Carta A Un Miembro de la Iglesia (o Una Carta a Mí Mismo)
Tu iglesia no existe para hacerte sentir bien contigo mismo. No está aquí para que puedas ser una estrella del mundo cristiano o para que puedas ser exaltado como bueno o trabajador o dotado. Tu iglesia no está diseñada para traerle reconocimiento o aprecio o para darle mil razones para herir sus sentimientos y mil razones más para celebrar su propia bondad. No está destinado a ser combustible para su orgullo. Tu iglesia no está aquí para que puedas ser tratado con guantes de ceda o para que puedas obtener la atención que anhelas.
Tu iglesia no está construida para inflar tu autoestima. No fue creado para darte importancia. No está de modo que entiendas mejor cuan es impresionante eres o así que sentirán una sensación profunda de cuan bendecido esta la iglesia por tenerte.
Explicas tu necesidad de ser magnificado. Dices que sólo estás buscando la apreciación que mereces. Disculpas tu hambre de aplausos y atención. Dices que es natural. Dices que es saludable tener una buena imagen de sí mismo.
Su iglesia está aquí, no para darle una buena imagen de tí, sino para darle una verdadera imagen de tí mismo. Una que te pone de pie junto al Dios santo del universo y te muestra lo lejos que te quedas corto. Tiene la intención de darte una comprensión realista de lo poco real que realmente eres para que puedas mirar a Jesús y puedas mirar a la cruz y ver tu salvación desplegándose ante tus ojos, para que te des cuenta de lo indigno que eres del Amor de Dios. Así que puedes comprender cuán grande es este amor que te alcanzaría. Para que te postres en adoración solo pensando en ello.
Pero, todavía, quieres un pedazo de Su gloria en lo que parecen ser pequeñas formas. Quieres ser honrado. Quieres ser admirado. En los términos más simples, usted permite que la idolatría prospere dentro de usted. El ídolo del yo. Y, esperas que tu iglesia se incline ante este ídolo, también. Pero eso no es para lo que la iglesia fue creada. No seas un miembro de la iglesia que es un drenaje en los recursos emocionales y espirituales de la iglesia. No encontrarás hambre de poder o excesiva ni egoísta en ninguna parte de los frutos del espíritu, ni lo encontrarás en ninguna parte del carácter de Cristo.
En lugar de exigir servicio, sirve.
En lugar de competir por la atención, céntrate en los demás.
En lugar de buscar lo que te deben, honra a alguien más.
En lugar de ser sensible y fácilmente ofendido, se suave y perdona.
En vez de esperar reconocimiento, se humilde en espíritu.
En lugar de desear poder e influencia, ora por sabiduría y discernimiento.
Usted es un miembro del Cuerpo de Cristo. No seas el la rodilla inestable. No cause dolor y problemas con sus formas egoístas y su necesidad de ser visto. Humillaos a la vista del Señor. Sea un miembro de la iglesia que constantemente pide a Dios que mate su deseo de robar Su gloria y fama. Usted no necesita recompensas o reconocimiento o atención en esta vida. Él ve el buen trabajo que está haciendo, y Él lo recompensará en consecuencia un día en el Cielo. Por ahora, determine ser el último, no el primero. Que será un humilde servidor, no un buscador de atención. Y no pierdas nunca de vista tu verdadera imagen de tí mismo, aun cuando tu corazón mentiroso intente decirte lo contrario.
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