos a donde estamos.
Un falso evangelismo ha producido un falso cristianismo en el que la santidad y la semejanza a Cristo no es necesaria, o a lo mucho opcional. Es un tipo de evangelismo que dondequiera que prevalece produce inevitablemente una religión peligrosa y superficial, y por desgracia, no sólo ha prevalecido, sino a dominado en nuestra nación durante décadas produciendo generaciones de falsos cristianos, y como consecuencia de la sociedad en la que nos encontramos ahora .
Es un cristianismo que separa a la justificación de la santificación, y ofrece el perdón de los pecados sin la necesidad de un cambio de vida. Es un evangelismo ejemplificado por los mensajes que aparecen en el anuncio de una iglesia cerca de nuestra casa, que decían: “toma la decisión y Dios hará el cambio; el cielo está al alcance de todos; Dios te está esperando.” Todos transmiten el mensaje de que está dentro del propio poder y capacidad de uno para afectar su propia salvación. El factor decisivo recae en ellos. Ellos deben hacer lo que puedan y Dios hará el resto. El mensaje es claramente dado de que la elección no es de Dios, sino suya y que son capaces en ese momento de decidir el cuando de su renacimiento.
Tal mensaje no pasa por la verdad ofensiva de que toda verdadera conversión debe primero comenzar con un nuevo nacimiento y establece un plan de salvación que es exra bíblico. Sobre la base de este falso evangelismo una persona puede hacer una profesión sin haber destruido su orgullo y confianza en sí mismo; nunca se les habla de su necesidad de un cambio de naturaleza que no está dentro de su propio poder realizar, así que cuando ellos nunca experimentan este cambio radical, no se afligen. No se les ha dicho que es esencial de manera que no ven ninguna razón para dudar de que son cristianos. A ellos nunca se les dice que hay una "fe" que puede ser ejercida por personas no regeneradas que puede conducir a una alegría y paz (Mt 13:20, 21), sin embargo, deja sin cambios la naturaleza de una persona (2 Pe. 2:20-22).
Hoy se nos dice que la gente está "destrozada" y el evangelio es para la gente "destrozada".. Este es un completo disparate. Las únicas personas destrozadas verdaderamente son las que han sido aplastadas por el poder de búsqueda, convicción, y limpieza de la palabra de Dios (Jer 23:29; Lc 20:18), que han sido llevados al punto de la desesperación por su incapacidad total de salvarse a sí mismos, y que se han entregado sin reservas a la gracia y la misericordia del único que puede salvarlos (Lc 18:13, 14). Todos los demás son culpables, pecadores rebeldes por elección, no por las circunstancias. Llamar a un pecador no regenerado "destrozado" es hacerle una víctima indefensa en lugar de un rebelde culpable bajo la ira de un Dios santo. No necesitan reparación, sino renacer, que es algo que ellos mismos no son capaces de hacer.
Evitar pecados manifiestos no es la santidad y la convicción no es conversión. El problema no son los pecados, sino el pecado. Es fácil predicar en contra e indignarse con pecados que ni nosotros ni nuestras congregaciones estamos tentados a participar de esta manera dejando el corazón intacto e infundiendo una falsa sensación de seguridad. Un corazón de piedra podría ser destrozado por convicción, pero sigue siendo un corazón de piedra. Las palabras del predicador del siglo 18 Thomas Scott son una buena descripción del falso cristianismo producido por un falso evangelio, y es este "cristianismo" que caracteriza a la mayoría de los que profesan ser cristianos hoy en día:
Deje de lado el carácter santo de Dios, la santa excelencia de su ley, la condenación santa por la que los transgresores están condenados, la santa hermosura del carácter del Salvador, la naturaleza sagrada de la redención, la inclinación santa de la doctrina de Cristo y los ánimos y la conducta piadosa de todos los verdaderos creyentes: luego envista una representación de religión profana: represente la humanidad en una condición lamentable, y no a través de la desgracia de la delincuencia: hablando mucho de amor ensangrentado de Cristo hacia ellos, de sus agonías en el jardín y en la cruz ; sin mostrar la necesidad o la naturaleza de la satisfacción por el pecado: hable de su presente gloria y de su compasión por los pobres pecadores; de la gratuidad con la que dispensa el perdón; de los privilegios que los creyentes disfrutan aquí, y de la felicidad y la gloria reservada para ellos en futuro: obstruya esto con nada acerca de la regeneración y la santificación, o represente la santidad como algo diferente de la conformidad con el carácter santo y la ley de Dios;. y usted inventará un evangelio convincente, calculado para complacer el orgullo, calmar la conciencia, cautivar los corazones, y elevar los afectos de los hombres naturales, que aman a nadie más que a sí mismos. (John Scott, Letters and Papers of the Late Reverend Thomas Scott , John P. Haven, 1825, 289)
Con un estándar reducido de conversión viene un estándar reducido de cristianismo. Es una forma de cristianismo sin el poder del cristianismo (2 Tm 3: 5). Dios nunca perdona los pecados de una persona sin que al mismo tiempo también cambie la naturaleza del pecador. Al hacer hincapié en la "fe" sin explicar la naturaleza de la verdadera fe, o que siempre que exista una fe verdadera también existirá una vida nueva, creada a imagen y carácter de Dios, y que se manifiesta en un odio de todo pecado, este falso evangelismo envilece el significado bíblico de la conversión y no da a la palabra toda su importancia.
Este falso evangelismo ha rechazado la verdad de que la regeneración es la causa de la conversión, no el resultado de la misma. La verdadera conversión no es simplemente un cambio de posición delante de Dios, sino también un cambio en la naturaleza del pecador. Nadie puede ser un verdadero creyente que no posea también una nueva vida. Un verdadero cristiano no puede vivir y pensar en la manera que lo hacia porque ya no es la misma persona que era.
En toda verdadera conversión algo realmente sucede, hay una transformación y un cambio real, la fe salvadora nunca se encuentra al margen de una vida cambiada. Es por esto que se necesita más que unas horas o unos días o unas semanas o incluso unos pocos años para establecer si la fe profesada de una persona es genuina. El fin último del evangelio es la gloria de Dios, no la conversión de los pecadores, y cuando se olvida esta verdad entonces los resultados vendrán antes que la verdad, y las conversiones se considerarán más importantes que la gloria de Dios.
Es muy probable que muchos de ustedes que leen esto son productos de esta falsa evangelización. Si es así, le ruego, le suplico, les ruego que se examinar a sí mismo. ¿Tiene un odio hacia el pecado, especialmente el suyo? ¿Es el deseo de su corazón y el objetivo de su vida ser más como Cristo?
¿Ora por, anhela, y desea la santidad? ¿Usted se disciplina para la piedad (1 Tm 4:7)? ¿Sea flige por su pecado; que ha pecado contra la persona que ama?
¿Está crucificando la carne o simplemente lo priva de alimento? ¿Le gusta pensar en el pecado, pero es cuidadoso en evitar el acto real? ¿Tiene usted hambre y sed de justicia? ¿Anhela por la leche pura de la palabra de Dios, totalmente, en especial la que le traspasa rápidamente y aplasta su orgullo y autosuficiencia, o es la enseñanza fiel y la predicación de la Palabra de Dios secundaria a los programas que complacen la carne y entretienen a sus hijos, o las preferencias personales?
¿Tiembla usted ante la palabra de Dios (Isa. 66:2), ¿tiene usted un sano temor de pecar contra un Dios tan santo y justo? ¿Abraza usted la disciplina de Dios, porque por ella podemos compartir Su santidad (Hb 12:10)? ¿Estudia para conocer su propio corazón y el engaño del pecado? ¿Tiene una nueva naturaleza, es usted una persona diferente, tiene nuevos deseos, nuevos afectos, nuevas formas de pensar?
¿La santidad caracteriza su vida, su lenguaje y su conversación (Efesios 5:3, 4)? ¿Está exponiendo las obras infructuosas de las tinieblas, o está participando en ellas, aunque sólo sea indirectamente a través del entretenimiento (Efesios 5:11, 12)?
¿Está buscando la santidad, sin la cual nadie verá al Señor (Hb 12:14), o quedara corto de alcanzar la gracia de Dios? ¿Ha nacido de nuevo?
Como pastor he visto tanta gente empezar bien y terminar mal. Comienzan como Abraham y Daniel, pero terminan como Demas y la mujer de Lot. Deben tener el mundo. O, examínense ustedes mismos.
1 comentario:
Buenísimo artículo
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