martes, julio 14, 2015

¿Es mi Arrepentimiento lo Suficientemente Profundo?

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¿Es mi Arrepentimiento lo Suficientemente Profundo?"

Por Phil Johnson
Es imposible juzgar la profundidad de la convicción de alguien o la autenticidad de la penitencia de un creyente solamente en base a la potencia de una reacción emocional. Si la pregunta es si su arrepentimiento es genuino o no, yo personalmente creo que lo que "siente" emocionalmente tiene muy poco significado. Judas lloró amargamente; Esaú derramó muchas lágrimas. Ninguno de ellos realmente se arrepintió. Por el contrario, el ladrón en la cruz parecía resignado casi estoicamente a su suerte. Pero existía suficiente arrepentimiento genuino en su declaración al morir que Jesús le aseguró la salvación en el acto.

Es la fe, no las lágrimas, lo que confirma la realidad del arrepentimiento. David, un hombre conforme al corazón de Dios, lloro varias veces por su pecado, pero no siempre. En ese caso notorio cuando pecó con Betsabé, intentó durante casi un año cubrir su pecado sin ninguna evidencia de remordimiento. Lo que marcó David como un hombre conforme al corazón de Dios era su fe, no la calidad o la profundidad de la emoción asociada con su arrepentimiento; ni siquiera la velocidad de su arrepentimiento.

Pocas personas son genuinamente y perpetuamente empapadas con el dolor del remordimiento todo el tiempo. Y eso es algo bueno. Como cristianos se nos manda estar gozosos y siempre regocijándonos. La misma cosa por la que David oró al final de esa rebelión de un año era que Dios le restaurara el gozo de su salvación. Hay un gozo legítimo en la salvación que en las circunstancias habituales de la vida abruma y eclipsa el dolor del arrepentimiento. Ese gozo es un mejor indicador de su salud espiritual que los sentimientos que se obtienen al reflexionar sobre cuán pecador es usted.

Como creyentes, confesamos que en y por nosotros mismos que somos totalmente miserables, así que es lógico que deberíamos tener dolor ( Santiago 4: 9 ). De hecho, nunca terminaremos completamente de llorar por nuestro pecado y sus consecuencias destructivas hasta que el mismo Dios enjugue nuestras lágrimas en el cielo. Ciertamente hay “tiempo de llorar...” ( Eclesiastés 3: 4 ).

Pero ese mismo texto dice que hay "tiempo de reír" y "tiempo de bailar" también. No tenemos a revolcarnos perpetuamente en la vergüenza de reprocharnos a nosotros mismos para demostrar que nuestro arrepentimiento es real. “Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” ( Mateo 5: 4 ). Después de todo, "Porque su ira es sólo por un momento, pero su favor es por toda una vida;." ( Salmo 30: 5).

Si usted odia el pecado y ama a Cristo y confiesa ante Él que usted es un pecador indefenso, entonces yo no sería sobre-analítica acerca de las emociones que sientes cuando confiesa sus pecados. Ese tipo de introspección le hará un cristiano infructuosa. ¿Ha notado que cualidades como el pesar y la miseria no se encuentran en las características del fruto del Espíritu? (Gálatas 5: 22-23)

La Escritura dice, "Examinaos a vosotros mismos para ver si estáis en la fe", no “Examine minuciosamente cómo usted expresa su arrepentimiento para ver si usted ha sido suficientemente de lastima.”

Mi consejo para usted es cultivar la fe, no una respuesta emocional. Las emociones por definición suben y bajan. No son ni la causa instrumental ni la evidencia, y mucho menos la base de nuestra justificación. La fe es el instrumento de la justificación, y la obra de Cristo es el fundamento de la misma. Enfoquese en eso, y su fe crecerá, su gozo se incrementará, y sus emociones se harán cargo de sí mismos.

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