¿Cómo mide el éxito de un pastor?
1 Timoteo 3: 2-7; 2 Timoteo 3: 14-4:5
Por Cameron Buettel
A la mayoría de la gente le encanta llevar la cuenta. No importa si es su equipo favorito iluminando el marcador, si da seguimiento al flujo y reflujo de la temporada política, o simplemente ver el rollo de números hasta que sea su turno en el mostrador de delicatessen. Hay algo tranquilizador en cuantificar el éxito, la popularidad, o incluso sólo nuestro lugar en la fila. Tal vez más que en cualquier sociedad o cultura anterior, los números son importantes para nosotros.
Por desgracia, ese énfasis en los números se ha colado en la iglesia. Hoy en día alimenta a los peores aspectos de la cultura de la celebridad del evangelicalismo, ya que la supuesta calidad del ministerio de un pastor se mide en la venta de libros, apariciones en televisión, y seguidores de Twitter. Cuando la popularidad es la vara de medir para el éxito en el ministerio, nada es más importante que el tamaño de la multitud que un pastor atrae.
Y los que han demostrado su capacidad para llenar los asientos son vistos como los gurús del ministerio, con muchos otros que acuden a sus conferencias de liderazgo para aprender cómo ellos también pueden construir un imperio del ministerio. Es por eso que los modelos de Willow Creek, Saddleback, y Hillsong son tan influyentes –demasiada gente en la iglesia equiparan números absolutos con éxito de ministerio.
Eso no quiere decir que el crecimiento numérico no importa, sólo que es una medida ineficaz de éxito espiritual.
Por ejemplo, Noé es conocido por la construcción del arca, pero él era no sólo un constructor de barcos –la Escritura lo describe como "un pregonero de justicia" (2 Pedro 2: 5). Y a pesar de que predicaba la verdad y advirtió del juicio de Dios por más de un siglo (Génesis 6: 3), el nunca vio a una persona venir a la fe y al arrepentimiento. Pero, ¿la falta de convertidos significa que Noé fue un fracaso?
Podríamos hacer las mismas preguntas con respecto a muchos de los profetas del Antiguo Testamento –Jeremías experimentó décadas de rechazo casi universal de Israel. ¿Fue inútil su ministerio?
Incluso el mismo Cristo diezmó Su propio gran número de seguidores, alejando las multitudes al enseñar lo que era demasiado difícil e impactante (Juan 6:53-66).
No cuestionaríamos el valor de los Ministerios de héroes bíblicos, y mucho menos del Hijo de Dios mismo. Pero mediante los criterios numéricos de hoy en día, no serían consideradas exitosos. En retrospectiva, ¿deberían quizás haber puesto más énfasis en las necesidades sentidas de los solicitantes, ser más cordiales a los pecadores, y más bien versados en las tendencias y las modas de su época?
Con tal énfasis en los números, es fácil perder de vista primeramente porque estamos reuniendo a todas estas personas – la enseñanza bíblica fiel qu confronta el pecado y defiende la justicia es a menudo la primera víctima de las estrategias de crecimiento de la iglesia. Francamente, es igual de fácil olvidar primeramente al Responsable de los números, porque de todas las innovaciones inteligentes de la iglesia, es finalemte Dios quien llama soberanamente y salva a Sus elegidos (Juan 6:44).
En pocas palabras, los números no son una medida precisa del éxito en el ministerio. No debería ser una sorpresa que el criterio de Dios no es el mismo que aplicamos a los políticos y estrellas del pop.
En su lugar, tenemos que evaluar a los pastores según los valores métricos de Dios. Él exige fidelidad al Evangelio (Gálatas 1: 8-9). El requiere que los pastores enseñen constantemente todo el consejo de Dios revelado en la Escritura (2 Timoteo 3:14-4: 5). Y Él insiste en que Sus pastores lleven una vida de carácter piadoso en conformidad con Cristo (1 Timoteo 3:2-7). Esos parámetros bíblicos son las formas en las que deberíamos medir el éxito de los pastores, sin importar el tamaño o la influencia de sus iglesias.
Esas cualidades en un pastor no siempre pueden ser inmediatamente evidentes para el observador casual. Pero, como señala John MacArthur en su sermón Lo Que Debe Buscar en un Pastor , ese enfoque de pastoreo produce fruto tangible en la vida de su rebaño.
Se mide el ministerio de un hombre, no por la cantidad de gente que entra en el edificio, y no por la cantidad de gente que llega. La efectividad del ministerio de un hombre se mide por cuan semejante a Cristo es su pueblo. Esa es la única medida. ¿Han llegado a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo? Y sólo hay una herramienta para esto, y es la Palabra de Dios.
La medida de cualquier ministerio es la madurez de esa congregación.
En el siguiente video, John describe tres áreas en las que el fruto del ministerio exitoso se manifiesta en la vida tanto del pastor como de su rebaño.
[youtube=https://www.youtube.com/watch?v=dQd_CjODqs0]
Si se sienta bajo el cuidado de un pastor piadoso que es fiel a la Palabra de Dios, abrace el éxito de ese ministerio. No le haga responsable por el tamaño –o la falta del mismo– de su congregación.
Los números pueden ser una manera fácil de mantener el marcador, pero en la iglesia, no le dicen quien está corriendo la carrera correcta en la manera correcta por el premio correcto.
Disponible en línea en: http://www.gty.org/resources/Blog/B160304
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