sábado, diciembre 27, 2008

La Obra Verdadera del Espíritu

La Obra Verdadera del Espíritu
Tomado de Pulpit Magazine
(Por John MacArthur)

¿Cómo puede ser dintinguida una verdadera obra del Espíritu Santo de una falsa?

De un cuidadoso estudio de 1 Juan 4, el gran teólogo y pastor Jonathan Edwards pudo identificar cinco características distintivas de la obra del Espíritu Santo. En resumen, una verdadera obra del Espíritu Santo: (1) Exalta al Cristo verdadero, (2) se opone a los intereses de Satanás, (3) dirige a las personas a las Escrituras, (4) ensalza la verdad, y (5) tiene como resultado un amor hacia Dios y hacia los demás.

El siguiente material es condensado, adaptado y extractado de Las Marcas Distintivas de la Obra del Espíritu de Dios de Jonathan Edwards.

Exalta Al Cristo Verdadero.

“En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo (1 Juan 4:2-3)

Cuando un ministerio levanta la estima de las personas hacia el único Jesucristo verdadero, quien fue hijo de una virgen y fue crucificado – si confirma y establece sus mentes en la verdad de que él es el Hijo de Dios y el Salvador de los hombres – entonces es una señal segura de que es del Espíritu de Dios. Si el espíritu operando entre las personas los convence de Cristo y los conduce a El; si confirma en sus mentes la fe en la historia de Cristo tal y como él vino en carne; si les enseña que El es el Hijo de Dios que salva a los pecadores; si deja que conozcan que él es el único Salvador, y que están en suma necesidad de El; y si logra en ellos pensamientos superiores y más honorables de Cristo que los que solían tener; si le inclina sus afectos más hacia El – esa es un señal segura de que es el Espíritu verdadero y correcto. Esto es cierto si bien somos finalmente incapaces de determinar si la convicción o los afectos de alguien se reflejan en una fe salvadora verdadera.

Las palabras del apóstol son notables. La persona a quien el Espíritu brinda testimonio debe ser que Jesús que apareció en la carne – no otro “cristo” en Su lugar. No puede ser un cristo místico y fantástico, tal como la “luz interna” ensalzada por los cuáqueros. Este cristo imaginario disminuye su estima y su dependencia en Jesús al venir en la carne. El Espíritu verdadero de Dios da testimonio a ese Jesús solamente.

El diablo tiene un odio feroz en contra de Cristo, especialmente en Su oficio como El Salvador de los hombres. Satanás mortalmente odia la historia y la doctrina de la redención; él nunca se encargaría de enfatizar estas verdades. El Espíritu que inclina los corazones de los hombres a la Simiente de la mujer no es el espíritu de la serpiente que tiene una enemistad tan irreconciliable en contra de él.

Hemos visto que una obra verdadera del Espíritu Santo exalta al Cristo verdadero. Continuaremos observando otra marca de la obra del Espíritu.

Se Opone a los Intereses de Satanás

“Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye.” (1 Juan 4:4-5)

Cuando el espíritu que está obrando opera en contra de los intereses del reino de Satanás, en contra del pecado, y en contra de las lujurias mundanas – ésta es una señal segura de que es un espíritu verdadero y no un espíritu falso.

Aquí hay una antítesis simple. El apóstol compara a aquellos que son influenciados por dos espíritus opuestos, el verdadero y el falso. La diferencia es simple: Uno es de Dios, y vence el espíritu del mundo; el otro es del mundo, y está obsesionado con las cosas del mundo. El diablo se llamado “él que está en el mundo”.

Lo que el apóstol quiere decir por “el mundo,” o “las cosas que hay en el mundo,” lo aprendemos por sus propias palabras: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” (2:15-16). Así por “el mundo” el apóstol evidentemente quiere decir todo lo que corresponda al interés del pecado. El término también comprende todas las corrupciones y deseos de los hombres, así como también todos aquellos actos y objetos por las cuales se complacen.

También en forma segura podemos determinar lo que el apóstol dice de que no importa qué lecciones de la estima de las personas por los placeres, ganancias, y honores del mundo; cualquier cosa que cambie de dirección sus corazones de una búsqueda ansiosa por estas cosas; cualquier cosa que les haga participar en una preocupación debida acerca de la eternidad y les provoque seriamente buscar el reino de Dios y Su justicia; cualquier cosa que los convenza de lo horrible del pecado, de la culpabilidad que conlleva, y el sufrimiento al cual lo expone – debe ser del Espíritu de Dios.

No debe suponerse que Satanás convencería a los hombres de pecado o les despierte la conciencia. No puede haber manera de que sirva a ese fin para hacer que la luz del Señor les alumbre de manera más brillante. Es de su interés, cualquier cosa que haga, de calmar la conciencia dormida y conservarla quieta. Tener esto con sus ojos y boca abierta en el alma tendería a obstruir y entorpecer todos sus designios de oscuridad. La conciencia despertada eternamente inquietaría sus negocios, se cruzaría en sus intereses, y le desasosegaría. ¿Tomaría el diablo tal curso, cuándo él está a punto de establecer a las personas en el pecado? ¿Los haría él más cuidadosos, inquisitivos y vigilantes para percibir lo qué es pecaminoso, y evitar pecados futuros, y ser más cautelosos de las tentaciones del diablo?

El hombre que tiene una conciencia despierta es menos propenso a ser engañado que cualquier hombre en el mundo; es la conciencia adormecida, insensible y necia la que es más fácilmente cegada. El Espíritu que opera así no puede ser el espíritu del diablo; Satanás no echará a Satanás (Mat. 12:25-26). Por eso si viéramos que las personas se hicieran sensibles de la naturaleza atroz del pecado y del desagrado de Dios en contra de él, podemos concluir que esta preocupación es del Espíritu de Dios.

Hasta ahora hemos visto que una obra verdadera del Espíritu Santo exalta al Cristo verdadero y se opone a los intereses de Satanás. Ahora continuaremos observado otra marca de la obra del Espíritu.

Señala las Personas a las Escrituras

“Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” (1 Juan 4:6)

El espíritu que hace que las personas tengan un mayor aprecio por las Escrituras y los establece más en la verdad y en la divinidad de Palabra de Dios es ciertamente el Espíritu de Dios.

El diablo nunca trataría de engendrar en las personas un aprecio por la divina Palabra. Un espíritu de falsa ilusión no inclinará a las personas a buscar la dirección en la boca de Dios. “¡A la ley y al testimonio!” (Isa. 8:20) no es nunca el lamento de espíritus malignos que no tienen luz en ellos. Al contrario, es la propia dirección de Dios para descubrir sus falsas ilusiones.

El espíritu de error, para engañar a los hombres, ¿engendrará en ellos una opinión elevada de la Palabra infalible? Con el fin de promover su reino de tinieblas, ¿conducirá el príncipe de las tinieblas a los hombres al sol? El diablo siempre ha mostrado un odio y rencor fatal hacia este libro sagrado: la Biblia. Él ha hecho todo lo posible para extinguir esa luz, o de otra manera alejarlos completamente de ella. Él sabe que para ser de esa luz su reino de oscuridad ha de ser derribado. Él por mucho tiempo ha experimentado su poder para derrotar sus propósitos y confundir sus designios. Es su constante plaga. Es la espada del Espíritu que le estaca y le conquista.

Es esa espada aguda de la que leemos en Apocalipsis 19:15, la cual sale de la boca de él que está sentado en el caballo, con la cuál él golpea duramente a Sus enemigos. Cada texto es un dardo para atormentar a la serpiente antigua. Él ha sentido la punzada miles de veces.

Por eso el diablo está ocupado contra la Biblia y odia cada palabra en ella. Podemos tener la seguridad de que él nunca tratará de hacer surgir la estima de alguien hacia ella.

Hemos visto que una obra verdadera del Espíritu Santo exalta al Cristo verdadero, se opone a los intereses de Satanás, y señala a las personas a las Escrituras. Ahora, continuaremos observando otra marca de la obra del Espíritu.

Ensalza la Verdad

“En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” (v. 6).

Otra regla por la cual juzgar espíritus es que cualquier cosa que se dirija como un espíritu de verdad, conduciendo a las personas a la verdad, convenciéndolos de que esas cosas son ciertas – en forma segura podemos determinar que es un espíritu correcto y verdadero.

Por ejemplo, si el espíritu operando hace a los hombres más conscientes que lo que solían ser de las verdades centrales del evangelio: de que hay un Dios; que él es un gran Dios que odia el pecado; de que la vida es breve y muy incierta; de que hay otro mundo; de que tienen almas inmortales; que deben dar cuenta de ellos mismos a Dios; que son excesivamente pecaminosos por naturaleza y práctica; de que están indefensos en ellos mismos – entonces ese espíritu opera como un espíritu de verdad. Él representa cosas como lo son verdaderamente. Él trae a los hombres a la luz.

Por otra parte, el espíritu de oscuridad no le revelará y hará manifiesto la verdad. Cristo nos dice que Satanás es un mentiroso, y el padre de mentiras. Su reino es un reino de oscuridad. Es sostenido y promovido sólo por la oscuridad y el error. Satanás tiene todo su poder y su dominio por oscuridad. Cualquier espíritu que quite nuestra oscuridad y nos lleve a la luz nos desengaña. Si soy llevado a la verdad y soy advertido de las cosas tal como lo son realmente, mi deber es inmediatamente darle a Dios las gracias por él sin averiguar por qué medios tengo tal beneficio.

Hemos considerado las características de una obra verdadera del Espíritu Santo, notando que exalta al Cristo verdadero, se opone a los intereses de Satanás, señala a las personas a las Escrituras, y ensalza la verdad. Ahora, concluiremos observando una marca final de la obra del Espíritu.

Resulta en el Amor hacia Dios y hacia los Demás

“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” [v. 8].

Si el espíritu que está obrando entre las personas opera como un espíritu de amor a Dios y hacia el hombre, es una señal segura de que es el Espíritu de Dios. Esta última marca la cuál el apóstol da del Espíritu verdadero, parece hablar de ella como la más notable. Él le asigna más espacio a ello y también insiste mucho más ampliamente en ella que en las demás.

Cuando el espíritu que está obrando entre las personas lleva a muchos de ellos a pensamientos elevados del Ser Divino y Sus perfecciones gloriosas; cuando obra en ellos un sentido de admiración y de deleite de la Excelencia de Jesucristo, representándole como el principal entre diez mil y enteramente amoroso; cuando Le es precioso para el alma; ganando y atrayendo el corazón con aquellos motivos e incitaciones al amor gratuito de Dios y al maravilloso amor final de Cristo – debe ser el Espíritu de Dios.

El versículo 19 dice: “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.” El espíritu que hace el alma desee de Dios y de Cristo debe ser el Espíritu de Dios. Cuando deseamos la presencia y la comunión del Salvador, relacionarnos con El, en conformidad a El, una vida que le complace y le honra, debemos estar bajo la influencia de Su Espíritu.

Además, el espíritu que reprime los argumentos entre hombres da un espíritu de paz y de buena fe, estimula a los actos de bondad externa, desea seriamente la salvación de las almas, y despierta un amor por todos los hijos de Dios y los seguidores de Cristo; y digo que cuando un espíritu funciona de esta manera, allí está una gran prueba de que éste es el Espíritu Santo.

Ciertamente, hay un amor falsificado que a menudo se asoma por entre aquellos que son guiados por un espíritu falso. Hay comúnmente entre los entusiastas más salvajes un tipo de unión y un tipo de afecto proviniendo de un amor propio. Es ocasionado por estar de acuerdo en asuntos donde grandemente difieren de todos los demás y de los cuales son objetos de ridículo del resto del género humano. Eso naturalmente causará que ellos más y más aprecien esas peculiaridades que les hacen los objetos de desprecio de los demás. (Así los gnósticos antiguos y los fanáticos salvajes que aparecieron al final de la Reforma se jactaron de su gran amor del uno para con el otro – una secta de ellos en particular se llamaban “la familia del amor”.) Pero esto es totalmente otra cosa que aquel amor cristiano que acabo de describir.

Se ha mencionado suficiente en este pasaje sobre la naturaleza de un amor verdaderamente cristiano para distinguirlo de todas las falsedades. Es un amor que proviene de asimiento de las riquezas maravillosas de la soberanía y la libre gracia del amor de Dios para nosotros en Jesucristo. Es asistido con un sentido de nuestra falta de mérito absoluto (vea los vv. 9-11, 19). El carácter más seguro del amor verdadero, divino y sobrenatural – distinguiéndolo de las falsificaciones que provienen de un amor propio natural – es que la virtud cristiana de la humildad alumbra en el. Es un amor que por encima de todos los demás renuncia, degrada, y aniquila lo que llamamos ego. El amor de Cristo es un amor humilde (1 Cor. 13:4-5).

Por lo tanto, cuando vemos un amor asistido con un sentido de bajeza, vileza, debilidad, e insuficiencia absoluta propia; cuando esté unido a un auto-vacío, a una falta de confianza en sí mismo, a una abnegación, y a una pobreza de espíritu – estas son señales manifiestas del Espíritu de Dios.

Por lo tanto, aquel que vive en el amor, vive en Dios, y Dios en él.

Conclusión

Estas marcas que el apóstol nos ha dado son suficientes por sí solas y se apoyan por sí mismas. Evidentemente muestran el dedo de Dios y son suficientes para superar a miles de objeciones que muchos puedan hacer de rarezas, irregularidades, errores en conducta, y engaños y escándalos de algunos maestros. Pero aquí algunos pueden objetar. Después de todo, el apóstol Pablo dice en 2 Corintios 11:13-14: “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.”.

Para lo cuál respondo que ésta no puede ser una objeción en contra de la suficiencia de estas marcas para distinguir el espíritu verdadero del falso en aquellos profetas y apóstoles falsos – aún cuando el diablo se disfraza de ángel de luz. Después de todo, la misma razón por la que el apóstol Juan dio estas marcas fue a fin de que pudiéramos probar los espíritus. Por lo tanto al probar a los espíritus por estas reglas y usted podrá distinguir el espíritu verdadero de lo falso – aun bajo un disfraz astuto.

lunes, diciembre 22, 2008

¿A Donde Vas?

clip_image002¿A Dónde Vas?

I.C. Herendeen

El tiempo vuela. Los días, las semanas, los meses y los años se deslizan con una velocidad increíble, y se van antes que nosotros nos demos cuenta. Tal parece como si ellos tan pronto han comenzado, ya se acabaron; pasaron a la eternidad. Así, también, los sucesos del día pronto preceden a una distancia pasada. Todo en este mundo es pasajero, nada es estable y duradero. “Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira; acabamos nuestros años como un pensamiento” (Sal. 90:9). Estando absorbidos cuidadosamente con las ocupaciones, labores y esfuerzos de la vida, somos más o menos insensibles a la ligereza del tiempo que pasa, del solemne hecho que la vida misma se nos va rápido, y que el fin de nuestra peregrinación terrenal se aproxima veloz y segura. Si nosotros fuéramos conscientes de que nuestro tiempo se vuelve corto, sea que nos deshagamos del pensamiento o consideramos que de alguna u otra manera todo estará bien al final.

Cuán importante es que mantengamos en nuestra mente, que nuestra muerte esta siempre en el horizonte, que nosotros estamos separados sólo por un latido del corazón, y que cuando morimos, seremos introducidos a la eternidad de la cual no hay regreso ni escape. Ya que la muerte es tan común, no dedicamos suficiente pensamiento a esto. Parece que hemos desarrollado un sentido de inmunidad para tal experiencia. Porque la muerte parece ser tan vaga, irreal e improbable, fracasamos al considerarla seriamente. Al contrario, vivimos como si estuviéramos muy seguros de tener muchos años de vida, cuando la Palabra de Dios fielmente nos advierte: “No te jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de si el día” (Proverbios 27: 1).

Escuchamos y leemos del gran número de muertos en guerras y en accidentes, de miles de los que se mueren de hambre en el Africa y la India. Pero a esto no le dedicamos ningún pensamiento; no significa mucho para nosotros ya que no estamos personalmente envueltos. Un vecino de nuestra calle muere, o una de nuestros seres queridos fallece. Esto pueda ser que nos cause detenernos a pensar por un momento, pero pronto se nos olvida y continuamos nuestro camino día tras día. Muchos se preocupan por sus cuerpos pero descuidan totalmente los intereses por sus almas inmortales. Pero “¿Qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Marcos 8:36-37). Muchos se dejan llevar sin propósito a través de la vida sin ninguna preocupación en cuanto a lo que esta delante de ellos, aparentemente presupone que de alguna u otra manera todo les saldrá bien al final. Esto es lo que esperan; y ellos se dan el beneficio de cualquier duda.

Muchos no están conscientes de su condición perdida. Aunque ellos no se consideran ser perfectos, todavía no están enterados de que hay algo muy serio con ellos. Son respetables, ciudadanos obedientes a la ley, y se consideran no ser peores que sus vecinos; y aunque apenas leen la Biblia o entran a una iglesia, ellos esperan totalmente ir al cielo cuando mueran. Algunos admitirán que son pecadores, pero piensan que sus buenas obras sobrepasarán sus malas acciones. Algunos se imaginan que todo estará muy bien con ellos porque se unieron a “la iglesia de su selección,” fueron bautizados y toman parte de la Cena del Señor. Por el contrario, la Palabra de Dios nos informa que somos salvos, “no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho” (Tito 3:5). Nuevamente se nos dice que “ninguno hay bueno sino uno: Dios” (Mateo 19:17); que “todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23), y que la ira de Dios está sobre tales (Juan 3:36). Esta es la condición de cada pecador no salvo a la vista de Dios, sea él rey o mendigo, alto o bajo, rico o pobre. Oh amigo mío. Pon atención a la amonestación divina, “Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que esta cercano, deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de é1 misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isa. 55:6-7). Mira por fe al Cristo exaltado mientras el tiempo y la oportunidad son tuyas. “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Rom. 10: 13). Tú tienes Su promesa, “Venid a mi todos los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar” (Mat 11:28), y “al que a mi viene, no le hecho fuera” (Juan 6:37).

Cristo recibe a los pecadores- “porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (Mat. 9:13). ¿Vendrás tú a El? “He aquí ahora el día de salvación” (2 Cor. 6:2). “Bienaventurados todos los que en Él confían”. (Sal. 2:12).

lunes, diciembre 15, 2008

Los Cristianos y los Arboles de Navidad

clip_image002Los Cristianos y los árboles de Navidad
¿Deberían tener los cristianos árboles de Navidad?

Por

John MacArthur

Tomado de Grace to You

Al acercarse el tiempo de navidad, preguntas como ésta surgen algunas veces. Como todo en la vida, es importante abordar estos asuntos con discernimiento bíblico.

En este caso, no vemos nada incorrecto con el árbol de Navidad tradicional. Sin embargo, algunos han enseñado que está mal que alguien tenga un árbol de Navidad en su casa. ¿Pero son válidas sus razones? No pensamos así. Consideremos las dos objeciones más comunes que las personas hacen en contra de tener un árbol de Navidad.

Primero, algún objetan en base a que los árboles de Navidad tienen orígenes paganos. Se cree que Bonifacio, aquel misionero inglés a Alemania en el siglo octavo, instaló el primer árbol de Navidad. Él supuestamente reemplazó los sacrificios al roble sagrado del dios Odin con un arbol adornado en tributo para Cristo. Pero ciertos otros relatos afirman que Martin Lutero introdujo el árbol de Navidad iluminándolo con velas. Basado en esa información usted podría decir que el árbol de Navidad tiene un pedigrí cristiano distinguido.

Sin embargo, aun si un trasfondo pagano fuera claramente establecido, esto necesariamente no signifique que no nos debería disfrutar el uso de un árbol de Navidad. Quizá la siguiente analogía ayudará.

Durante la Segunda Guerra Mundial las Fuerzas Armadas americanas destinaron una cierta cantidad de islas remotas Hacia el Pacífico Sur para pistas de aterrizaje temporales y depósitos de suministros. Antes de ese tiempo que las personas tribales indígenas nunca habían visto la tecnología moderna de cerca. Los aviones de carga grandes y abalanzándose se llenaron de un montón de bienes materiales, y por primera vez los isleños vieron encendedores (los cuales consideraron ser milagrosos), jeeps, refrigeradores, radios, herramientas mecánicas, y muchas variedades de comida.

Cuando la guerra se acabó, los isleños concluyeron que los hombres que trajeron cargamento eran dioses, así es que comenzaron a construir santuarios para los dioses del cargamento. Esperaron que los dioses del cargamento regresasen con más bienes.

La mayoría de la gente aun no sabe de esta superstición religiosa. De modo semejante, pocos saben alguna cosa acerca de la adoración a los árboles. Cuando un niño saca un regalo grande de debajo del árbol de Navidad y desenvuelve un avión de carga modelo grande, nadie mira aquel objeto como un ídolo. Ni miramos el árbol de Navidad como siendo alguna clase del dios de regalo. Comprendemos la diferencia entre un juguete y un ídolo tal como claramente comprendamos la diferencia entre un ídolo y un árbol de Navidad. No vemos razón válida para hacer alguna conexión entre árboles de Navidad y los ídolos de madera o el culto de árboles. Aquellos que insisten en hacer tales asociaciones deberían tomar nota de las advertencias en la Escritura en contra de juzgar el uno al otro en cosas dudosas (vea a Romanos 14 y 1 Corintios 10:23-33).

Otra objeción común es la afirmación de que los árboles de Navidad son prohibidos en la Escritura. Jeremías 10 es comúnmente utilizado para apoyar este punto de vista. Pero una mirada más de cerca de este pasaje demostrará que no tiene nada que ver con los árboles de Navidad y tiene todo que ver con la adoración de ídolos. El versículo 8 dice: “Enseñanza de vanidades es el leño.”.

El culto al ídolo es una violación evidente de Los Diez Mandamientos. Exodo 20:3-6 dice: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás;(A) porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. ".

No hay conexión entre la adoración de ídolos y el uso de árboles de Navidad. No deberíamos estar preocupados por discusiones sin base en contra de las decoraciones de Navidad. Más bien, deberíamos estar enfocados en el Cristo de la Navidad y mostrando toda diligencia en recordar la razón verdadera para la época.

martes, diciembre 09, 2008

¿Cual es el Significado Verdadero de la Navidad?

clip_image002¿Cuál es el significado verdadero de Navidad?

John Macarthur

Tomado de www.gty.org

La respuesta justamente le puede asombrar.

Para muchos, la Navidad es el tiempo para pensar acerca de Jesucristo como un bebé en un pesebre. Mientras el nacimiento de Cristo es un acontecimiento especial y milagroso, no es el foco primario. La verdad central de la historia de Navidad es ésta: El Niño de la Navidad es Dios.

Dios en un Pesebre

La Navidad no se trata de la infancia del Salvador; se trata de Su deidad. El nacimiento humilde de Jesucristo no estaba nunca dirigido a encubrir la realidad de que Dios había nacido en el mundo.

Pero la versión de la Navidad del mundo moderno hace justamente eso. Y consecuentemente para la mayor parte de la humanidad, la Navidad no tiene significado legítimo en absoluto.

No supongo que alguien alguna vez pueda penetrar lo que significa para Dios ser nacido en un pesebre. ¿Cómo puede uno explicar al Todopoderoso convertirse en un infante diminuto? Nuestras mentes no pueden comenzar a entender lo que estuvo involucrado al volverse Dios un hombre.

Ni alguien puede explicar cómo Dios podría convertirse en un bebé. Pero él lo hizo. Sin abandonar Su naturaleza divina o minimizando a Su deidad, él nació en nuestro mundo como un infante diminuto.

Él fue totalmente humano, con todas las necesidades y las emociones que son comunes a todos nosotros. Pero él fue también completamente Dios - todo sabio y todo poderoso.

Por casi 2,000 años, el debate ha estado tomando fuerza acerca de quién es Jesús realmente. Las sectas y los escépticos han ofrecido explicaciones diversas. Dicen que él es un dios de tantos, un ser creado, un ángel elevado, un buen maestro, un profeta, etcétera. El hilo común de todas esas teorías es que hacen a Jesús menos que Dios. Pero la prueba bíblica es apabullante de que este niño en el pesebre fuese la encarnación de Dios.

Un pasaje en particular, escrito por el apóstol Pablo, capta el ser de la naturaleza divina de Jesús y acentúa las verdades que hacen de la Navidad verdaderamente maravillosas.

Colosenses 1:15-20 dice,

El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación. Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten; y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia; por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz)

¿Una Ilusión fantasmal?

Pablo les escribía a los cristianos en Colosas. La ciudad estaba bajo la influencia de lo qué llegó a ser conocido como el gnosticismo. Sus adherentes se imaginaron que eran los únicos que tenían acceso a la verdad, la que le creían tan complicada que la gente común no lo podría saber. Entre otras cosas, enseñaron el dualismo filosófico - la idea que la materia es mala y el espíritu es bueno. Creían que puesto que Dios es espíritu, él es bueno, pero él nunca podría hacerse materia, lo cual es malo.

Por esto también concluyeron que Dios no podría ser el creador del universo físico, porque si Dios se hizo materia, él sería responsable del mal. Y enseñaron que Dios nunca podría convertirse en un hombre, porque como hombre él tendría que morar en un cuerpo hecho de materia maligna.

Aquellos pre-gnósticos no creían la encarnación diciendo que Jesús fue un buen ángel cuyo cuerpo humano fue sólo una ilusión. Esta enseñanza y otras semejantes se extendieron por la iglesia primitiva; muchas de las epístolas del Nuevo Testamento específicamente refutan las ideas pregnósticas. De hecho, el apóstol Juan atacó el fundamento de la enseñanza gnóstica cuando escribió: “En esto conoced el Espíritu de Dios: Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne, es de Dios; y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios” (1 Juan 4:2-3).

El apóstol Pablo refutó esa misma herejía cuando él escribió, “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (1:16). Él específicamente afirmó que Jesús es Dios en carne y hueso - el Creador de todo.

De Tal Padre Tal Hijo

Irónicamente, algunos de las sectas que niegan la deidad de Jesús tratan de usar a Colosenses 1:15 20 para apoyar su perspectiva. Sugieren, por ejemplo, que la frase “la imagen del Dios invisible” (v. 15) da a entender que Jesús fue meramente un ser creado que portó la imagen de Dios en el mismo sentido como toda la humanidad. Pero la verdad es que aunque fuimos creados en la semejanza de Dios, sólo nos parecemos a él. Jesús, por otra parte, es la imagen exacta de Dios.

La palabra griega traducida “imagen” significa una copia perfecta, una copia precisa, un duplicado. Pablo decía que Dios Mismo está completamente manifiesto en la persona de Su Hijo, quien es nada menos que Jesucristo. Él es la imagen exacta de Dios. Jesús Mismo dice: “él que me ha visto Ha Visto al Padre” (Juan 14:9).

Hebreos 1 hace un paralelo con Colosenses 1:15-20 en varios puntos cruciales. Referente a la declaración de que Cristo es la imagen de Dios, por ejemplo, Hebreos 1:3 hace una afirmación idéntica: “siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia”. Cristo es para Dios como el brillo calido de la luz lo es para el sol. Él trae a Dios de una posición cósmica a los mismos corazones de los hombres y mujeres. Él da luz y vida. Él revela el mismo ser de Dios. No pueden estar divididos, y ni uno ni otro alguna vez han existido sin el otro - son uno (Juan 10:30).

La Sagrada Escritura repetidamente dice que Dios es invisible (Juan 1:18; 5:37; 1 Timoteo 1:17; y Colosenses 1:15). Pero a través de Cristo el Dios invisible ha sido hecho visible. El parecido completo de Dios se trasluce en él. Colosenses 1:19 toma la verdad un paso más allá: “por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud”. Él no es simplemente un contorno de Dios; Él es totalmente Dios. Colosenses 2:9 es aún más explícito: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”. Nada le falta. Ningún atributo está ausente. Él es Dios en el sentido posible más completo, la imagen perfecta.

El Heredero Legal

En Colosenses 1:15 Pablo dice que Jesús es: “el primogénito de toda creación”. Aquellos que niegan la deidad de Cristo le han dado mucha importancia a esa frase, asumiendo que esta significa que Jesús fue un ser creado. Pero la palabra traducida “primogénito” describe el rango de Jesús, no Su origen. El primogénito en una familia hebrea era el heredero, el de mayor categoría, el que tenía el derecho de la herencia. Y en una familia real, él tuvo el derecho de gobernar.

Así es que Cristo es el que hereda toda la creación y el derecho para predominar sobre ello. No quiere decir primer nacido en orden, porque no lo fue.

En el Salmo 89:27 Dios dice de David: “Yo también le pondré por primogénito, El más excelso de los reyes de la tierra”. Allí el significado de “primogénito” es dado sin rodeos: “Lo más excelso de los reyes de la tierra”. Eso es lo que significa primogénito - Cristo es “rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 17:16).

Hebreos 1 de nuevo tiene una declaración paralela. El verso dos dice Dios ha señalado a Su Hijo “heredero de todas las cosas”. Él es el Primero, el Hijo de Dios que tiene el derecho a la herencia, la Persona de mayor categoría, el Señor de todo, heredero de toda creación.

El Creador y el Rey

La afirmación de que “primer nacido” significa que Cristo es un ser creado ignora completamente el contexto de Colosenses 1:15. Recuerde, usted ya ha visto a los versos 16-17 explícitamente nombrarlo como Creador de todo. Cristo no es parte de la creación; Él es el Creador, el mismo brazo de Dios, activo desde el principio al llamar a la existencia al universo y a todas las criaturas. Juan 1:3 dice: “Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.” Eso no podría ser cierto si él fuera por Sí Mismo un ser creado.

Hebreos 1:2 también identifica a Cristo como el Creador. Cristo es la Persona de la Trinidad a través de la cual el mundo se hizo y para quién se le dio forma.

El tamaño del universo es incomprensible.

¿Quién lo hizo así? Algunos científicos dicen que hubo esta explosión grande que eventualmente formó un pantano primario, y ... la Ciencia no lo puede explicar. Dios creó todo.

¿Quién?

El bebé de Belén. Él hizo todo.