¿Cómo Debe Afectar La Santificación A La Lengua?
Por Josh Buice
Edward Hall, nacido el 15 de enero de 1988, es un antiguo hombre fuerte profesional, conocido por su récord mundial de levantar 1.102 libras en la competencia World’s Strongest Man de 2016. El entrenamiento y el levantamiento que se requiere para llegar a una competencia de nivel de élite de hombres fuertes requiere un equilibrio de disciplina y poder absoluto. Sin la disciplina apropiada, las metas no serán alcanzadas, pero sin la potencia, el atleta no podrá competir en el nivel más alto de la competencia de hombre fuerte.
Cuando se trata del cuerpo humano, podemos entrenar y disciplinar nuestro cuerpo para lograr grandes metas. Los corredores de maratón pueden entrenar sus cuerpos para correr 26.2 millas en poco más de 2 horas. Los levantadores de pesas pueden entrenar sus cuerpos para levantar un peso masivo que aplastaría a un hombre promedio. Sin embargo, hay un pequeño miembro de nuestro cuerpo que no puede ser domesticado. Escuche cómo describe Santiago la lengua:
James 3:5–12 – 5 Así también la lengua es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego! 6 Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida. 7 Porque todo género de fieras y de aves, de reptiles y de animales marinos, se puede domar y ha sido domado por el género humano, 8 pero ningún hombre puede domar la lengua; es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. 9 Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a los hombres, que han sido hechos a la imagen de Dios; 10 de la misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Acaso una fuente por la misma abertura echa agua dulce y amarga? 12 ¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas, o una vid higos? Tampoco la fuente de agua salada puede producir agua dulce.
Con el hombre, esta es una tarea imposible. Sin embargo, con Dios, nada es imposible. Aun la lengua puede ser domada por la obra del Espíritu en la santificación. En Romanos 8, Pablo contrastó la vida que es controlada por la carne versus la vida controlada por el Espíritu. Una conduce a la muerte mientras que la otra conduce a la vida y a la paz. Una es sin ley mientras que el otra es sumisa a la ley de Dios (Rom. 8:2-8).
Ocasionalmente usted escuchará a alguien hablar acerca de cómo no puede controlar su lengua. Ellos fácilmente y casi con una actitud orgullosa se jactan de no tener un filtro para controlar su habla. No sólo una lengua suelta no es algo de lo que jactarse, sino que simplemente no es la manera en que un cristiano debe comportarse.
A la iglesia de Tesalónica, Pablo escribió estas palabras: “Y que el mismo Dios de paz os santifique por completo; y que todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” Mientras que hay un aspecto posicional en la santificación (ya no estamos en tinieblas, sino en la maravillosa luz de Cristo), mucho de lo que sabemos acerca de la santificación está enfocado en el crecimiento progresivo en la santidad. Somos llamados a ser santos como Dios es santo (1 Ped. 1: 16). En las Escrituras vemos una progresión hacia la santificación, como se afirma en Hebreos 10:14, “Porque por una ofrenda El ha hecho perfectos para siempre a los que son santificados.” Estamos creciendo semana tras semana y el Espíritu de Dios que mora en nosotros nos cambiará, a todos nosotros, incluyendo a ese pequeño miembro rebelde de nuestro cuerpo, la lengua.
A medida que caminamos con el Señor y crecemos en santidad, no debemos caracterizarnos por las palabras de Proverbios 16:27, “El hombre indigno urde el mal, y sus palabras son como fuego abrasador.” Pablo acusó a Timoteo de una manera específica de conducirse como pastor, pero note que esto debía servir como un ejemplo – lo que significa que otros debían seguir sus pasos.
1 Timoteo 4:12 – No permitas que nadie menosprecie tu juventud; antes, sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza..
Pablo animó a la iglesia de Corinto a sobresalir en el habla (2 Corintios 8:7). Si la boca revela la abundancia de nuestro corazón, ¿qué dirá exactamente la boca acerca de nosotros? ¿Revelarán nuestras bocas un corazón que ha sido cambiado por Dios o revelará un corazón que está muerto carnalmente en las transgresiones y el pecado?
Al adorar a Dios y caminar con Dios semanalmente, somos santificados por su verdad (Juan 17:17). Tal santificación nos hace ser más conformes a la imagen de Dios que la imagen de este mundo. Pablo resumió este camino escribiendo estas palabras a la iglesia de Roma: ” Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tenéis por vuestro fruto la santificación, y como resultado la vida eterna.” (Rom 6:22).
Sin el Espíritu de Dios, podemos ser capaces de disciplinar nuestros cuerpos para hacer cosas asombrosas. Podemos escalar altas montañas, levantar un peso enorme y correr largas distancias a una velocidad increíble, pero no seremos capaces de controlar nuestra lengua (Salmo 34:13; Salmo 37:30).
La santificación resultará en un cambio en todo el cuerpo, lo cual nos permite amar a Dios con nuestro corazón, alma, mente y fuerzas.
Proverbios 12:18 – Hay quien habla sin tino como golpes de espada, pero la lengua de los sabios sana..
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