Como padres, luchamos con el tema de la escuela. Si optamos por dejar a nuestros hijos en la escuela pública, ¿estaremos haciendo una elección imprudente y no espiritual?
Deuteronomio 6:6-7; Efesios 6: 1-4; Colosenses 3:20-21 QA067
- Incluso dentro de nuestros vecindarios, e incluso en algunas escuelas cristianas – existen influencias que desgarran nuestras normas espirituales deseadas. Además, algunas escuelas cristianas carecen de calidad y profundidad de educación que lo que las escuelas públicas pueden ofrecer –y esto puede aplicarse incluso a lo básico.
Pero no asuma automáticamente que es el caso sólo porque la escuela pública vecina parece más grande y más impresionante que la escuela cristiana local. Muchas veces los estudiantes de las escuelas cristianas tienen puntuaciones significativamente más altas en las pruebas estandarizadas a nivel nacional que sus contrapartes en las escuelas públicas. Para hacer una evaluación exacta usted necesita hacer averiguaciones sobre los planes de estudio, programas, capacitación docente y los resultados de las pruebas comparativas de cada escuela.
¿Es malo poner a sus hijos en una escuela pública? No necesariamente. ¿Es correcto poner a sus hijos sólo en las escuelas cristianas – y en casa? No necesariamente.
Recuerde que la responsabilidad última de la adecuada educación de sus hijos reposa sobre ustedes- los padres - no la escuela o la iglesia (Deuteronomio 6: 6-7; Efesios 6: 4). Estas dos instituciones son vitales para el desarrollo general de un niño, pero los estándares, convicciones y fuerza moral se deben implementar en casa.
No todo es necesariamente bueno o de alta calidad, solo porque se hace llamar "cristiano", ni todo es malo sólo porque esta bajo el paraguas de la educación pública. Los padres tienen que ser especialmente sabios y entendidos en esa área importante.
Si la educación cristiana de alta calidad está disponible y asequible, eso es ciertamente preferible. Sin embargo, evalúe cuidadosamente todos los factores y las opciones de su situación. Busque la voluntad de Dios fervientemente (Efesios 5:17) y equilibre esto con una fuerte crianza bíblica (Efesios 6: 1-4; Colosenses 3: 20-21)
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